75 millones de euros. Es el dinero en el que cifran las pérdidas de este año los agricultores almerienses que se dedican al cultivo del melón y la sandía. La campaña no ha sido buena y han intervenido varios factores. Las bajas temperaturas, por ejemplo, frenaron el consumo de estas frutas. Pero el problema que inquieta a los productores españoles es la competencia de países terceros. Especialmente de Marruecos.
Ya ha finalizado la campaña de la sandía en Almería. Y si hay una imagen que ilustra cómo han ido las cosas, es la de miles de frutas tiradas por el suelo. Ni los más viejos del lugar recuerdan precios tan bajos. La competencia está siendo brutal y, en algunos casos, desleal. Países como Marruecos o Senegal exportan cada vez más fruta a Europa, siendo sus estándares de calidad sensiblemente distintos a los europeos.
“Ha sido la tormenta perfecta: las bajas temperaturas y la alta competencia. Yo no recuerdo una primavera tan jodida", cuentan a EL ESPAÑOL desde ASAJA, la Asociación de Jóvenes Agricultores, que ha denunciado esta situación públicamente durante la campaña. "Existe un desánimo generalizado entre los agricultores. Está entrando una cantidad masiva de producto foráneo. La solución la tiene la Unión Europea, que debe controlar de una vez la entrada de productos por parte de los terceros países”. Lo explican los agricultores, desesperados ante el panorama actual y el que viene. Porque Marruecos no deja de crecer.
A 0,15 euros
La importación española de sandía procedente de ese país en 2021 creció más de un 3% en volumen respecto a 2020, y en un 27,5% en valor, ascendiendo a 16,5 millones de euros. Esto supone un precio medio de 0,91 euros/kilo. Mientras, la campaña ha concluido en Almería, con precios realmente irrisorios, que son los que han llevado a los agricultores a acabar tirando toneladas de fruta.
"A 0,15 euros el kilo las han llegado a pagar a los productores de Almería", cuentan desde ASAJA, donde advierten que hay cultivos que pueden acabar desapareciendo en nuestro país: "No es solamente la sandía. Es el melón, el pepino o el tomate. Hay agricultores que han dejado de plantar según que productos porque acaban en pérdidas. Pérdidas es perder dinero, no cobrar poco. Perder 6.000 euros por hectárea de media en los cultivos de sandía y 3.500 en los de melón", detalla el presidente de la entidad.
La única solución es la protección del producto propio desde la Unión Europea. Porque en nuestro continente "el coste de producción siempre va a ser más alto. Aquí nos tenemos que ceñir a unas normas de calidad en cuestión de fertilizantes, de abonos, de productos... Son conceptos que allí en Marruecos no tienen que cumplir. Además, el rey ha apostado muy fuerte por la agricultura y ha destinado muchísimo dinero en la creación de una red hídrica por todo el país. En 4 o 5 años estará el mercado colapsado de productos marroquís".
El que dice marroquís, dice saharauis. Desde ASAJA también apuntan a que el gobierno está "utilizando terreno del Sáhara Occidental para que su agricultura crezca desmesuradamente. Ese no era el trato. Tienen que cumplir las normas que impone Europa. Nuestros políticos tienen que entender que esto es una guerra sucia".
Y es que lo de la guerra sucia es literal. La campaña de la sandía y el melón tuvo su punto álgido justo cuando España y Marruecos atravesaban su peor momento diplomático. Fue en mayo, tras la llegada de Brahim Gali (líder del Frente Polisario) a territorio español para operarse. Lo hizo con un pasaporte falso y sin que Marruecos lo supiese. Aquello motivó la repentina crisis migratoria en Ceuta, pero también las presiones comerciales, que le dieron de lleno a los agricultores.
"Cada vez que el rey de Marruecos se tuerce, abre las puertas. Para los inmigrantes o para su fruta. No solamente España: Italia y Francia también están sufriendo este mismo problema. La entrada de producto marroquí es masiva y la agricultura local está en peligro pero de verdad".
Desaparecerá el tomate
Un problema que se ha dado con la sandía y el melón, pero que también se ha visto posteriormente con otras frutas como el plátano. En ese caso no ha influido la climatología: la ruina de los productores ha venido básicamente por la injerencia de países terceros. Y se espera que todo siga igual en unos meses, cuando empiece la campaña del tomate:
"Arranca en octubre y acaba en mayo. En los últimos tiempos han desaparecido 2.300 hectáreas de tomate sólo en Almería. Ha pasado de ser el cultivo estrella de la zona, a ser el tercero en la lista, después del pimiento y la sandía. El que dice tomates dice judías verdes, que es otro producto que se ha dejado de plantar", relatan desde ASAJA.
Mientras tanto, la entrada de tomates marroquíes no deja de crecer: "El año pasado entraron 285 toneladas de Marruecos en nuestro país. En 2020 ya fueron 500 toneladas, casi el doble. Pero el gobierno mira para otro lado. Al agricultor almeriense se le exige de todo. Pero al producto que viene de un país como Marruecos, donde se usan productos que aquí no están permitidos, se explota al trabajador y cuesta como 15 veces menos producir, no se le exige tanto".
Este es uno de los motivos por los que muchos de los agricultores del sur de España se están pasando al cultivo de frutas tropicales. Las sierras de Granada o de Málaga ya llevan tiempo produciendo aguacate o mango a discreción. Se paga más caro, pero también requiere una cantidad de agua mucho mayor que los cultivos autóctonos, lo que se traduce en una mayor presión hidrológica. "En Almería ya hay muchos que han optado por poner papayas", explican desde ASAJA.
Así, la fruta autóctona de toda la vida está en peligro en España. Fruta, verdura u hortaliza. "Es de mayor calidad, porque cumplimos las normas, pero no podemos competir con esos precios"; nos explican los agricultores. La alternativa muchas veces para los productores es pasarse a los frutos tropicales, que requieren una cantidad de recursos hídricos mucho mayores. Mientras, los lineales de los comercios están llenos de fruta de Marruecos y Senegal.