Heriberto Centeno, el padre de Leonardo y Stephanie, goza de muchos problemas. Ya saben, que si el trabajo, que si sus alumnos en el instituto, que si la economía... Pero, de un tiempo a esta parte, sólo uno ocupa sus desvelos: recuperar a sus hijos, de 5 y 7 años respectivamente. De su exmujer se sabe poco. Él no quiere que su caso se convierta en un circo, sólo quiere saber dónde están sus pequeños y traerlos de vuelta consigo. A pesar de lo que le está tocando vivir, Centeno es un hombre tranquilo y reflexivo.
El 29 de enero de este año perdió el rastro de sus pequeños. La madre de sus hijos los recogió a la salida del colegio a las tres de la tarde y nunca más se supo de ellos. El lunes siguiente, 1 de febrero, a la salida del CEIP Sierra Bermeja de Estepona, comenzó el calvario de Heriberto. Por entonces los padres de Leonardo y Stephanie ya llevaban separados más de cinco años. La relación terminó definitivamente en junio de 2017. Pero los problemas venían de atrás.
La pareja vivía en Granada con relativa tranquilidad. Él se dedicaba a ejercer su vocación docente en un instituto de su ciudad natal. Profesor de matemáticas en ESO y Bachillerato y amante de la aventura, Heriberto, nació en la ciudad nazarí en 1964. Sin embargo, su mujer decidió que no quería seguir en Granada: quería vivir en la Costa del Sol, así que removió los cimientos de la familia y tomó rumbo a Marbella. Heriberto, por no separarse de su esposa, solicitó una comisión de servicio y consiguió un traslado temporal a Estepona.
Con el paso de los años, consiguió su plaza definitiva en un instituto esteponero, donde sigue desarrollando su labor. En el centro ninguno de sus compañeros conocía de su situación hasta que hace un mes su historia salió a la luz. Centeno no quería trasladar al trabajo los problemas familiares por los que estaba pasando. Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos le llevó a hablar con sus compañeros de claustro.
Muchos de ellos no daban crédito. No entendían cómo había ocultado una situación personal tan difícil durante un lustro. Heriberto recibió trece denuncias por agresión en contra y ha pasado muchos días en el calabozo. "Todas quedaron archivadas por falta de pruebas", afirmó a EL ESPAÑOL. Sin embargo, no es fácil enfrentarse a estas situaciones y, menos aún, llevarlas al trabajo. Centeno continuó trabajando siempre que la situación se lo permitía.
De hecho, Heriberto no quiere exponerse en demasía a los medios de comunicación. Declara que no quiere poner en peligro el rescate de sus hijos. Prefiere andar con tino, aunque en muchas ocasiones parece que le gustaría dejarse llevar. Reflexivo y tranquilo. Dice saber que cualquier desliz puede resultar negativo para su único fin.
"Saldré cuando sea necesario, cuando haya una sentencia firme", afirma Heriberto. Próximamente tiene un nuevo juicio y confía con que exista una sentencia antes de que lleguen las vacaciones de verano. Las prisas no son buenas consejeras y quiere tenerlo todo bien atado antes de que su caso llegue a otros medios.
Calvario judicial
La Audiencia Provincial de Málaga otorgó la custodia al padre y la ha llegado a ratificar hasta en cuatro ocasiones. Sin embargo, Heriberto no puede estar con Stephanie y Leonardo. No sabe dónde están. Han salido del país. Sólo sabe que el correo que le manda todos los días a su mujer lo lee. En él le pregunta por los niños, por la salud y por su localización. No responde.
Una de las hipótesis de la desaparición de los niños y la presunta huida de la madre es la investigación por una denuncia falsa. La mujer presuntamente simuló una agresión por la que Heriberto fue detenido delante de Leonardo y Stephanie. No hay pruebas de esa agresión, tampoco ha habido sentencias favorables a la mujer en las denuncias anteriores.
Ella, que trabajaba como traductora, está en paradero desconocido. La maraña legal que se ha interpuesto entre los padres hace imposible que los pequeños puedan contactar con Heriberto. A pesar de que está vigente una sentencia que prohíbe la salida de los niños de España, la justicia no puede hacer nada por utilizar los contactos de la defensa de la madre y localizar a los niños. La justicia es lenta, pero a Heriberto sólo le queda confiar en ella. Es su esperanza para volver a ver a los pequeños.