El ocho de julio de hace dos años, cuatro hombres, cada uno de un punto geográfico distinto del país, hicieron historia en la televisión nacional y mundial. Cuatro palabras [El golfo de Botnia] hicieron que los concursantes tocaran la gloria, que ganasen un total de 6.689.700 euros.
Nunca antes se había concedido un premio de semejantes características, pero Los Lobos de Boom! (Atresmedia) lo consiguieron. Su nombre, sin duda alguna, les sonará.
Tras dos años y 506 programas, Valentín Ferrero, Erundino Alonso, Manu Zapata y Alberto Sanfrutos se llevaron el bote mayor entregado en la pequeña pantalla. También el cariño y la admiración de un público que durante 784 días no podía evitar no encender el televisor cuando los cuatro participaban en el concurso y superaban cada prueba a base de ingenio.
Nadie los conocía, ni siquiera ellos se conocían entre sí. Y tal vez fuese ese el ingrediente secreto que les hizo ser los vencedores del programa. Hoy, claro está, ya no son compañeros ni conocidos, son amigos. A pesar de que vivan separados a cientos de kilómetros, Los Lobos siguen manteniendo el contacto y, aún habiendo sufrido las restricciones de la pandemia, han podido reunirse en alguna ocasión por motivos de trabajo. Pero la pregunta que todos nos hacemos probablemente será la misma. ¿Cómo es ahora su vida después de haber ganado casi siete millones de euros? ¿Han dejado el trabajo? ¿A qué se dedican? ¿Han podido cumplir algún sueño?
Para conocer las respuestas de primera mano, EL ESPAÑOL ha charlado con los cuatro lobos. La solución a los interrogantes, no obstante, les sorprenderá tanto como cuando les veían concursar cada día en Boom! Y es que Valentín, Erundino, Manu y Alberto no han cambiado un ápice de su vida.
Manu ha vuelto a vivir con sus padres en Tafalla (Navarra). Valentín dice que quiere invertirlo, pero aún no sabe cómo y los directores de los bancos tampoco se lo ponen fácil; es más, ha acabado por detestarlos. Por el momento, disfruta de su nuevo piano y su nueva guitarra. Alberto sigue igual. Dice que ha vuelto a la tranquilidad del jubilado que ya tenía previamente al concurso, aunque "con un buen colchón". Y Erundino, que sigue trabajando en programas de televisión, asegura que el premio le ha "dado tiempo". Tiempo para cogerse una excedencia y disfrutar de la vida, aunque sin grandes excesos.
Manu
La parte del bote que ganó Manuel Zapata, aproximadamente 1,6 millones de euros, no ha sido el único premio que este navarro ha recibido en todo este tiempo. Después de diez años y varios parones en medio, ha conseguido aprobar las oposiciones en Correos. Un objetivo que perseguía antes de entrar al programa, pues llevaba varios años sin trabajo, pero en el que siempre se quedaba a las puertas.
Cuando acabó el concurso, propusieron a esta manada de lobos un proyecto cinematográfico, pero por distintas circunstancias no pudo hacerse. Y fue cuando Manu, al que en el programa denominaban como el rompecorazones, vio su última oportunidad para sacar la plaza en Correos. "El examen estaba a la vuelta de la esquina y quedaba poco tiempo, pero me decidí, me puse a machete un mes y aprobé", cuenta Zapata, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
No solo consiguió eso, sino que además poco después se hizo con una plaza en su tierra natal. "Empecé a trabajar el 1 de junio de 2020, en Madrid. Estuve en Torrejón de Ardoz, pero me apunté a un concurso de traslados. Era muy difícil porque yo acababa de entrar, pero sonó la flauta. Así que hice mudanza express y en marzo del año siguiente empecé a trabajar en Peralta, que está muy cerca de mi pueblo, Tafalla, en Navarra", prosigue.
Así que ahora, lejos de llevar toda una vidorra con el premio, trabaja en Correos, sigue escribiendo críticas de cine, aunque a menor ritmo que antes, y ha vuelto a vivir con sus padres, en su pueblo. "Estoy en mi habitación de siempre", dice riendo este navarro. No obstante, será por poco tiempo, una pequeña parte de ese bote millonario la ha destinado alla compra de un piso para independizarse. Y otra para comprar un coche, poco después de que ganase el concurso.
Esto último, no obstante, no se trata de ningún capricho. Todo lo contrario. Poco días después de que hiciese historia en televisión, una riada causó estragos en Tafalla. "No hubo pérdidas humanas. Por suerte, según me contaron, fue a la misma hora que el programa y todos estaban viéndonos, no había niños ni ancianos en la calle. Pero sí hubo pérdidas materiales, así que lo primero que hice fue comprarle un coche a mi madre", asegura.
— P. ¿Nunca te planteaste dejar de trabajar para siempre?
— R. Es que realmente eché números y no me salían [Hacienda se quedó con un 43,5% de su premio, en el caso de sus compañeros rondó el 50%]. Es un colchón de tranquilidad, pero lo cierto es que por los trabajos que he tenido, sobre todo de montaje en televisión, tengo muy poco cotizado. Y no cumplo las condiciones para cobrar la pensión mínima. Así que de momento tengo que seguir trabajando. Tal vez dentro de unos años me planteé dejarlo, pero estoy muy bien así.
Valentín
Valentín Ferrero es el artífice de todo lo que les ha ocurrido a los cuatro. El padre de Los Lobos. El hombre que un día dijo hasta aquí. El profesor de universidad que cobraba 250 euros y convenció a los cuatro para que eso cambiase para que su vida fuese mejor. Lo logró, lo lograron. Y no solo eso, sino también vencer al cáncer que tuvo poco antes de entrar al programa.
"Muchas gracias por acordaros de nosotros". Es lo primero que dice este zamorano, afincado en Alicante, cuando habla con este periódico. Haber ganado 1,6 millones de euros ha supuesto para él, cuenta, la tranquilidad absoluta. Alcanzar la vida de jubilado mucho antes de lo que tenía previsto. "No me he jubilado legalmente, pero vivo tranquilamente aquí, en mi casa, con mi familia. Disfruto de mi mujer, que se jubiló durante la pandemia, de mi nieto, que nació justo antes de la pandemia, y de la música", confiesa el exconcursante.
Por lo pronto, Valentín solo ha gastado una mínima parte de su premio en comprarse un piano y en reformar su casa de toda la vida. Pensó en comprarse una, pero asegura que todo era carísimo. "Vivo cerca de la playa y por pisos peores y más pequeños nos pedían muchísimo dinero", explica.
La gran parte del bote que le queda ha pensado en invertirla en algo, pero no sabe todavía dónde ni cómo. "Es un quebradero de cabeza, me estoy informando, hablando con unos y otros... La realidad es que no me entiendo nada con los banqueros. Te presionan mucho... si era difícil antes, ahora aún peor", apunta, entre risas. Además, él cree que tarde o temprano tendrá que ayudar a sus dos hijas. "Una se ha quedado en paro y el negocio de la otra va un un poco mal, han podido tirar hasta ahora, pero se están comiendo los ahorros...", sostiene Ferrero.
Lo que sí tiene claro es que en cuanto pueda le regalará el viaje que siempre le prometió a su mujer. Irse una larga temporada a Roma —"A ella le encanta Italia", cuenta—, y después a Japón, un país que siempre ha llamado la atención de este matrimonio.
Alberto
Alberto Sanfrutos fue el último lobo en llegar a la manada. Este jienense, de Úbeda, fue el elegido por el grupo para sustituir a José Pinto, que falleció repentinamente dos meses después de dejar el programa. No había participado en ningún concurso desde 1997, cuando fue concursante de la primera edición de Saber y Ganar. Recibió la llamada de sus compañeros para participar, cuenta, tras haberse jubilado hacía dos meses. Había sido maestro y "en ese momento no estaba haciendo nada, simplemente relajándome".
Así que cambió la tranquilidad de su casa durante un tiempo por el ajetreo del concurso; volvió con 1,6 millones de euros en el bolsillo y ahora, sencillamente, ha vuelto a su vida anterior. "Vivo con la tranquilidad que vive un jubilado, pensando en qué hace cuando se levanta... Nada ha cambiado salvo que el bolsillo está un poco más repleto", confiesa este andaluz.
No ha gastado nada de lo que ganó, pero asegura que guardarlo no lo va a guardar porque "ahora el dinero no produce nada". Lo que sí tiene claro es que viajará en cuanto pueda por España junto a su mujer, como acostumbraban a hacer, e intentará asegurar el futuro de sus hijos, al igual que Valentín con las suyas.
"Les ha pillado a los dos las dos crisis, no tienen un futuro muy claro a pesar de que uno estudió Ciencias Ambientales y el otro ha hecho la carrera de música con la especialidad de violonchelo. Intentaremos ayudarles para que este bache les afecte menos que a otra gente", concluye.
Erundino
Erundino Alonso, el inteligente, es el único de los cuatro que, dos años después, continúa trabajando en un concurso de televisión, El Cazador, de TVE. Un formato con el que se quedó hipnótico en un viaje a Alemania y con el que hoy, cuenta, tiene la suerte de trabajar.