Habla la minoría de gais y lesbianas de la Policía y la Guardia Civil: la osadía de José, Begoña, Jesús...
EL ESPAÑOL habla con agentes que han salido del armario. Coinciden en que no han tenido problemas personales, pero hay que seguir avanzando.
17 mayo, 2021 01:43Noticias relacionadas
Para Begoña, todo era normal en su puesto de trabajo. Ella, Policía Nacional, no daba demasiadas cuentas de su vida privada durante su día a día. Era un miembro más de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y nunca había tenido problemas con nadie. Sin embargo, en 2005, dijo a su entorno que se casaba. Prácticamente nadie lo sabía, pero la agente jerezana afincada ya en Madrid no tenía planes de contraer matrimonio con un hombre, sino con otra mujer. Todo continuó sin problemas, pero comenzaron los rumores y los cuchicheos. "De repente todo el mundo se entera de mi libro de familia".
Han pasado 15 años de aquello. Begoña fue una de las pioneras en hacer efectiva la Resolución-circular de 29 julio de 2005, de la Dirección General de los Registros y del Notariado, sobre matrimonios civiles entre personas del mismo sexo. Desde entonces, más de 49.000 bodas entre parejas del mismo sexo se han llevado a cabo. En esos enlaces ha habido muchos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (CFSE).
Llegados a este punto, puede que alguien esté pensando: esto ya está superado, a nadie le extraña que haya miembros del colectivo LGTBI dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sin embargo, aún queda camino por recorrer. Como muestra, los comentarios en redes sociales a la noticia de José, agente de la Guardia Civil que representará a Extremadura en el certamen Míster Gay Pride.
O lo que cuenta Begoña: "Cuando los miembros de las CFSE nos hacemos visibles somos criticados por algunas personas de la sociedad. Hemos llegado a ser criticados hasta por miembros del cuerpo que pertenecen al colectivo".
La asociación LGTBIPol lucha desde 2016 para dar visibilidad y acercar la diversidad a los distintos cuerpos policiales de España. Desde sus inicios está compuesta por más de 100 miembros (sólo el total de Policías Nacionales y Guardias Civiles suman 143.469 agentes) y trata de ayudar a todos los compañeros, opositores o resto de personas que les necesiten o tengan dudas al respecto de las actuaciones de las FCSE en temas del colectivo LGTBI.
"Nosotros —LGTBIPol— nacimos porque un compañero quería denunciar una violencia intragénero y no sabía muy bien cómo le iba a repercutir. Entonces, queríamos ser una asociación que hiciera de nexo entre la sociedad y los cuerpos policiales", explica Begoña, presidenta de la asociación.
Además, desde 2006, en Cataluña hace lo propio Gaylespol. También luchan por la diversidad en los cuerpos policiales.
EL ESPAÑOL ha hablado con cuatro agentes, tres policías nacionales y un guardia civil, de LGTBIPol para saber cómo viven los miembros del colectivo su día a día en el cuerpo y en qué aspectos hace falta avanzar para alcanzar la igualdad. Esto es lo que nos cuentan.
Begoña: "Alguien indagó en mi vida privada"
Begoña es la presidenta de LGTBIPol. Miembro de la Policía Nacional en Madrid, nunca dijo que su pareja era una mujer. No tenía el más mínimo ánimo de ocultarlo, sino que simplemente no hablaba de su vida privada. Cuando dijo que se casaba, comenzaron los cuchicheos.
"No tuve problemas hasta que me casé. De repente se enteran de tu libro de familia", se queja Begoña. "Tú no puedes indagar en mi vida privada, y hubo una persona que lo hizo", expone una policía que asegura que, personalmente, no ha tenido mayores problemas. "A mí esas cosas nunca me han amedrentado", cuenta, aunque claro está que a otros compañeros pueden dejarlos hechos polvo.
"El Cuerpo es igual que la sociedad, cada uno es de su padre y de su madre, los hay más conservadores y otros que no. Por eso digo que ha ido avanzando. El problema que tuve yo, ahora no me habría pasado", comenta Begoña, que asegura que ahora "da gusto entrar a la Policía".
Narra los inicios de la asociación y los momentos más duros. Cree que dentro de la Policía Nacional, institución a la que pertenece, hay que seguir dando pasos por la diversidad.
En realidad, nadie le suele poner pegas a la actuación de LGTBIPol. Realizan muchos cursos de concienciación dentro de los cuerpos policiales y participan en distintas actividades del Colectivo LGTBI.
El problema es cuando se hacen visibles. Ahí ya les dicen de todo. "Cuando hicimos el pregón en el Día del Orgullo hubo un antes y un después. Nos dieron por todos lados a los visibles. Incluso la gente LGTBI te criticaba, porque ahora les iban a señalar. ¿Ahora nos van a señalar de qué?", expone Begoña.
No obstante, recalca que generalmente la asociación está muy bien vista a nivel policial. Además, como en la sociedad, se siguen dando pasos hacia la diversidad.
A pesar de todo, la agente piensa que la Policía debe visibilizar aún más que apoya al colectivo LGTBI. El motivo, claro está, es que aún "no es todo lo normal que se debería, pero está más avanzado".
Le llegan a la asociación casos de problemas entre miembros del cuerpo por ser LGTBI. Ellos tratan de ayudar a estas personas para que esto no se vuelva a producir, y rechaza una vez más que todos los policías sean tradicionales: "Somos un reflejo de la sociedad".
La agente, natural de Jerez de la Frontera, cree que hay que quitar los prejuicios que se tienen respecto a los cuerpos policiales. Sobre todo para que aquellas personas que tengan que denunciar por un delito de odio no tengan miedo de hacerlo.
Jesús: "Mis compañeros confrontaban los rumores"
Jesús nació hace 35 años en Cortegana (Huelva). Cursó sus estudios de marketing y trabajó en la empresa familiar. Sin embargo, a los 21 años decidió buscar un empleo más estable: a los 22 años aprobó y entró al cuerpo de la Guardia Civil.
Cuando llevaba tres o cuatro años en el cuerpo, decidió salir del armario. "No me supuso ningún problema", rememora. Al principio decidió ocultarlo y lo pasó realmente mal. Su primer destino fue en la pequeña localidad onubense de Lepe.
No quería que nadie lo supiera y, cuando salía con los amigos y ligaba, pasaba malos ratos. "Esos miedos, el qué dirán...", comenta.
Comenzó a llevar una doble vida que le afectó en lo personal y en lo laboral. Tuvo que darse de baja e ir a tratamiento. Al incorporarse de nuevo al trabajo tomó la decisión de no volver a ocultarlo. Se armó de valor y lo contó. Llevaba 3 o 4 años en el Cuerpo.
"Los que más me ayudaron fueron mis compañeros", dice ahora con orgullo. "La gente tiene muchos prejuicios por la Guardia Civil. Yo gracias a mis compañeros me resultó supersencillo dar el paso. Ellos me facilitaron porque su apoyo fue fundamental. Ellos mismos son los que confrontaban los rumores de otros compañeros".
Jesús también incide en que para dar ese paso de gigante influyó su pueblo, Cortegana. Tras 13 años en Algeciras, ahora quiere volver a la provincia de Huelva.
"Al principio la gente tiene prejuicios, pero una vez que lo saben no hay problemas. Yo siempre lo digo, que el apoyo de los de Madrid fue fundamental", apunta Jesús.
Llegó a su destino en Algeciras y cuenta cómo le fue. "Como yo ya era libre, no te ves con la necesidad de contar nada, te da igual que se enteren", comenta. "En Algeciras me he sentido siempre uno más y me siento muy orgulloso de ello".
Jesús cuenta que nunca ha tenido problemas personales, aunque cuando no había salido aún del armario "escuchaba comentarios desagradables". "No es respeto, que crea prejuicios, es integración", recalca.
Sobre cómo ve la relación actual entre la Guardia Civil y el colectivo LGTBI, Jesús destaca que hay dos instituciones: "Una liberal y una con una mentalidad bastante arcaica. Porque todo lo del mundo LGTBI es maravilloso y está muy bien mientras no me salpique. Porque es que la Guardia Civil tiene que ser neutral", dice con ironía.
Jesús cree que la Guardia Civil debe abrazar aún más la simbología. Ese es, desde su punto de vista, el problema. "Si hay que ser neutrales, no dejemos que los Guardias vayan en los pasos de Semana Santa", comenta este agente que se define como cofrade.
Él ve diferente la forma de tratar en ese aspecto a unos y a otros. Porque puedes acompañar a una imagen religiosa con el tricornio, pero la Guardia Civil no ha desfilado hasta el momento en el Día del Orgullo. "En el tema de la simbología hay problemas", afirma Jesús.
Piensa que es "fundamental" darle visibilidad a que los miembros de las FCSE también pertenecen al colectivo LGTBI. "Nada más que hay que ver la entrevista que le hicisteis el otro día a José. La mitad de los comentarios de gente del gremio estaban en contra. Estos pasos de visibilidad son fundamentales porque esto es como cuando los buzones. Es necesario porque la gente se alarma por algo que nos afecta. Gracias a la visibilización podemos llegar a más gente".
Como muestra de esta importancia, comenta la charla que tuvo días atrás con una pareja gay, que se sorprendió de que fuera Guardia Civil: "La gente del colectivo tiene la mentalidad de que somos una institución arcaica. Hay gente que piensa que se van a reír de ellos cuando van a denunciar un delito de odio y eso no es así".
Termina Jesús su testimonio con una reflexión: "Guardias gais habrá muchísimos, pero en la Asociación somos muy pocos. De 70.000 guardias, conozco a tres o cuatro. La gente tiene miedo, pero a nivel compañero van a encontrar todo el apoyo. Yo animo a todo el mundo a que dé el paso, que le podemos hacer mucho bien: a ellos individualmente como persona, a los cuerpos y a la sociedad".
M. M.: "Vienen con prejuicios"
La importancia de la visibilización del colectivo dentro de la Policía la recalca la agente M. M. Está casada con otra mujer y son madres de dos hijos. "La gente viene con prejuicios de fuera, piensa que si denuncia o te cuenta cualquier cosa vas a entrar a valorar y tal, pero yo soy la primera que estoy casada con una mujer", comenta esta miembro de la Policía Judicial de Madrid.
Tiene 39 años y lleva 10 en el cuerpo. "Ahora no es igual que antes. Mi pareja y yo accedimos juntas a la academia y no dijimos nada. No es algo que considere que tengo que decir. El resto de mi vida ha sido completamente normal", comenta M.
No quiere dar su nombre por motivos policiales, no po miedo a lo que piensen en el cuerpo. De hecho, sabe que sus compañeros pueden reconocerla.
Ejemplifica que no ha tenido ningún problema hablando de los permisos de paternidad y maternidad. "Cuando mi mujer tuvo a nuestra primera hija, no tuve ningún problema para coger el permiso de paternidad. Cuando yo tuve a nuestra segunda hija, ella tampoco tuvo problemas para recibir los permisos", alude.
Cuando es preguntada si ha tenido algún problema dentro del Cuerpo Nacional de Policía, es sincera. Su valoración coincide con la de Begoña, presidenta de LGTBIPol.
"Aquí hay todo tipo de personas. Hoy todo es mucho más fácil: está más visibilizado y la gente tiene menos miedo a decirlo. En estos últimos 10 años ha cambiado mucho la cosa. Sobre todo, esto es muy diverso", dice M.
Para ella es fundamental que el colectivo tenga visibilidad dentro del cuerpo. Piensa que ahora mismo se está en una buena línea. "Hay mucha implicación en la Policía Nacional", comenta la agente.
Aún así, M. cree que cada uno debe tomarse su tiempo para tomar la decisión de exponer su condición sexual. "Eso es muy personal, porque igual a mí me ha ido fenomenal y hay gente más sensible que prefiere no decir nada por distintos motivos. Te animaría por motivos personales: llega un momento de relax".
José: "Confía en tus compañeros"
José tiene 40 años. Empezó su andadura en las FCSE siendo militar. Por entonces, José se reconocía como heterosexual. Cuando vio que se le quedaba corto el sueldo del Ejército, decidió buscar una escala superior. Regresó a Madrid tras estar en Ceuta destinado. Se presentó a las oposiciones de Policía Nacional. Durante el tiempo de estudio empezaron sus inquietudes sexuales con hombres. Luego, accedió sin mayores problemas a la Policía.
"Tenía más ocio y fui explorando", cuenta en conversación con EL ESPAÑOL. Accedió a la academia de Policía y sólo tuvo un poco de recelo en las duchas. "Lo que temía es que a alguien le molestara mi presencia allí. Me sonaba un poco al ejército, es todo muy colectivo y entonces yo tenía un poco de pudor porque alguno se creyera que yo les iba a mirar o algo, pero en ningún momento tuve ningún problema. Fue más que nada una sensación propia", dice.
A partir de aquí, José fue destinado a Málaga y dentro del cuerpo asegura que no ha tenido nunca un problema. "Esta es una ciudad muy turística, muy gay friendly y esta plantilla está muy abierta a cualquier tema LGTBI".
Cree que la percepción desde fuera sobre la combinación de Policía y LGTBI es errónea. "Cuando estás dentro del Cuerpo, lo ves diferente. En el tema LGTBI en la policía, por lo que yo he visto, estamos muy preparados y muy acostumbrados. Las personas LGTBI estamos muy acostumbrados. Jóvenes y mayores veo que están preparados para abordar cualquier problema", dice José.
Anima a todo el colectivo a denunciar cualquier delito de odio que sufran "sin ningún pudor, que nadie tenga miedo. Estamos muy en contacto con la sociedad y con los problemas y siempre la policía está allí. No es algo tabú, no es algo que no sabemos, es algo que siempre pasa. La policía siempre está", comentan.
No obstante, es consciente de que se puede mejorar. Cree que el CNP debería tener más formación sobre temas LGTBI y más medios para tratarlos, todo ello a nivel nacional.
Asimismo, piensa que los medios de comunicación deberíamos dar más visibilidad a noticias sobre delitos relacionados con los temas LGTBI y la policía. "Sería muy positivo para todos", dice.
José anima a sus compañeros. Les pide que sean ellos mismos, aunque es consciente que revelar su condición sexual es algo que pertenece a cada uno.
"Le diría que no se disfrace en un envoltorio. Tenemos un arma, entramos a un barrio peligroso y me va a ayudar el compañero que está al lado. Tenemos que tener una relación de confianza, nos tenemos que guardar las espaldas y el plano personal es muy importante. Tienes que darte a conocer y conocer a tus compañeros. La policía no es tonta", apunta.
Dentro de su argumentario, José piensa que el colectivo LGTBI tiene muchos enemigos, a pesar de que el ciudadano no lo sepa. Ahora ya no están los grupos ultras que pegaban palizas, "ahora es un chaval normal que no tiene una cabeza rapada, no tiene nada que le identifique, pero porque no le han educado, no le han dado herramientas, siente animadversión al colectivo LGTBI…".
Él tuvo recientemente un problema. Un hombre se le encaró en el gimnasio por llevar la bandera del orgullo LGTBI en la mascarilla, cuenta. Llamó a sus compañeros, que sabían que iban a estar para ayudarles, pero de lo que se queja es de un estamento posterior: la justicia.
"Yo sé que si tengo un problema en la calle, Policía y Guardia Civil van a estar ahí, pero la justicia sí tiene que cambiar un poco. Para mí fue un mal trago ir al juzgado. Para mí fue un mal trago llamar a mis compañeros. Ese día fue un infierno", comenta.
Piensa que en la justicia se debería de "ayudar y punto, y no ponerla -a la víctima- más en vergüenza. Si alguien denuncia un tema LGTBI es porque le está pasando. Se inventará otra cosa, pero eso no. No dices que eres LGTBI, no te cuentan su vida privada".