A las 11 horas del 8 de marzo de 2019, durante una inspección rutinaria con máquinas de rayos-X, varios agentes de la Guardia Civil destinados en el aeropuerto de Barajas (Madrid) detectaron que en un envío postal podía ocultarse una sustancia prohibida.
El paquete procedía de Perú. El destinatario que aparecía en el remite esperaba en la elitista urbanización gaditana de Sotogrande, en el municipio de San Roque. Aquel bulto pesaba 3.574 gramos.
Cuando los agentes abrieron el paquete se encontraron con tres bolsas amarillas con una inscripción que decía “tintura vegetal artística”. Las bolsas contenían una sustancia pastosa marrón que los agentes mandaron a analizar. Sus sospechas se confirmaron al recibir el resultado del estudio.
El contenido de las bolsas era ayahuasca -también conocida como ‘liana de los muertos’ en la lengua quechua-, un brebaje de plantas amazónicas que en determinados países de Suramérica, como Perú o Brasil, se utiliza desde hace siglos como remedio médico y para fines espirituales.
Pese a aterrizar en España hace más de tres décadas, su consumo está viviendo un ‘boom’ en el país desde hace tres o cuatro años. Con una simple búsqueda en la Red es fácil encontrar ofertas de retiros de varios días donde se consume este tipo de alucinógeno con diversos objetivos, desde luchar contra la ansiedad o como herramienta para combatir las adicciones.
La ayahuasca es una infusión de plantas que contiene Dimetiltriptamina (DMT), una sustancia alucinógena potente y que, bajo control de expertos, puede ayudar a combatir la depresión grave, como en 2018 confirmaron varios investigadores brasileños de la Universidade Rio Grande do Norte. Su estudio acabó publicado en Psychological Medicine, revista editada por la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Pero la ayahuasca está incluida en las listas de drogas fiscalizadas en el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971, del que España forma parte. Sobre esa base legal se podría sustentar una acusación por tráfico de drogas. Ya hay precedentes de condenas.
En agosto de 2015, la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón condenó a un año y seis meses de prisión a una mujer, vecina de Burriana, por un delito contra la salud pública por recoger un paquete procedente de Perú que contenía más de dos litros de ayahuasca. La vista se celebró por conformidad.
José Carlos Bouso, psicofarmacólogo del International Center for Ethnobotanical Education, Research & Service (ICEERS), con sede en Barcelona, aboga públicamente por incluir esta y otras plantas en la medicina occidental para tratamientos de algunas enfermedades mentales. Pero siempre bajo prescripción y supervisión de profesionales en Psiquiatría y en otras parcelas médicas.
Grupodependientes
Pero esa es la parte ‘amable’ de la ayahuasca. Las fuentes policiales consultadas temen que, de forma paralela a ese incremento de su consumo en España, se estén creando grupos sectarios con rasgos de dominación de la conducta.
“En España tenemos el número más elevado de retiros de toda Europa, con diferencia. Se celebran incluso en plena pandemia. Se llevan a cabo varios semanalmente por distintos lugares”, explica un agente especializado en la lucha contra las sectas.
“Se abusa de todo el ritual para captar al adepto en sus redes y volverlo grupodependiente. Hemos recibido afectados de manipulación coercitiva (directos o familiares) por las empresas o grupos que hay detrás de estas propuestas” para expandir su consumo en España, puntualiza la fuente. “De ahí a la dominación de la voluntad sexual hay una leve distancia. Eso también nos preocupa”.
El desembarco en España de supuestos chamanes suramericanos tampoco ha pasado desapercibido para las fuerzas policiales. En enero de 2020, la Audiencia de Navarra juzgó a un ‘maestro’ chamánico colombiano de 38 años acusado de suministrar ayahuasca a una mujer para sumirla en un estado alucinatorio y aprovechar su falta de consentimiento para agredirla sexualmente en el transcurso de un viaje. La Fiscalía pidió para él nueve años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales.
Durante un “acto de sanación” celebrado en Madrid en presencia de dos personas más, el chamán hizo un ritual nocturno con una amiga y un amigo de la víctima. Empezaron la ceremonia a medianoche, cuando el acusado tomó la palabra, tocó la guitarra, extendió sal alrededor del fuego y preparó una bebida en la que mezcló dos sustancias, una de ellas la ayahuasca. Los tres participantes en la ceremonia sufrieron náuseas, vómitos, mareos y alucinaciones.
La víctima, además de ello, empezó a tener mucho miedo, a llorar y a llamar a sus amigos porque sentía que se estaba muriendo. Según el relato del fiscal, pese a no estar en condiciones de viajar, el acusado, que no tenía coche, insistió en que la víctima le llevara a Navarra.
Durante el trayecto, el chamán empezó a cantar y a masturbarse en el interior del coche con el pleno conocimiento de que la víctima estaba privada de su capacidad por los efectos de la ayahuasca, sostuvo la Fiscalía.
La penetró vaginalmente
El ‘maestro’ chamánico le pidió que lo masturbara y le hiciera una felación, a lo que ella accedió bajo el influjo de la droga. De madrugada llegaron a un hotel, donde la desnudó y la penetró vaginalmente.
A la mañana siguiente, en otra localidad, la víctima seguía convencida de que se estaba muriendo y padecía una sensación de irrealidad. Salió a la calle y pidió ayuda. En el hospital se le diagnosticó una intoxicación por ayahuasca. Sufría nerviosismo generalizado y sensación de pánico. La mujer padece estrés postraumático.
Sin embargo, la Audiencia absolvió al acusado, una decisión que generó polémica en Navarra. En la sentencia se usa el argumento de que la víctima fue "consciente del consumo que había asumido al tomar de forma voluntaria una sustancia que podía alterar el grado de conciencia o voluntad suficiente para concluir en la realización de los actos sexuales".
El fallo del tribunal señala que durante el viaje de Madrid a Navarra la denunciante se comunicó con diferentes personas por teléfono (su madre, un amigo, su novio...) "sin que nada indicara acerca de que pudiera estar actuando con ausencia de voluntad propia o sin su consentimiento, llegando a expresar, incluso, lo contrario".
La sentencia recoge que "no consta que estuviera privada o afectada de su capacidad de decidir y consentir para mantener las relaciones sexuales antedichas".
Esta semana se ha vuelto a hablar de alucinógenos en España a raíz de un caso que saltó a la opinión pública. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Xátiva (Valencia), ha procesado al actor Ignacio J.G., cuyo nombre artístico es Nacho Vidal, por la muerte del fotógrafo de moda José Luis Abad durante la celebración del denominado 'rito del sapo bufo', el 28 de julio de 2019, en la casa de la antigua estrella del cine porno.
Este rito consiste en inhalar vapores de veneno de sapo, una droga alucinógena empleada en determinados ambientes tanto para usos recreativos como por sus supuestos efectos terapéuticos para combatir adicciones. La magistrada considera que los hechos podrían constituir un delito de homicidio por imprudencia.