Tres horas. Ese es el tiempo exacto que tardó la anécdota en convertirse en una historia per se. Este miércoles, a las 11.50, el programa La hora de La 1 emite que la infanta irá a estudiar a Gales y en un rótulo se puede leer “Leonor se va de España, como su abuelo”. Empieza la polvareda en las redes sociales, que es donde ahora se elige qué importa y qué no. A las 13.00, la anécdota llega a los oídos de la administradora única de RTVE. Decide que hay que despedir a los responsables y mandar un comunicado para acallar el ruido. La nota se lanza a las 14.50, pero el ruido, por supuesto, no cesa. Ya se ha convertido en historia.
En medio de este revuelo que ha puesto (de nuevo) el foco en el debate sobre la Monarquía o sobre el control del gigante de comunicación público, sobresale una figura, la de ella, Mónica López (46 años). Aunque el asunto se le escapó de las manos y no tenía ninguna responsabilidad, rápidamente se convirtió en el rostro de esta historia. Aunque, ese miércoles, siguió el programa con aparente normalidad, al día siguiente figuraba compungida pidiendo disculpas. A fin de cuentas ella es la directora, es su espacio.
“Desde ayer se está hablando mucho de este programa, incluso estamos en la portada de algunos periódicos”, arrancaba el jueves López. “Tal y como se dijo ayer al poco de producirse este error, RTVE lamenta profundamente lo ocurrido y mantiene, evidentemente, su compromiso con el respeto a las instituciones del Estado. Además, ha relevado de sus cargos a los responsables de esta equivocación”, seguía. De nuevo, su disculpa apareció en todos los medios.
Mónica López aterrizó en Televisión Española en 2008 como mujer del tiempo, un puesto que normalmente queda relegado a un segundo plano. Pronto empezó a destacar, se fue loando su labor y acumuló algún premio -un Ondas, entre ellos-. Cuando la cadena buscó a un sustituto para María Casado en La mañana de La 1, su aval de audiencias con las isobaras convirtió a López en la cabeza de un programa relativamente maldito y que había acabado con las anteriores, la propia Casado y Mariló Montero. Ahora ha sido a ella, la otrora mujer del tiempo, a la que le ha tocado aguantar el chaparrón del rótulo antimonárquico.
“Ella como meteoróloga era una crack, porque comunica muy bien y lleva toda la vida haciéndolo y no hay nadie en la casa que lo discuta. Daba muy bien en pantalla y tenía muchos conocimientos técnicos, nadie en Torrespaña va a decir lo contrario”, cuenta un compañero que ha pedido permanecer en el anonimato. “El problema, y se ha visto un poco con lo del rótulo, es que no es periodista. Eso genera cierto malestar y en ese pecado lleva la penitencia”, añade.
La anécdota del rótulo se ha convertido en algo político de la mano de Podemos, siempre al quite, especialmente desde el sector de Pablo Iglesias y su mariscal de campo, el portavoz parlamentario, Pablo Echenique. La formación morada, que pugna contra el PSOE por el control de RTVE, ha aprovechado para arremeter contra la Corona y contra la administradora única, Rosa María Mateo, y registrará una pregunta en el Congreso para que se esclarezca si ella recibió una llamada de Zarzuela.
La historia del rótulo traerá cola.
Como mujer del tiempo
Mónica López nació en Seo de Urgel (Lleida) el 10 de enero de 1975. Cuando tenía 14 años y cursaba segundo de BUP, se cruzó por su camino un profesor de Física que le inculcó el amor por lo que más tarde, para ella, sería la meteorología. Así, decidió estudiar y se licenció en física de la tierra y el cosmos, en 1997, en la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus primeros pasos como mujer del tiempo fueron en cadenas locales, alejada de la presión de las grandes audiencias, y llegó a TV3.
Su primer gran salto al vacío le llegó el 1 de julio de 2008, cuando la hicieron directora del departamento de meteorología y presentadora del tiempo del Telediario 2 de Televisión Española, sustituyendo a José Antonio Maldonado. Dos meses después, el 1 de septiembre del mismo año, aparecía por primera vez en la televisión pública. Con menos tablas, con una cara mucho más joven, la prometedora mujer del tiempo se defendió y empezó una carrera que duró 22 años y sobrevivió a tres gobiernos, que en RTVE no es poco.
“Ha tenido episodios gloriosos dando el tiempo”, explica otro compañero. “Dirigía la sección con mano de hierro y se llevaba relativamente bien con todo su equipo, a pesar de que a veces podían aparecer algunas tiranteces, porque tiene una personalidad dura, pero eso es como en cualquier otro trabajo, no ha tenido grandes problemas”, añade. “Con el tiempo fue haciendo un núcleo duro de cercanos en el que estaba Albert Barniol, con el que tuvo una relación personal espléndida, y con Martín Barreiro, a quien ahora se ha llevado con ella al programa que dirige”, comenta.
Con ellos dos y con su exmarido, David Torres, Mónica López tuvo que vivir su primera gran polémica. Fue en 2014. Los tres, junto a otros familiares y cercanos, fundaron una empresa de contenidos meteorológicos y RTVE creyó que estaba usando datos de la cadena para ahorrar los costes de comprarlos a la empresa que habían montado. La cadena pública, entonces, les acusó de haber “transgredido la buena fe contractual” y les suspendieron de empleo y sueldo durante 20 días.
Ese golpe, que para muchos habría supuesto el fin de su carrera en Televisión Española, al final, quedó mitigado por un informe independiente que esclareció que nada de eso había sucedido. Y se repuso. Mónica López siguió escalando, creciendo. Dos años después recibió el Premio Ondas y consiguió que la audiencia de su sección, la del tiempo, creciera poco a poco y ella fue ganando posición dentro de la cadena.
Cuentan los que han trabajado con ella que, aunque no es una persona que haga de su ideología una bandera, sí que se ha mostrado muy catalanista. “Hubo un conflicto con ella en torno a la forma en la que se denominaba Ibiza. Parte de la dirección quería que, en casos así con territorios que son una marca internacional, los nombres salieran en castellano y no en catalán. Que se escribiera Ibiza en vez de Eivissa. Ella siempre defendió que fuera en catalán y, al final, consiguió ganar la batalla. Era un lío cada vez que eso se discutía”, cuenta la fuente.
El gran salto
-¿Por qué, cuando quitan a María Casado, deciden meter a Mónica López? A fin de cuentas había presentado el tiempo, pero no había llevado ningún programa ni tenía experiencia en información política.
-Mónica llevaba un aire de triunfadora porque en el Telediario 2, su espacio era uno de los más vistos del día. Es que lo hacía muy bien. Cuando empiezan a darle vueltas y a buscar un relevo para María, piensan que esos buenos datos del tiempo se deben a Mónica. Y así era, porque tenía una forma de contar el tiempo y una fiabilidad en antena… si a eso le unes el factor de Enric Hernández (director de Información y Actualidad de RTVE), que además también es catalán y tiene una filosofía similar a la de Mónica, ahí tienes el resultado.
Antes de dar ese paso, las mañanas de Televisión Española se habían empezado a rodear de un aura de malditismo. La salida de Mariló Montero, que había presentado La Mañana de La 1 durante siete años hasta 2016, abrió un camino del que la cadena no se recuperó. La de Montero fue una salida amarga, con mucho enfrentamiento con la dirección, que no la respaldaba en sus múltiples meteduras de pata. Y la audiencia no servía de garantía ya que no podía competir con Ana Rosa, en Telecinco, ni con Susana Griso, en Antena 3.
Su sustituta entonces, María Casado, vivió un tiempo idílico al principio, logró reflotar el espacio y darle más audiencia -aunque sin llegar a hacer batalla contra su competencia- pero eso no le sirvió de nada. La dupla formada por Rosa María Mateo y Enric Hernández decidió prescindir de ella, hacer desaparecer el programa al igual que Los Desayunos, firma histórica, y colocar a Mónica López en un programa mastodóntico que acaparara todo: La hora de La 1.
“Su nombramiento no sentó muy bien a algunos miembros de la plantilla”, cuenta un compañero de ella. “Cuando Mónica estaba al frente del tiempo, ella no dejaba contratar a periodistas especializados, sino que contrataba a meteorólogos, gente que hubiera estudiado física o que tuviera una trayectoria previa en el sector”, añade. “Había gente muy buena que no volvió a salir en el telediario por eso. Pues, ahora, cuando ella, que no es periodista y no ha pisado una rueda de prensa ni la Moncloa, la nombran presentadora del programa, pues ha pisado callos”, apuntala.
“La hora de La 1 es una apuesta muy arriesgada, lo es el meter en un solo programa toda la mañana”, explica una fuente sindical. “Es una apuesta muy personal de Rosa María Mateo y de Enric Hernández, cierto, pero todavía es muy pronto para saber cómo funciona. El programa empezó a emitirse en septiembre del año pasado y aún no está claro”, añade.
Sin embargo, las audiencias de Mónica López no terminan de despegar. En su primer trimestre la cuota iba camino del 10% del share, pero acabó 2020 con un 9,4%. Esa cifra queda muy lejos del 19% con el que acabó Ana Rosa y el 12,8% de Susana Griso. Sí que va en la línea de las cifras que hace La 1, que en enero registró un 9,8%, pero es su peor registro de un mes de enero de su historia y esas comparaciones son odiosas.
En un momento en el que la cadena, y Mónica López como presentadora estrella de su mañana, necesitan chutes de audiencia, consiguiendo un buen programa y generando fidelidad del público, van y cometen el error de emitir ese rótulo.
Se veía venir
El 1 de septiembre del pasado 2020, a la vez que empezaba La hora de La 1, llegaba a Prado del Rey, una de las sedes de Televisión Española, Bernat Barrachina. Subió una foto a Twitter de su llegada y publicó: “TVE haz conmigo lo que quieras”. Cinco meses duró en el trabajo. Barrachina, que fue jefe de prensa del Ayuntamiento de Badalona hasta que el alcalde, Álex Pastor, fue detenido tras conducir borracho y agredir presuntamente a un agente, reconducía su vida profesional a la televisión. Ya había sido guionista en otros programas de televisión y volvía. Pero escribió el rótulo de la discordia: "Leonor se va de España, como su abuelo".
Según apuntan fuentes internas a este diario, lo del rótulo se veía venir. Falló la cadena de mando, el control interno que evita ese tipo de errores. La producción del programa corre a cargo de la empresa privada Tesseo y, hace unos meses, la persona al mando de ese tipo de controles se fue de su puesto por desavenencias económicas. Nunca fue repuesta.
“Hay que tomar medidas, porque es algo muy grave en una cadena pública”, explica una fuente sindical. “Pero no se le ha dado el fondo ni la investigación que merece, porque no sólo es el que escribe, sino toda la gente que hay por medio hasta que sale en la pantalla. ¿Todos estaban despistados o qué?”, se pregunta. “Los directivos de los que dependen esas personas también tienen que ver qué han hecho”, añade, y ahí asoma el nombre de Mónica López como directora del programa.
Para otras fuentes, esto es el resultado del “deterioro que sufre la marca”. “Hay mucha frivolidad, poca seriedad. Una cosa así, si pasa en etapas anteriores, te crujen. Pero ahora llevan tiempo celebrando este tipo de chorradas y el programa se hace entre dos empresas y de manera frívola. Una cosa así, como la de la infanta Leonor, en etapas anteriores no habría ido en la parte del corazón sino en la de información”, cuenta un trabajador de RTVE.
La cuerda se está tensando, y de manera definitiva, y la empresa se acerca a un momento clave. La comandancia de Rosa María Mateo está cada vez más cerca de su fin, ya que la formación del Consejo de Administración avanza en el Congreso, y la cuestión se recrudecerá. “Hay una guerra sin cuartel, en los despachos y la redacción, entre los sectores próximos a Podemos y la gente próxima al PSOE, por el control de la esencia, de la información y los programas de contenido informativo, también el de La hora de La 1”, explica un trabajador.
Este viernes, tras el rótulo del miércoles y las disculpas del jueves, Mónica López volvió a dar su programa como si nada, como si todo fuera agua pasada. Sin embargo, por debajo de las costuras, las cosas se mueven. Esta mujer del tiempo reconvertida en presentadora estrella puede ver cómo en la lejanía se acercan tormentas. Y pueden ser mucho más gordas que un rótulo desafortunado. El tiempo dirá.