Cerca de 70 multinacionales de 27 países diferentes campan en el Sáhara Occidental con permiso de Marruecos. Mohamed VI ha sabido sacarle rentabilidad a este territorio rico en fosfatos, caladeros de pescado, reservas de petróleo, gas, uranio y cobre. Además, sabe que es un espacio propicio para instalar parques eólicos y fotovoltaicos. Ahora, estableciendo alianzas con Estados Unidos e Israel, quiere hacerlo fértil y pasar a la Historia.
El equipo del monarca alauita, encargado de la política exterior del país, ha urdido una labor diplomática para atraer la inversión extranjera, cediendo terrenos en el Sáhara Occidental para la instalación de multinacionales, en respuesta a un reconocimiento político del territorio.
Es decir, Marruecos cede terreno a empresas extranjeras a cambio de que sus gobiernos reconozcan el plan de autonomía del Sáhara Occidental por el que se anexiona este territorio no autónomo de las Naciones Unidas, que está bajo la supervisión del Comité Especial de Descolonización. El resultado final son consulados honoríficos de diferentes países. Una guerra diplomática al Frente Polisario, que reclama un referéndum de autodeterminación.
De hecho, el ministerio de Información de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) envió un comunicado en el mes de noviembre a todos los países del mundo para que se abstengan de realizar cualquier actividad en el Sáhara Occidental, “que conoce una situación de guerra abierta”. Hace referencia a la ruptura del alto el fuego el 13 de noviembre en el paso de Guerguerat, frontera con Mauritania.
Sin embargo, Marruecos sigue su guerra de guante blanco en los despachos de los mandatarios de las grandes potencias del mundo. Se ha visto el 10 de diciembre, con el decreto presidencial de Donald Trump reconociendo la soberanía marroquí sobre el territorio del Sáhara Occidental y anunciando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel.
Pocas horas después, el ministro de Industria y Comercio, Moulay Hafid Elalamy, afirmó en un comunicado haber sido contactado por muchos operadores estadounidenses e israelíes de renombre, que han expresado su interés en invertir en Marruecos, especialmente en las regiones del sur, como denominan las autoridades al Sáhara Occidental.
Entre los sectores a los que apuntan, el político citó las energías renovables y las algas. Y aseguró que “algunos proyectos se materializarán pronto”.
El político, además, precisó que con la decisión de Trump, respaldada por la apertura de un consulado en Dajla, “la clásica cuestión de saber si un producto en particular proviene del norte o del sur de Marruecos ya no debería surgir”.
Línea marítima
De hecho, justo la víspera del anuncio de Trump se instalaba la última empresa estadounidense en la ciudad de Dajla, un parque eólico de más 11.000 hectáreas para respaldar un centro de datos por un valor de 1.500 millones de euros, con capacidad de proporcionar más de 400 empleos directos altamente cualificados. Al mismo tiempo, Estados Unidos (EE UU) abría un consulado con vocación económica y comercial en Dajla.
Esa oficina consular servirá “para apoyar y alentar los proyectos de inversión y de desarrollo que aportarán beneficios tangibles”, anunciaba el embajador estadounidense en Marruecos, David Fischer, en una rueda de prensa el viernes en Rabat tras la histórica decisión de Trump.
No tardará mucho en ponerse en marcha la maquinaría. La inversión alcanzará los 3.000 millones de dólares entre bancos, hoteles y una compañía de energía renovable.
“Esta semana, tenemos previsto hacer una serie de anuncios que consolidarán la asociación estratégica EE.UU-Marruecos en materia de desarrollo económico y comercio, reforzando al mismo tiempo el papel de Marruecos como líder económico a nivel regional", adelantó el embajador Fischer.
EE UU cofinanciará el Puerto Dajla Atlántico, que acaba de sacar la convocatoria de licitaciones; y se abrirá una línea marítima directa con Atlanta, según ha podido saber EL ESPAÑOL. En el ámbito militar, ayudará a ampliar el muro de más de 2.700 kilómetros que separa a Marruecos de Argelia.
De esta manera, EE UU se beneficia de numerosas ventajas de la zona, entra ellas un posicionamiento geoestratégico. El diplomático considera a Marruecos como “la puerta de entrada económica” en África, gracias a los acuerdos de libre comercio firmados con países en Europa, en Oriente Medio y en el continente africano.
Planes de agricultura
El otro nuevo aliado del país magrebí es Israel, con quien Rabat reanudará las relaciones diplomáticas ateniéndose al plan de paz de Trump y a cambio de su apoyo en el plan de autonomía para el Sáhara Occidental.
“Van a restablecer las oficinas de contacto en Rabat y Tel Aviv inmediatamente con la intención de abrir embajadas. Y van a promover la cooperación económica entre empresas israelíes y marroquíes”, dijo a Reuters Jared Kushner, yerno de Trump y uno de sus principales asesores en la Casa Blanca.
Precisamente, Kushner fue el encargado de cerrar las negociaciones con Mohamed VI. A pesar de que su última visita a Rabat, en el mes de septiembre, suscitó polémica entre los partidos y asociaciones islamistas y de izquierdas.
El consejero especial de Trump ya fue recibido por el rey Mohamed VI en la ciudad de Salé en mayo de 2019, con el objetivo de fortalecer la asociación estratégica multidimensional, así como los avances en la África septentrional y Oriente Medio. Incluso, tuiteó una fotografía junto al monarca alauita.
Tel Aviv tendrá consulado en el Sáhara Occidental, pero además tiene el proyecto de convertirlo en un lugar cultivable con planes de agricultura de última generación. Reverdecer el desierto será el reto de Israel.
Israel, con la mitad de superficie desértica y poca agua, ya ha hecho florecer sus tierras áridas gracias a las tecnologías agrícolas que ha desarrollado, entre ellas el riego por goteo y la reutilización de aguas residuales tratadas. Otro de los hitos son las semillas capaces de resistir a enfermedades, a las condiciones adversas y al agua salina. Para África, “Israel es una fuente de soluciones”, según los expertos.
De hecho, produce el 95 por ciento del cultivo que necesita para consumo interior, y exporta su tecnología agrícola y experiencia a países desarrollados. Hay que tener en cuenta que se ha convertido en la despensa de Medio Oriente a pesar de las sequías, las pocas lluvias y los suelos arenosos y áridos que tiene.
Con la reanudación de las relaciones, Marruecos tendrá acceso también a todas las patentes de innovación israelíes en áreas de muy alto valor añadido: telecomunicaciones, tecnología aeroespacial o para uso civil, ciberseguridad, innovaciones médicas, etc.
“Tenemos fuertes ejes económicos para desarrollar con Israel, que tiene un conocimiento real. Tenemos complementariedades que promover ”, confirmó el ministro Moulay Hafid.
Desde el anuncio de la reanudación de las relaciones diplomáticas, el ministro de Industria y Comercio afirmó haber recibido llamadas de varios grandes operadores israelíes de renombre que quieren organizar una visita a Marruecos para explorar posibles áreas de cooperación. Entre ellos, se encuentran judíos marroquíes con interés en invertir en el país.
Además, una delegación de empresarios israelíes, encabezada por un ex ministro, y con la titular de Transportes de origen marroquí, viajará a Rabat para cerrar contratos de empresas de los sectores naval y tecnológico. En el terreno de la seguridad y defensa destacan las soluciones para interceptar y prevenir las actividades ilegales marítimas.
Sáhara y UK
En 2021, de acuerdo con el acuerdo comercial ya ratificado, y otro militar pendiente de ejecución, todo apunta a que Reino Unido será la siguiente gran potencia que reconocerá la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, una vez salga de la Unión Europea (UE).
Aunque ya cuenta con compañías de generación de electricidad y de explotación de hidrocarburos y una depuradora, tiene un megaproyecto para la transferencia de energía desde el Sáhara.
Un grupo parlamentario británico mantuvo una reunión con parlamentarios marroquíes de diferentes partidos políticos para discutir un plan de un inversor británico que quiere unir ambos país con un cable que cruza el Atlántico para la producción e interconexión de electricidad sin utilizar la infraestructura existente de España y Francia.
Incluso, estos dos últimos países europeos, que no han reconocido la soberanía marroquí sobre el Sáhara y no tienen representación diplomática en la zona, se benefician con una decena de compañías en diferentes sectores: fosfatos, navieras, energía solar, congelado y conserveras de pescado.
Y hasta Japón, China e India tienen holdings de fertilizantes químicos y energía en el Sáhara. Los tentáculos de la diplomacia alauita atrapan incluso a los países asiáticos, de donde ha regresado hace tan solo dos semanas el jefe de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), la agencia de inteligencia marroquí exterior y militar.
Baréin, inversor de proyectos de energía fotovoltaica en el Sáhara Occidental, será el próximo país en plantar un consulado. Aterriza esta semana en El Aaiún.