¿Celebrar o no celebrar la Navidad? Esa es la cuestión y el debate en el que se encuentran miles de españoles desde que el fin de semana pasado las primeras luces navideñas provocaran aglomeraciones en las principales ciudades, donde muchos viandantes se echaron a las calles para pasear o hacer sus compras coincidiendo con el Black Friday.
Las instantáneas de la madrileña calle Preciados, de la Puerta del Sol o del Paseo de Gracia, en Barcelona, abarrotadas por cientos de personas sin respetar la distancia de seguridad, causaron indignación y pánico entre los ciudadanos cuando el país se encuentra inmerso todavía en la segunda ola de coronavirus. Si esto ocurre un fin de semana de noviembre, cuál será el escenario en la última semana de diciembre, se plantearon muchos españoles. ¿Eran las recomendaciones del Gobierno y de las Comunidades Autónomas suficientes, viendo lo ocurrido, para evitar contagios y una masacre de muertos durante o después de las Navidades?
Al día siguiente, los políticos lo dejaron claro. Sí, eran suficientes. "Prefiero que estén en la calle que en casa, que es donde hay más riesgo. Que la gente salga a la calle no es el problema, el problema está en las casas, ahí es donde está el foco (...) Las restricciones de aforo en los bares y centros comerciales siguen siendo las mismas (...) Son unas imágenes normales en Navidad", aclaró el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado. Pero ¿puede haber imágenes "normales" cuando estamos en medio de una pandemia mundial?
Horas después, Italia encendía todavía más el debate nacional. El país vecino anunciaba, literalmente, que cancelaba las Navidades con el fin de mantener controlada la segunda ola y evitar una tercera. El ministro de Asuntos Regionales de Italia, Francesco Boccia, adelantaba este lunes que se mantendría el toque de queda nacional a las 22.00 horas durante todo el mes de diciembre, las limitaciones de movimientos regionales y que no habría excepciones para las fiestas de Navidad y Nochevieja.
¿Qué modelo es mejor?
Con ese ejemplo especialmente restrictivo al otro lado del Mediterráneo, era ya más que lógico que la mayoría de españoles se debatiese entre esos dos escenarios. La cuestión es, ¿qué modelo es el más idóneo para frenar el coronavirus? ¿Es mejor eliminar la Navidad o permitir que las calles estén abarrotadas de gente y veamos a nuestra familia? Para tratar de resolver esta disyuntiva, EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con dos epidemiólogos, con quienes ha debatido cuál sería la mejor de las dos opciones.
No obstante, sus planteamientos, al igual que el de muchos ciudadanos, también son algo contrarios. Mientras Joan Caylà, epidemiólogo en la Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis (Barcelona) apuesta por un endurecimiento de las restricciones como ha hecho Italia; Lluis Serra, catedrático y director del Instituto de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias de la Universiad de Las Palmas de Gran Canaria, cree que las medidas recomendadas por el Gobierno para las próximas fiestas son más que suficientes.
Italia
El primer motivo para optar por el modelo italiano, dice Joan Caylà, es el dato de la tasa de incidencia acumulada. En España se sitúa en 275 contagios por 100.000 habitantes. "Es una incidencia mucho más elevada que la que teníamos en verano. En aquel momento, con incidencias bajas no vino turismo. Y hay que contar, además, que los datos que se proporcionaron el lunes no incluyen datos de otras comunidades como Madrid o Cataluña. La cifra seguro que sobrepasará los 300", explica este experto.
Las cifras de contagio siguen siendo altas. Uno datos que, en opinión de este epidemiólogo, aunque en la actualidad están descendiendo no tardarán en aumentar con todos los eventos que se celebrarán en las próximas semanas. "En EE.UU. está preocupando mucho el Día de Acción de Gracias porque muchos americanos se han movido entre estados y habrá un incremento de ingresos y muertos. Sin embargo, solo es un día. Aquí ahora viene el puente de la Constitución, Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Reyes... la mayoría se va a reunir con no convivientes de manera continuada y eso va a favorecer la transmisión", cuenta Caylà.
Este epidemiólogo, además, plantea otras medidas que van en consonancia con las del país vecino. Joan Caylà no solo defiende que el toque de queda sea más amplio y que la limitación de movililidad entre CCAA siga restringida, sino también que los grupos burbuja se reduzcan, o que sean dos que puedan oscilar entre cuatro y once personas. "Deberíamos seguir la estrategia de los países europeos que lo han hecho mejor como Alemania, Francia o Italia, y que van a mantener las medidas hasta enero".
España
Frente a esta posición, en cambio, Lluis Serra defiende el modelo patrio y subraya que le parece adecuado que los españoles vuelvan a casa o que las comidas o cenas en Navidad se reduzcan a seis personas. Eso sí, cumpliendo estrictamente las medidas.
"El modelo italiano es muy restrictivo. A mí el modelo español me parece suficiente, pero es necesario que haya un criterio único de las personas que pueden conformar una burbuja. No puede ser que una comunidad diga 10 y otra 12, tiene que prevalecer la de seis. Y es importante que la gente entienda qué significa. No es hoy quedo con mis compañeros del trabajo, luego con los del gimnasio y después con la familia. Eso es mariposear de burbuja. Siempre deben relacionarse con las mismas personas, sino la cosa va a ir a peor", apunta Serra.
La movilidad entre CCAA, explica, tampoco debería ser un problema si las administraciones regionales permiten realizar en origen una prueba PRC, como es el caso de las Islas Canarias, donde reside este epidemiólogo. "En la movilidad está la transmisión del virus y en diciembre va a haber grandes movimientos de gente. Aquí, por ejemplo, van a venir 30.000 personas y a todas les ofrecemos hacerse una prueba de manera gratuita", detalla.
Luces navideñas
Por otro lado, el debate también se ha centrado en las luces navideñas y en lo que implican en cuanto a la movilidad de los ciudadanos. Y es que, según reconoce Joan Caylà, los adornos navideños y las imágenes que se capturaron en torno a ellas el fin de semana pasado en las principales ciudades españolas favorecen la propagación del virus.
"Pasó en la calle Preciados, en el Paseo de Gracia... Si tenemos a la gente hacinada el riesgo aumenta mucho. Hay que favorecer que se salga, pero que no salgan todos a las mismas horas. A primera hora de la mañana, a medio día, es tener sentido común. Si se ponen unas pocas luces y en una sola zona puede haber un efecto atracción. Hay que favorecer que la gente pasee por todas partes y no se hacine. Tiene que haber distancia de dos metros y mascarilla".
Al mismo tiempo, Caylà no comprende que los políticos aprueben comportamientos e imágenes como las que se pudieron ver en las calles hace unos días. "Lo hacen bajo el pretexto de ayudar a la economía, pero sus palabras pueden ser muy peligrosas para la sociedad. Nos hemos olvidado de las muertes y ya nadie hace caso. Que tengamos 200 muertes de promedio es algo increíble en un país desarrollado. Si la gente no cumple las medidas, a partir de Reyes podría aumentar mucho esa cifra".
Zonas oscuras
A Lluis Serra, sin embargo, no le preocupa que los ciudadanos salgan a comprar e inunden las calles. Tampoco que el toque de queda sea a las doce o a la una de madrugada ni que haya luces navideñas. Sino más bien lo contrario, las "zonas oscuras". El epidemiólogo se refiere a los "botellones interminables" en la calle o en las casas, y que según explica, son "un riesgo epidemiológico".
"El ocio nocturno es lo que nos ha creado un gran problema y habría que evitar este tipo de concentraciones se produjera. A mí me parece bien que la gente pasee por las calles, están al aire libre e incluso no sería necesario llevar la mascarilla, pero eso es muy difícil de controlar. De este modo, si estamos en un espacio abierto y con mascarilla la protección es altísima. La capacidad de contagio es mínima y podríamos estar relativamente tranquilos. Lo que sí debe evitar es ir comiendo o fumando por la calle", concluye.