La calle Joaquín Costa de Barcelona está llena de tiendas de reparación de móviles. También hacen fotocopias, envían dinero al extranjero y ahora, de forma eventual, dan horas para el carnet de paro. Lo hacen de forma clandestina. Logran lo que nadie consigue: una cita para el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal). Intentarlo en casa puede convertirse en una pesadilla: hay personas que llevan cerca de un mes intentando conseguir una de forma online. Pero la respuesta del sistema es siempre la misma: no hay disponibilidad.
Pero en estas pequeñas tiendas gestionadas principalmente por ciudadanos pakistaníes siempre hay una cita disponible. “Para hoy o como mucho para mañana”; aseguran a EL ESPAÑOL en uno de esos establecimientos. El único requisito es el DNI. Si el sujeto dispone de firma digital, la cita se le puede aligerar aún más. Si no, te cuentan cuál es el truco para obtenerlo lo más rápido posible.
Antes eran pocos los comercios que llevaban a cabo esta práctica rayana en la ilegalidad. Por una cita con el SEPE para formalizar los papeles del paro llegaban a pedir hasta 90 euros dependiendo del lugar y la urgencia. Pero así va el mercado: cada vez son más los locutorios que ofertan este servicio, lo que repercute en los precios. Hasta por 10 euros hemos llegado a conseguir cita en EL ESPAÑOL, que se adentra en esta calle de Barcelona donde las mafias de las citas online hacen su agosto. Solamente 500 metros por encima está la oficina del SEPE de la calle Sepúlveda, en la que nunca hay horas disponibles.
La calle Joaquín Costa
“Perdona, no sé si me puedes ayudar. Me han dicho que aquí me podéis conseguir cita para el carnet de paro. Está imposible por internet, pero me ha explicado un amigo que en los locutorios de esta zona me podéis echar una mano…”.
En los comercios de telefonía móvil de la calle Joaquín Costa ya se saben la historia. Cada día viene alguien preguntando. En los establecimientos donde no llevan a cabo esa gestión se disculpan y te orientan: “Aquí no, pero más abajo hay una tienda de pakistaníes que lo hacen. Tiene un cartel azul en la puerta”, contesta una joven marroquí que atiende en uno de ellos. Nadie pone cara rara, nadie se extraña. Todos han tenido al menos una visita preguntando por las horas del paro.
Tras las pertinentes averiguaciones, al final son tres los establecimientos que parecen dedicarse a este menester. Uno es una tienda de reparación de teléfonos. El otro es un locutorio normal que incluso tiene dentro una gestoría. En el tercero no atiende nadie porque tienen la persiana bajada, aunque son varios los testigos de la calle que aseguran que allí me pueden ayudar. “No sé por qué está cerrado. Entra mucha gente para lo del paro”, confiesan en una frutería próxima.
A la Fiscalía
Es vox populi y ya lo saben hasta en Fiscalía. Porque han sido los propios funcionarios del SEPE los que han identificado esta práctica y la han llevado a que la investiguen. Ni ellos mismos entienden qué sucede. No saben cuál es la operativa de estos comercios que están haciendo de la saturación administrativa española actual su agosto particular.
Lo resume Marisa Pérez, del sindicato USO, que es el que ha llevado este asunto a que sea investigado: “Hemos identificado esta práctica en Barcelona capital, en varias ciudades del área metropolitana como Terrassa y Sabadell, y hasta en Pineda de Mar”, le cuenta a EL ESPAÑOL Precisamente fue en ese último lugar donde se vendió la cita más cara de la que se tiene constancia: “90 euros por una cita inmediata. En el SEPE de Pineda de Mar siempre hay saturación en estas fechas, porque es zona turística y se acaba la temporada. Este año se agrava con la falta de citas, así que colocaron al menos una por 90 euros”.
Sea en Barcelona, en Terrassa o en Pineda, el lugar en el que hay que preguntar es el mismo: locutorios, tiendas de telefonía móvil, puntos de cambio de cambio y envío de dinero. En muchas ocasiones, todos estos servicios están reunidos en un mismo establecimiento. En la calle Joaquín Costa te dan pistas: “Si el locutorio es de latinos, ni preguntes. Lo llevan los pakistaníes”.
En uno de esos pequeños mercadillos electrónicos hay un cartel azul, tal y como nos indicaron. Es ahí donde obtenemos el primer sí al pedir una cita para el paro. “Me han dicho que aquí me podéis ayudar”. El dependiente es pakistaní y su primera respuesta es de desconfianza. Silencio, parece no entender. “Estoy desesperado ya”, le suplico. “Vale, dame DNI”, contesta en un español poco fluido.
No puedo darle el DNI porque yo no estoy en paro. Le digo que es para mi mujer y me pide que traiga su carnet y me consigue una cita. “¿Pero para cuándo?”, le pregunto. “Hoy o como mucho mañana”, me promete. Le pregunto el precio y pide solamente 10 euros. Una cifra lejana a las que manejan desde el sindicato USO en su comunicación Fiscalía: cifran en 40 euros el precio medio que venían pidiendo estas mafias. El descenso de precio podría responder, dicen, al incremento de la oferta. En una misma calle es posible hallar varios sitios donde disponer de número.
Asesores y carcasas
Le prometo traerle el DNI y le pregunto si eso es fiable, si es legal. Que yo llevo muchos días intentando conseguir cita y no hay manera. Que cómo lo hacen ellos para tener siempre. Ahí se hace un poco el loco, “Sí, sí, todo legal”, responde. “¿Pero cómo lo hacéis?”. Ante mi insistencia me dice que todo bien, todo legal y que le traiga el DNI, ya un poco más tenso. La grabación no puede publicarse, pero ya se halla en manos de la USO, donde aseguran que incorporarán esta información a su investigación.
La siguiente parada está en la misma calle, a 50 metros del locutorio del cartel azul. Este segundo comercio se dedica a lo mismo: reparar teléfonos y vender carcasas. Lo curioso está en el cartel de la puerta, donde además de anunciar estos servicios, pone “Asesoría”. Lo mismo te venden una funda del Barça que te apañan la hora del paro. Al preguntarle al chico que atiende (también de Pakistán), remite directamente a la trastienda. “Pasa, pasa. Dentro te dicen”.
Al fondo de la tienda hay una pequeña habitación donde espera otro joven pakistaní delante de un ordenador. En un español muy fluido informa rápido: “Necesito el DNI. Para pasado mañana lo tienes, para hoy y mañana ya no puedo conseguir nada. ¿Tienes firma digital?” me pregunta. Yo no tengo firma digital, pero él también informa de ese trámite: “Va más rápido si la tienes. Si puedes, ve al ayuntamiento a que te la hagan. Pero no vayas al de Barcelona que aquí es todo muy lento siempre. Ve al del Prat [de Llobregat]. Allí hay menos gente y va muy rápido”.
El precio que me pide es sensiblemente superior: 15 euros por la gestión. Aun así, sigue estando reventado en comparación a cómo se cotizaban la semana pasada. El poco margen de beneficio que da esta operación a los comerciantes también es desconcertante. Una rentabilidad escasa para tener a una persona las 24 horas pendiente del ordenador, vigilando si salen horas nuevas. Ese es el sistema que usan allí, me asegura el tipo de la asesoría. Salgo de allí con la promesa de volver cuando salga del Ayuntamiento del Prat.
¿Cómo lo hacen?
¿Es creíble la versión de este asesor pakistaní? ¿Es normal dejar a una persona vigilando un ordenador durante todo el día por 10 euros? Desde el sindicato confiesan que “ni nosotros mismos sabemos cómo lo hacen. La operativa del SEPE para dar horas es diferente en cada parte de España. Hay zonas del norte donde están dando cita para marzo del año que viene. Aquí trabajamos distinto, no queremos que se nos vaya tan lejos y ponemos un número determinado de citas al día, para poder atender cuanto antes. Cuando se acaban, se han acabado. Hay que esperar a mañana. Pues pones las citas en la página a las 8 y a las 8:03 ya se han terminado”, cuenta Marisa Pérez.
Dice también que cada oficina cuelga sus citas a la hora que considera oportuno. Que hay algunas que las ponen a las 8, pero hay otras que las suben a las 2 de la madrugada. Tanto da cuando se publiquen: se agotan en cuestión de minutos. “Encontramos que un mismo nombre tiene reservadas un montón de citas. Entendemos que esos son los que luego las venden en estas tiendas, porque una vez tienes tu hora, puedes modificar los datos. Ellos primero la consiguen con un nombre y un DNI cualquiera. Cuando venden una, le cambian los datos por los del comprador”.
Así, en España lo de pedir hora para el paro se ha convertido en una especie de concierto de Rosalía, donde millones de personas vigilan desde sus ordenadores que se pongan las entradas a la venta. Después de dejarse las yemas de los dedos actualizando el botón F5 del ordenador… su gozo en un pozo: no hay disponibilidad, se han agotado.
Dice el asesor pakistaní que ellos lo consiguen estando muy atentos. Niega cuando le pregunto si es un programa informático el que lo consigue. Porque esa es la gran sospecha de los operarios del SEPE: “Queremos creer que lo obtienen así, porque lo contrario ya sería entrar en suposiciones de hackeos. Estaríamos hablando de meterse en el sistema de la administración pública, que en teoría es la que tiene los protocolos de seguridad más fuertes”.
Sea como sea, EL ESPAÑOL ha podido comprobar para acabar que la vida sigue igual en la página del SEPE: no hay forma de conseguir una cita. Ni siquiera estando muy atento a las horas en las que debería ser más sencillo conseguirlas. En la calle Joaquín Costa de Barcelona, en cambio, las siguen teniendo frescas, para mañana o para el mismo día si tienes prisa. Se han convertido en los reventas oficiales del concierto del paro.