La pesadilla no ha terminado con la desokupación. Cuando la familia Hokholt por fin ha recuperado su casa tras más de un año en manos de inquilinos indeseados se han topado con una desagradable sorpresa: el suelo destrozado, basura por todas partes, todo el mobiliario robado, restos de plantas de marihuana y hasta un grafitti junto a la chimenea que celebra el amor entre “Cristian y Yuli”. En total, 70.000 euros en desperfectos y robos.
Hace dos meses, Jørn Hokholt relataba a EL ESPAÑOL cómo los okupas le arrebataron la casa que siempre soñó su madre, en Torre del Mar (Málaga). Esta familia noruega construyó esta vivienda en los años sesenta y llevaba desde entonces pasando los veranos aquí. “Para nosotros fue como un sueño”, contó Jørn a este periódico. “Era algo muy especial tener una casa en España en ese momento. Pasamos todas nuestras vacaciones allí, era la única casa de vacaciones que teníamos. Tengo tantos buenos recuerdos. La casa se ha usado mucho, porque, por supuesto, continuamos viajando a España cada verano cuando fuimos más mayores”
Y de repente, todo se truncó 13 meses atrás. Recibieron una llamada de sus vecinos que les avisaba de que había gente en su casa. No fue difícil descubrir esto. El okupa, por lo general, trata de pasar desapercibido las primeras 48 horas de okupación para evitar un desalojo por allanamiento y poder estirar su estancia amparado por la ley. No fue el caso de estos okupas, que la primera noche montaron una fiesta que se oía en todo el barrio.
A partir de ahí, comenzó el infierno habitual en estos casos. Con la dificultad añadida para los dueños de estar a más de 2.500 kilómetros, en Noruega. “No encuentro palabras para explicar lo que hemos pasado desde entonces. No se trata de españoles que lo están pasando mal por problemas económicos, sino gente que se aprovecha del sistema. Saben que con la ley en la mano pueden hacerse dueños de tu casa cuando lo deseen. Es increíble”, explicaba Jørn.
"No vayas a la policía"
El mismo vecino que le alertó de la okupación le avisó de que tenía que desalojarlos cuanto antes o la situación se podría alargar durante meses, o años incluso. “Le hicimos un poder notarial a un conocido. Entre otras cosas, esta persona trajo copias de nuestros pasaportes cuando fue a la policía para denunciar el caso. Allí le dijeron que la firma debía ser confirmada por un notario español. Antes de llegar a ese punto ya habían pasado más de un par de días, así que acabamos cogiendo el primer vuelo a España”.
A su llegada a España, Jørn acudió a la policía, en contra de lo que le decía su abogado. Los agentes le dijeron que no podían hacer nada. Es más, les advirtieron de que no se enfrentaran a los okupas, que son viejos conocidos de las autoridades.
“Llamé al abogado para informarle de que había denunciado el caso a la policía. Se enojó mucho. Era de la opinión de que debería de haberme enfrentado a los ocupantes con el fin de buscar algún tipo de respuesta violenta, hasta el punto de que me llegaran a golpear o atacar de alguna manera, porque entonces podría haber sido un caso criminal y no civil”.
Jørn, en su civismo nórdico, intentó explicarle a los okupas lo importante que Casa Elsa —bautizada así en honor de su madre— era para la familia. Los okupas no correspondieron a esa cortesía: “Su manera de expresarse y comportarse es aterradora. Uno de ellos me hizo señal de que me cortaría el cuello si me acercaba. Fue muy incómodo. Lo que más me sorprende es lo tranquilos y cómodos que están. Quizás esto no sea tan extraño, porque cuando acude la policía no es para echarlos a ellos, sino para sacarnos a nosotros de la propiedad”.
No importaba que estuvieran cultivando marihuana y que su comportamiento molestara al barrio. “Se defiende a los criminales”, protestaba el noruego. Hasta agosto habían tenido —y perdido— dos juicios. El tercero, el que les ha dado la razón, fue el mes pasado. Finalmente, tras 13 meses, han recuperado la vivienda.
"Destrucción absoluta"
Se podría decir que han recuperado lo que queda de ella. Los okupas han arramblado con todo. Ni los fogones han dejado. “La destrucción es absoluta. Y ya no son los daños, es la sustracción. Se han llevado todo el mobiliario. Todo”, explicaba Eduardo López, el representante legal de la familia en España, al programa Andalucía Directo hace unos días.
El caso llegó hasta la televisión noruega como algo inconcebible. “Ese reportaje saltó a Dinamarca. Yo tengo una clienta que tiene aquí una inmobiliaria y a raíz de ese reportaje [sus clientes daneses] le dijeron que ya no iban a comprar viviendas”.
La okupación ya está desincentivando la compra de viviendas de veraneo en España, según el relato del abogado de esta familia noruega. Este verano, no lo han podido pasar en Casa Elsa.