“Soy, literalmente, el garbanzo negro de VOX”.
Durate su entrevista con EL ESPAÑOL, Sayde Chaling-Chong hace bromas constantes con su condición de militante negro de la formación de Abascal. Que no deja de ser irónico que un partido de este corte ideológico sea conocido (entre otras cosas) por sus negros. Porque no hay ‘Negro de Podemos’ o ‘Negro de Ciudadanos’. Pero VOX tiene tres en su esfera mediática.
El primero es Ignacio Garriga, el oficial. Diputado, candidato a la Generalitat y uno de los principales valores del partido. El segundo es Bertrand Ndongo, camerunés y asesor de VOX en Madrid; tal vez el que más se ha prodigado en los medios de comunicación. Y el tercero es Sayde Chaling-Chong. “El auténtico”, recalca entre risas. Un percusionista cubano que llegó a España en 2002 para tocar en una gira y nunca más se fue.
Se declara profundamente anticomunista y por eso se afilió a VOX en 2018: “Huelo la dictadura a kilómetros de distancia, porque tengo experiencia”. Y es precisamente esa experiencia en totalitarismos la que le ha llevado a enfrentarse a la cúpula dirigente. A sacarle los colores a los jefes y llevarlos ante la justicia. Porque Abascal y Ortega Smith tendrán que sentarse en el banquillo a declarar. Y lo harán por una denuncia impuesta por los propios militantes del partido en Barcelona. Chaling Chong ha sido uno de sus principales impulsores de esta revolución interna.
La denuncia de Barcelona ha sido admitida a trámite por un juzgado de Madrid. Una primera batalla ganada que le ha llevado a profundizar en la situación de la militancia de VOX en el resto de España. Dice Chaling-Chong que lo que ha encontrado le ha horrorizado: “Cada día recibo mensajes de afiliados a los que les están haciendo el vacío. Gente que tiene miedo. Sufren coacciones, insultos y amenazas por no obedecer. Reciben visitas de ‘los hombres de negro’ que son los que presionan para que nadie se salga de la línea. Es lo que le ha pasado recientemente a la candidata de VOX en Parla, que ha tenido que abandonar el partido”, asevera.
Y advierte de lo que está por venir si los de Abascal siguen su ascenso fulgurante: “Me da miedo que VOX llegue al poder. Dios nos libre. Desde dentro he visto actitudes que solamente las había identificado en Cuba. Son lo mismo que Podemos y tan malos como Fidel. Totalitarismo, populismo, control absoluto de las discrepancias. Es un partido vertical, igual que en las dictaduras. Si te callas y le ríes las gracias, te dan un carguito. Si te plantas frente a ellos, sólo hay un final: el asesinato público. Eso es lo que están intentando hacer ahora conmigo”.
Una paliza en Barajas
A Sayde Chaling-Chong (La Habana, 1980), huir del régimen castrista le costó una paliza de sus propios compañeros de orquesta. Fue en 2002 en el Aeropuerto de Barajas. La banda Son Catedral regresaba a Cuba tras tres meses tocando por España. El director custodiaba el pasaporte de todos los músicos para evitar fugas. Pero Chaling-Chong decidió que no se volvía con Fidel. Giró sobre sus talones en la puerta de embarque y echó a correr para alcanzar la calle.
Varios compañeros salieron en pos de él. Le dieron caza justo en la puerta de la terminal y le empezaron a pegar. El director, experto en artes marciales, era el que más fuerte daba. Le acusaban de gusano (traidor) e intentaban hacerlo volver por la fuerza al avión. Un policía nacional de paisano lo evitó. Paró el linchamiento, retuvo a los agresores en un cuarto y devolvió a Sayde su pasaporte. Era libre. Nadie que viese a aquel hombre sangrando, amoratado y con dos muelas menos podría creer que estaba viviendo el momento más feliz de su vida.
Nunca ha regresado a Cuba. Allí dejó una hija que entonces tenía 3 meses y con la que no ha vuelto a reencontrarse. Murió su madre y tampoco pudo ir al funeral. Aquí se afincó en San Sebastián, se casó y tuvo un hijo. Al tiempo se separó y se marchó a trabajar a Cataluña, donde no le resultó difícil colocarse como músico. Solamente necesitó aprenderse la fórmula del éxito: “Hacer discos en catalán. Era garantía de que me una productora en concreto me los iba a publicar. El Pecat, los que editan a Lluis Llach. Música cubana cantada en catalán. Tres discos saqué así. El último se llamaba “Escalivada amb coco”, recuerda.
Reconoce Chaling-Chong que mejor le hubiera ido en Cataluña haciéndose pasar “por un izquierdista revolucionario y proindependentista. Porque a mí, afiliarme a VOX o salir a la calle con la bandera de España me ha costado el trabajo. Ya no me llaman más para hacer discos en catalán”, reconoce. Pero se define como patriota español “porque tengo una deuda de vida con este país”. Lo sumó a su sentimiento anticomunista y a su rechazo al independentismo. Así empezó su aventura política.
Los hechos de octubre
Entró en VOX en 2018 y su ascenso fue fulgurante. Sonó para liderar el grupo local de Barcelona. Llegó a compartir foco en magazines matinales de la tele con Espinosa de los Monteros. Su carrera era prometedora. Pero en febrero de 2019 sucedió algo que trastocó los planes: tres miembros del comité ejecutivo provincial causaron baja. “Enviamos un correo a Madrid notificándoles las sustituciones pero no nos hicieron ni caso”. A los pocos días, las plazas fueron asignadas. Entre ellas, personas procedentes de Plataforma per Catalunya (PxC), el partido ultra fundado por Josep Anglada.
“Claro que no me gustó. Ni a mí ni a mucha gente. PxC no es VOX; es un partido abiertamente supremacista y racista. Están asesorados por Filip De Winter, un nazi belga, independentista y amigo de Puigdemont. En sus ratos libres se va a los cementerios a ponerle flores a los caídos de las SS”, recuerda. Señala también que “esas personas que vienen de PxC se sentarán en breve en el banquillo por delitos de odio. Una asociación marroquí les puso una denuncia por una campaña racista que hicieron”.
Chaling-Chong y un puñado de críticos advirtieron de lo inconveniente de incorporar a filas a gente que en breve iba a ser juzgada por delitos de odio. Pero no recibieron respuesta de Madrid y ahí empezaron a mosquearse. Sus temores se confirmaron en octubre de ese mismo año, cuando recibieron la notificación de VOX: el partido destituía a los miembros del comité ejecutivo local y colocaba a los suyos. A dedazo y sin primarias. Entre ellos, a los nuevos miembros procedentes de PxC.
Abascal, al banquillo
Empezó ahí la cruzada de los disidentes. Un puñado de militantes que conformaban la ejecutiva local original y que habían sido degradados por la dirección de Madrid. Empezaron a investigar, a buscar en los estatutos del partido, a leer la letra pequeña. Concluyeron que la forma de proceder de VOX había sido irregular. Presentaron una demanda en el Juzgado de Instrucción número 44 de Madrid. Presunta vulneración de derechos fundamentales. La sala admitió el escrito, desestimó un texto de la contraparte y, ahora, el juicio arrancará en noviembre.
Los afectados alegan que se les destituyó como miembros del CEP de Barcelona sin que Vox hubiera realizado primero un cambio estatutario. "No se pudo disolver el órgano de gobierno e imponer una gestora sin seguir los cauces que el partido marcaba para ello", denuncian los rebeldes. El propio presidente local, Juan Garriga, le reconoció a este periódico que tanto Abascal como Ortega Smith tendrán que sentarse en el banquillo a testificar por ello.
La maniobra le ha valido a Chaling-Chong, el repudio de la dirección: “Yo sé que mi futuro en VOX se ha acabado. Es el desierto. He osado rebelarme contra esta estructura vertical y es lo que hay para los disidentes. Porque en VOX actúan como en la Gestapo, la Stasi, la KGB o cualquier policía totalitaria que se te ocurra. Lo mismo que yo viví en Cuba. Lo que pasa es que allí si te rebelabas te pegaban un tiro. España es un país maravilloso en el que hay libertad de expresión. Por eso voy a llegar hasta el final y a sacar toda la verdad de lo que es VOX”, promete.
“No me echan por negro”
Desde entonces no ha parado de difundir mensajes críticos en redes contra la dirección del partido. Vídeos asegurando que VOX tiene cáncer o señalando el pasado neonazi de algunos de sus asesores y nuevos militantes: “Pero no me echan del partido. En cada vídeo pido que, si estoy mintiendo, me abran un expediente disciplinario de inmediato. Que me echen. Pero no me echan. ¿Por qué no me echan? Por dos cosas. La primera porque soy negro. Mi aspecto es kriptonita para VOX. Sería un escándalo que no les interesa. Y la segunda, porque digo la verdad”.
Ser punta de lanza de la disidencia interna del partido le ha valido disgustos, pero también granjearse la confianza de otros militantes críticos de todas partes de España: “Me llegan mensajes de todas partes, porque VOX actúa igual en todas partes, desde Ceuta hasta Asturias. Militantes desengañados, coaccionados. Les amenazan, les ignoran. Me llama gente llorando, cohibida. Diciéndome que Fulano les ha llamado para que no digan tal y tal cosa. Ese es el giro dictatorial que ha dado el partido”.
¿Está sufriendo también Chaling-Chong este tipo de acoso? “Sí, a veces abro la carpeta de spam de Facebook solamente para leer los insultos que me llegan. Que ojalá me atropelle un camión me decía uno el otro día. Yo he denunciado varias veces públicamente que lo que VOX quiere hacer conmigo y con el resto de voces críticas es el asesinato público. Y eso era muy común en Cuba. Cuando alguien se sale de la línea, es el objetivo. Se lo cargan. En este caso no literalmente, pero buscan hacerle el mayor daño público posible a esa persona. Sacándole trapos sucios antiguos o difundiendo rumores. De hecho, tienen a gente especializada en eso, los ‘hombres de negro’, que son los encargados de ejercer esa presión”.
El infiltrado comunista
Chaling-Chong se pone a sí mismo como ejemplo de esta teoría de los ‘hombres de negro’, que “bucean en las redes sociales y el entorno del disidente para intentar destruir su reputación. En mi caso, encontraron en Facebook una foto en la que salgo con un amigo mío de la infancia. Él es DJ y a veces se pone una camiseta del Ché. Cuando la encontraron, difundieron que yo era un comunista cubano infiltrado que había venido a destruir VOX desde dentro. Imagínate, yo que llegué a España en 2002, si me anticipé”.
Los casi dos años de militancia en el partido le han valido para opinar que “VOX es una estafa piramidal. Yo al principio también creía en Abascal. Pensaba en él como en el Salvini español, en el nuevo ministro de Interior. Pero no me afilié por él, por creer que es un mesías, como le pasa a mucha gente. Me afilié porque estaba de acuerdo con el programa del partido en un 95%. Ahora muchos nos hemos dado cuenta de que Abascal se ha apoderado del partido, como Iglesias con Podemos. Y que cuando Abascal se vaya, se acabará VOX. A mí ya no me representa".
¿Quién le repreesenta entonces? "Sin ser yo simpatizante del PP, veo mucho más interesante para la derecha lo que está diciendo Don José María Aznar en sus últimas intervenciones o Cayetana Álvarez de Toledo, que el populismo histérico con esteroides de Abascal. Porque me da la sensación de que en la sede de VOX en Madrid se consumen bastantes esteroides. Si no, no me explico ese tono cuando intervienen en el Congreso. Abascal en realidad es el problema. Más Cayetanas y menos Abascales”, concluye.
Pero, entre que le echan o se va, sigue siendo militante. Es consciente de que defender sus ideas políticas le ha condenado profesionalmente: ni le van a dar un carguito en VOX, ni le van a grabar más discos en catalán. Por ello se centra en otros proyectos musicales, entre el que destaca una orquesta de música cubana conformada solamente por mujeres.
Políticamente sigue ejerciendo de disidente. “Ahora lo prioritario es destapar estas cosas desde dentro. Explicar que el comité de garantías no da garantías. Que VOX ha dado un giro peligroso hacia el nacionalsindicalismo, con pinta del Front National y muchas inyecciones de esteroides. Que VOX llegase al poder da miedo. Si se comportan así con los propios militantes, que somos los de su cuerda... ¿qué no serían capaces de hacer con los adversarios? Los socialistas, los comunistas… por mucho que yo sea contrario a sus ideas, son españoles con los mismos derechos. Lo pasarían mal con VOX en el poder. Ya tienen vetados a un montón de medios, EL ESPAÑOL incluido. No resisten una crítica. Huele a dictadura, que yo de eso entiendo”, concluye.
Y promete seguir dando leña. Sobre todo en redes sociales, donde sube vídeos que empiezan con la canción de los Conguitos. Lo hace a raíz de la última polémica sobre si ese dulce es racista o no. Chaling-Chong lo tiene claro: “España nunca fue un país racista y estas cosas las pongo porque, aunque yo sea disidencia de VOX, tengo clara mi ideología de derechas. El auténtico peligro es esta izquierda progre, a mí no se me olvida”. Chaling-Chong será el primero en sentar a Abascal en el banquillo. Es su garbanzo negro. O su china en el zapato, que de China eran sus abuelos y ese chiste también le cabe.
Pero, sobre todo, lo que realmente le apetece es “hacer cosas por España, porque tengo una deuda de vida con ella. Hace 18 años de la paliza en Barajas. 18 años de vida que me ha regalado este país. Me los dio España y me los dio aquel policía de paisano que me salvó en el aeropuerto. Ojalá leyese este texto y le pudiese dar un abrazo”.