La constante presión a la que las fuerzas de seguridad del Estado les tienen sometidos desde hace un par de años está obligando a los narcotraficantes del sur de España a tener que reinventarse para seguir introduciendo hachís por las costas andaluzas, aunque en cantidades mucho menores. “Está todo desmadrado”, reconoce a EL ESPAÑOL un alto mando de la lucha contra el narco en Andalucía.
Aunque sus herramientas principales continúan siendo las embarcaciones semirrígidas, algunas organizaciones de traficantes han optado por una vía alternativa. Usan potentes motos acuáticas para acudir a alta mar o hasta playas marroquíes para cargarse con varios fardos de ‘chocolate’. Luego, hacen el camino inverso hasta España. Algunas también parten directamente desde Marruecos.
Este método para traficar no es novedoso. Siempre se ha recurrido a él, aunque de manera residual y en función de las dificultades que tengan para traer grandes cantidades de mercancía a bordo de las típicas gomas. Con la costa gaditana ‘cerrada’ al narco, durante este verano se ha intensificado la llegada de las motos del hachís.
Pero la estrategia de los narcos va un paso más allá en algunas ocasiones. Fuentes policiales explican que las bandas de traficantes también aprovechan el viaje hasta Marruecos para traficar con seres humanos. Además del hachís, ya se han dado casos de que a bordo de alguna embarcación iba a bordo un inmigrante irregular. “Es una forma de rentabilizar el desplazamiento”, explican a este periódico. La Asociación Unificada de Guardia Civiles (AUGC) ha denunciado este tipo de actuaciones.
En la última semana han llegado hasta distintos puntos de las costas gaditanas y malagueñas en torno a una decena de motos cargadas de hachís. Al menos son las que se han podido avistar. Algunas de ellas también trasladaban a inmigrantes, que tienen dos formas de pagar el trayecto. En mano, por entre 1.000 y 2.000 euros que abonan en su país, o llevando a la espalda un fardo de hachís y lanzándose al mar antes de llegar a la playa. Al entregar la mercancía a los receptores, los narcos dan por saldada la deuda.
Este pasado jueves, las cámaras del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) detectaron tres potentes motos de agua frente a la costa de Tarifa, en Cádiz. Habían salido de las proximidades de Punta Cires, un islote marroquí al oeste de Ceuta. Las embarcaciones se cobijaron entre acantilados y calas rocosas. Ya de noche, alijaron el hachís o desembarcaron a los inmigrantes. Algunas de las motos incautadas recientemente llegan a costar hasta 25.000 euros y alcanzan los 140 kilómetros por hora en el mar. No tardan más de 25 minutos en cruzar el Estrecho.
“En caso de ser ubicadas durante el trayecto y perseguidas por el helicóptero de Vigilancia Aduanera o de la Guardia Civil, el piloto no duda en darle una patada a su acompañante y lanzarlo al mar. Es la forma de evitar que se les pueda acusar de tráfico de personas”, puntualiza un agente destacado en el Campo de Gibraltar. En el argot del narco se conoce como "mojar al moro". En situaciones así, las fuerzas de seguridad optan por salvar la vida el inmigrante a seguir persiguiendo al traficante.
Este pasado miércoles, a plena luz del día, dos personas que iban a bordo de una moto llegaron hasta la playa de Calahonda, en Estepona (Málaga). Varias personas a rostro descubierto las esperaban en tierra con el maletero de un Opel Corsa abierto, donde introdujeron una serie de fardos. Presumiblemente, de hachís. Algunos bañistas grabaron los hechos.
Al menos uno de los hombres que se bajaron de la embarcación era de origen marroquí, explica un agente de la Guardia Civil con amplia experiencia en la lucha contra el narcotráfico. “Se fue por su propio pie como si nada. Nadie alertó, cuando había una patrulla a menos de 10 minutos de allí y se les podría haber detenido”.
Barcos de avituallamiento
Esta misma semana otra moto de agua llegó hasta el paseo marítimo de Marbella. El helicóptero de la Guardia Civil hostigó a los dos tripulantes hasta pie de playa. Uno iba con ropa de deporte y cubría su cabeza con un pasamontañas. El otro vestía ropa más ligera. Ambos salieron corriendo ante la atónita mirada de varios paseantes. Se piensa que este último era un inmigrante marroquí.
Pero no es la única novedad que el negocio del narcotráfico está implementando en los últimos meses ante la notable dificultad que las bandas están encontrando para introducir droga por Andalucía.
Una fuente policial desgrana otro método. “Los dueños de las narcolanchas, como tienen muy complicado alijar en la costa y guardar la mercancía en naves después de los últimos operativos en los que se les ha pegado muy fuerte, están mandando a su gente a esconderse en alta mar durante días o incluso semanas. Ocultan las gomas con gente suya a bordo entre petroleros y grandes buques. Luego, acuden embarcaciones recreativas que ejercen de avituallamiento. Van cargadas de petacas de gasolina y de comida. Allí les cargan con seis o siete fardos [de entre 25 y 35 kilos] y vuelven a costa. Ahora están saliendo muchos barquitos desde el Puerto de Sotogrande (San Roque, Cádiz). Con varios viajes te han descargado la goma sin que nadie se dé cuenta o poniéndolo muy difícil”.