Fin de semana, mediodía. Seguimos en la fase cero en toda España -la mitad de afortunados comenzará una nueva rutina en unas horas- y en mi casa, por mucho que nos esforcemos, nada cambia. Todo, absolutamente todo, sigue igual.
Excepto, quizás, una cosa. Tras la prueba de la comida de Ikea de hace unos días en EL ESPAÑOL, en la que finalmente tuvimos que cocinar, desde el departamento de comunicación de la cadena se han puesto en contacto de nuevo para precisar que ya sí tienen platos listos para comer en su servicio de entrega a domicilio.
Buscan sorprenderme, me dicen. Así que me mandan una selección para que pruebe y compare con la que sí tuve que preparar en casa junto a mis compañeros de piso. Pero ya adelanto: quizás no es buena idea comer albóndigas suecas dos semanas consecutivas. Un "bombazo" cuando tan sólo podemos salir un ratito a pasear.
Ya lo advirtió la dietista-nutricionista Nelia Pelegrina al analizar la comida de Ikea para EL ESPAÑOL: “No sería recomendable tomarlo de manera habitual, pero porque un día lo tomemos de manera puntual y excepcional tampoco pasaría nada, siempre y cuando el resto de los días tu alimentación sea saludable”.
Pero nuestra impresión, después de ingerir sus productos en dos ocasiones en quince días, es que falta verde. Sobre todo si se ha ideado como un servicio diario, una alternativa a no tener que pasar por los fogones en casa.
Una vez más, todo lo gestionamos a través de Just Eat. La selección de los platos a través de “Ikea Restaurante” es similar a la experiencia que tuvimos la anterior ocasión, sólo que se realizó mediante “Ikea Tienda Sueca”. Y he aquí el quid de la cuestión.
Ambas tienen la misma dirección y conviene fijarse bien a dónde estamos encargando el pedido, puesto que de ello depende que finalmente tengas que pasar por la cocina o, directamente, vayas al comedor.
Cabe recordar que todo se incluye dentro del mismo servicio temporal de la cadena sueca, activo mientras dure la situación de cierre de las tiendas físicas de Ikea en el contexto del covid-19. Así que, como desde la empresa ya tienen mis datos, a las 14.30 suena el timbre de mi domicilio -dentro del área de entrega a la que distribuyen, sólo el centro de Madrid-. A ver qué nos han preparado estos suecos.
Platos del día
Dependiendo del día, en el Restaurante Ikea ofrecen diferentes opciones: lentejas, fabada asturiana, potaje de bacalao, cordero al chilindrón o merluza en salsa verde. Como un menú del día cualquiera en un bar. Sólo que con el sello de Ikea.
En nuestro caso, y como han sido ellos los que nos han elegido una selección de sus platos, los seleccionados son: una ensalada César como entrante (3€); lomo de salmón ahumado con brócoli y gratén de verduras (7’50€), un plato de 8 albóndigas tradicionales suecas con su guarnición (4’50€), otra ración similar de albóndigas de salmón y bacalao (5’50€) y una más de albóndigas vegetales (4’50€).
Total, y con los gastos de entrega (1’90€): 32,65€. De cantidad, el pedido que nos preparó Ikea era como para dos o tres comensales, dependiendo del hambre de cada uno.
Finalmente, de postre, una miniporción de tarta melosa de chocolate (1€) y un trozo de la tarta de almendra y chocolate que tanto nos conquistó en la anterior ocasión (2,50€). De bebidas, han añadido una lata de sidra de manzana y otra de sidra de pera (1,50€ cada una).
La primera impresión nada más llegar el repartidor es similar a la otra vez. Misma bolsa, mismos mensajitos en la bolsa escritos a mano. Abrimos y toda la comida va envuelta en tuppers acartonados. Algunos cuentan con tapa de plástico y otros, directamente de papel. Mucho mejor para reciclar.
No queremos perder el tiempo y que se nos enfríe la comida, para no tener que pisar esta vez la cocina ni en una ocasión. Y nos ponemos al lío.
Primer bocado, las albóndigas suecas. ¿Mejores que las que cocinamos en casa? Realmente iguales. Ricas como siempre, sin apenas cambios más allá del puré de patata que le acompaña, bastante más sabroso que el que hicimos nosotros con su preparado. ¿Las pediría listas para comer o a la tienda sueca? Casi que a la tienda, porque llegaron ligeramente frías -es normal, por muy rápido que sea el repartidor- y así controla uno mejor las cantidades ante semejante explosión de calorías.
Siguiente: albóndigas de pescado. Mi impresión no fue muy buena: no me parecieron realmente sabrosas -más que un golpetazo de sal y harina en mi boca- a pesar de ser una amante de los productos del mar -o, quizás, precisamente por eso-, pero uno de mis convivientes sí que las disfrutó. La salsa, de tipo holandesa, no ayudaba tampoco. Cada cual con sus gustos y yo, desde luego, prefiero el salmón o el bacalao en otros formatos.
Quizás, si se está más preocupado en la salud, la mejor opción sean las albóndigas vegetales. Estaban bastante buenas, aunque muy especiadas, por lo que sólo las recomiendo si uno es amante de la comida árabe o india. Nos sorprendieron muy gratamente.
Por su parte, el lomo de salmón nos dejó un poco de sinsabor en el cuerpo. Estaba bueno, claro, pero muy, muy cocinado para el gusto de todos los cuatro comensales que participamos en esta cata. Que fuera acompañado de salsa holandesa y de medallones de verduras gratinados no ayudó a realzar el plato, pero tampoco lo hundió. Ni fú ni fa.
Pasamos después al que sería el entrante, la ensalada César. El hecho que lo dejáramos para después habla por sí sólo: nada la hace brillar, ni para bien, ni para mal. Un plato saludable -si le quitamos la salsa y los picatostes, claro- como cualquier otro listo para comer que puebla cualquier supermercado.
Las dos porciones de tarta, eso sí, estaban buenas. Y la sidra de pera fue un punto muy guay para la comida, y nos gustó más que la tradicional sidra de manzana.
¿Mejor que cocinarlo en casa?
¿Fue todo mucho más cómodo que en la anterior ocasión, que tuvimos que dedicarle media hora a cocinar? Sin duda. Desde luego, si concebimos este servicio como un método para darte un capricho y pedir albóndigas, es el ideal.
¿Que yo pediría en alguna otra ocasión este servicio? Tengo mis dudas. El precio es competitivo y en su producto estrella, las albóndigas, Ikea da lo que ofertan. Están ricas, es indiscutible.
Quizás sea por la saturación de comer un plato tan abundante en semanas consecutivas, pero desde luego no lo incluiría en mi dieta. Y si tuviera que optar por cocinar con mis cantidades y recibir el plato listo, casi que me quedaría con lo primero. Pero allá cada cual con sus preferencias… y el ejercicio para quemar sus albóndigas.
Noticias relacionadas
- Las albóndigas explosivas de Ikea te las traen a casa: pruebo su nuevo menú a domicilio... para cocinar
- La comida de Ikea es la bomba, pero para la salud: la nutricionista analiza de las albóndigas a los postres
- Pruebo los 14 platos del nuevo ‘Listo para comer’ de Lidl por 34€: así valoro la experiencia