La mañana arrancaba como otra cualquiera cuando el doctor Pedro Górgolas, el médico más veterano del servicio del Congreso de los Diputados, abría la puerta de su despacho. Nada hacía presagiar que esta jornada sería diferente de cualquier otra. El horario del consultorio médico es continuado, siempre el mismo: de 8 de la mañana a 9 de la noche. Pero este martes, de repente, algo cambió: algunos diputados y trabajadores de Vox fueron a verle, preocupados. El motivo, claro, era el coronavirus.
Lo que aún no era público y notorio es que el foco de infección estaba en el propio partido: el secretario general de la formación de extrema derecha, diputado nacional y líder en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, estaba contagiado.
Górgolas, como siempre, como lleva haciendo diligentemente desde hace 30 años, desde que se puso la bata como el médico de los políticos —y de los trabajadores de la Cámara—, atendió a todo aquel que recaló en su despacho durante su turno. Y allí, según informan a EL ESPAÑOL fuentes parlamentarias, se encontró con que cinco personas de las que fueron a consulta tenían “sintomatología” del covid-19.
La reacción a los síntomas
Cuando el doctor Górgolas atiende a este periódico, unas horas más tarde, aclara que lo primero es la “confidencialidad médico-paciente”, pero no duda ni rehúsa en detallar cuál es el protocolo a seguir en la sede de la soberanía nacional ahora que cuentan con un caso —a la hora del cierre de este reportaje—. Es, además, la misma que le ha recomendado a todo aquel miembro de Vox —aproximadamente una veintena, detallan otras voces consultadas— que ha mostrado preocupación por estar contagiado.
“A alguien que haya tenido contacto estrecho con algún caso positivo de coronavirus, como en un mitin, debe vigilarse la temperatura dos veces al día durante 14 días”, aclara Górgolas, de formación médico internista. “Si ya presenta síntomas, deberá aislarse en su domicilio”, ahonda.
La receta es que, si los síntomas son graves, el siguiente paso a seguir es ponerse en contacto con el número dispuesto por la Comunidad de Madrid para solicitar asistencia por el coronavirus. “Ahí les preguntan cuáles son los síntomas y cómo se encuentran”.
Esa valoración telefónica se vuelve clave, porque se ha de tomar la decisión de si son los servicios médicos los que se desplazan al domicilio del hipotético diputado o trabajador parlamentario para recogerles las muestras que determinarán si son portadores del virus Covid-19 o, en caso contrario, deben ser ellos los que se desplacen al hospital para hacerse las pruebas allí. “Si hay algún factor de riesgo, le dejan ingresado”, continúa Górgolas.
Lo cierto es que, pese a todo, ningún trabajador del Congreso, ni siquiera el propio Górgolas o la médica que hace frente al turno de tarde en el servicio de la Cámara, la doctora Mónica Monteserín, especialista en Medicina de Familia, llevan mascarilla o algún tipo de protección visible. Tan solo, tal y como rezan los carteles que ocupan varias paredes de los edificios de la Carrera de San Jerónimo, están continuando con las medidas de higiene típicas: lavarse bien las manos o utilizar pañuelos de papel en el caso de que se tosa.
“Las mascarillas, sólo en hospitales”, sonríe Górgolas. “El médico de hospital ha de llevar mascarilla, protección ocular, guantes. Fuera del hospital, mascarilla sólo si hay sospecha fundada de que uno es portador, para que no disemine el virus por vía oral. Es decir, para no contagiar a los demás: no sirve demasiado si la lleva alguien que está sano”.
Medidas en el Congreso
Pero, una vez se confirmó el caso de Ortega Smith, ha sido necesario tomar medidas en la Carrera de San Jerónimo. “Dentro de la Cámara se toman medidas constantemente, adecuándolas a la situación. De momento [por el martes tarde] se ha suspendido la actividad parlamentaria, las visitas y los actos”. Con una excepción: la comisión donde este jueves comparecerá el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Del mismo modo, se va a fomentar el teletrabajo, una de las grandes medidas promovidas por el Ministerio y, también, la Comunidad de Madrid. Pero no sólo eso: los diputados también gozarán de medidas arbitradas para conciliar la vida familiar, como los permisos especiales para poder cuidar a los menores a su cargo.
“Se irán tomando medidas según vaya avanzando la epidemia”, mantiene Górgolas. “A lo mejor acabamos como Italia”, bromea, tratando de quitar hierro al asunto, cuando el runrún y la preocupación se está haciendo patente entre los habitantes del Congreso.