La historia del empleado de banca Miguel Ángel Benítez, el primer paciente contagiado en España de COVID 19 -la enfermedad que provoca el nuevo coronavirus- sin haber viajado a las zonas con brotes de la enfermedad en el extranjero, como la provincia china de Hubei o el norte de Italia, muestra lo complicado que es impedir la propagación mundial del virus y cuántos trastornos sociales con costes millonarios está provocando pese a la levedad de la mayoría de los casos.
El paciente, nacido hace 62 años en Huelva y vecino de la capital sevillana, se recupera favorablemente en una habitación en aislamiento en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Su testimonio en una entrevista telefónica con Abc, publicada este viernes, las declaraciones del consejero andaluz de Salud, el médico Jesús Aguirre, a Canal Sur Radio también este viernes, la posterior aclaración del hijo del paciente y la información recabada por EL ESPAÑOL permiten reconstruir el itinerario de la relación del anfitrión humano con su huésped vírico a lo largo del tiempo y el espacio, y calcular el impacto potencial que ha tenido en otras personas que han tratado con él. Tanto porque les haya podido contagiar la enfermedad como porque les ha obligado a aislarse a su vez o tomar medidas especiales de observación que afectan a su trabajo y vida cotidiana.
Hay más de 83.000 afectados en el mundo (cifras aún mínimas en comparación con otras enfermedades), la mayoría en China, donde han muerto 2.788 personas. España registra hasta el 28 de febrero 32 casos, seis de ellos en Andalucía, y ningún fallecido. Los expertos calculan que cada infectado en el mundo ha contagiado a su vez de media a entre dos o tres personas. A tres del entorno inmediato de Miguel Ángel, entre ellas su mujer, les han hecho pruebas para comprobar si tienen coronavirus. También a 69 sanitarios que han tratado con él sin protección en el Hospital Virgen del Rocío, antes de que se confirmara su caso y fuera colocado en aislamiento, les han hecho análisis y los han enviado a casa, para que estén en observación, aunque no aislados, durante los hasta catorce días en que dura la incubación del covid-19. A última hora de este viernes, la Junta de Andalucía informó de que el médico (58 años) que trató a Miguel Ángel también estaba infectado [se encuentra en seguimiento activo en su domicilio con todas las garantías de seguridad y atención]. Por el momento, no se han detectado más contagios secundario.
El contagio no está claro
Miguel Ángel Benítez trabaja en una oficina del banco en Sevilla como director de créditos a pequeñas y medianas empresas (pymes). Entre sus ocupaciones está participar en el departamento de impagos, tratando con clientes morosos, a menudo por teléfono. En su puesto no atiende un flujo constante de público en ventanilla, aunque sí tiene contactos en persona con clientes que acuden a hacer gestiones de sus asuntos con él.
A finales de enero, un compañero de Miguel Ángel que trabaja en la oficina de Marbella asiste en esta ciudad de la Costa del Sol a una fiesta flamenca en la que trata con una pareja procedente de la ciudad china de Shanghái. (David Benítez, hijo del paciente de Sevilla, ha corregido al consejero andaluz de Salud, Jesús Aguirre, que por error había dicho este viernes que quien asistió a la fiesta de Marbella fue el propio Miguel Ángel y que las autoridades sanitarias sospechan que ese contacto con la pareja asiática es el origen del contagio).
El brote epidémico de la nueva cepa de coronavirus que causa covid-19 se detecta el mes anterior, en diciembre de 2019, en la ciudad china de Wuhan, capital de la provincia de Hubei. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el virus se transmite sobre todo a través de las gotículas, pequeñas partículas líquidas de saliva y mucosidades que expulsamos al toser, estornudar, exhalar o escupir. Dice que pueden alcanzar un metro de distancia, lo que se considera la distancia de seguridad, aunque el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC en sus siglas inglesas), el organismo de referencia para epidemias en Estados Unidos, eleva esa distancia a dos metros.
La OMS informa de que el periodo de incubación de este nuevo coronavirus, el tiempo que transcurre entre que una persona se infecta y le aparecen los primeros síntomas de la enfermedad, casi siempre leves (tos, dolores musculares, fiebre, dificultades respiratorias como neumonía), oscila entre 1 y 14 días, aunque estudios recientes han encontrado algún caso que alcanza hasta 24 días. Un contagiado sin síntomas, que se siente bien y desconoce que está infectado, puede ya contagiar a otros, aunque la probabilidad aumenta cuando ya presenta esos síntomas, que es cuando tose y estornuda y tiene más carga viral.
El paciente, que tarda varios días o semanas en curarse, sigue siendo contagioso hasta que los análisis (se hacen dos pruebas para descartar un posible falso negativo) confirman que ya no tiene el virus porque las defensas de su propio sistema inmune lo han destruido. Aún no hay una vacuna disponible y los medicamentos y la atención sanitaria sirven sólo para frenar los síntomas, evitar que el virus complique otras enfermedades subyacentes e impedir que el enfermo contraiga otras infecciones. La mortalidad en China por el covid-19 está en torno al 2%, aunque los expertos estiman que se tiende a rebajarlo y bajará del 1%. La gran mayoría de los fallecidos eran ancianos y/o padecían enfermedades graves previas.
Fiesta flamenca en Marbella
Unos días después de la fiesta flamenca de Marbella de finales de enero, en la primera semana de febrero, el jueves y viernes 6 y 7, los trabajadores de la entidad bancaria de las oficinas de Andalucía pertenecientes al departamento de cobro de morosos se reúnen en Málaga capital para su convención de cada año. Son unas 50 personas y entre ellas están Miguel Ángel y el compañero de Marbella que había estado días antes en la fiesta flamenca marbellí con la pareja de Shanghái. Se reúnen para su encuentro de trabajo en el hotel Eurostars, junto a la estación de tren María Zambrano de Málaga. Varios de ellos, una noche, van a un tablao en Málaga, Miguel Ángel se asoma, no le parece apropiado el ambiente y el grupo se va sin llegar a pasar tiempo allí ni interactuar con el público, lo que parece descartar que ése fuera el lugar de su contagio. Las reuniones de trabajo en el hotel y los almuerzos son los lugares más concurridos de su estancia.
El compañero que había estado días antes en la fiesta de Marbella no ha sido diagnosticado como portador del virus, aunque ha podido haber pasado la enfermedad y recuperarse con síntomas leves o prácticamente inapreciables sin llegar nunca a ser detectado.
Suponiendo que haya sido este compañero el que le haya contagiado el virus en la reunión de trabajo a puerta cerrada de Málaga o se haya infectado por otra vía, el caso es que desde esos días Miguel Ángel, ya con el coronavirus en su organismo y por tanto con potencial para contagiarlo en encuentros humanos muy cercanos (la probabilidad es muy baja en todo caso, recordemos que tiene que lanzar partículas y que alguien las inhale), regresa a su trabajo en Sevilla capital y sigue su vida, que él define como “cartujana”, sencilla, de casa al trabajo y del trabajo a casa con su mujer, un paseo juntos con el perro por las tardes y algún encuentro con pocos amigos y familiares el fin de semana para tomar una cerveza.
El lunes 10 de febrero, tras la escapada laboral con sus compañeros de la semana anterior a Málaga, se incorpora a su oficina en Sevilla. Ese mismo día, como le ha contado a Abc, empieza a sentirse “con muchos dolores” y piensa que ha podido coger una gripe. Unos días después deja de ir al trabajo. El viernes 15 tiene fiebre alta. El lunes 18 de febrero su mujer llama al médico de cabecera y éste acude a verlo a su domicilio. Por unas placas en la garganta, le receta antibióticos (inútiles, porque no es una infección bacteriana sino vírica, algo que aún no saben). El jueves 20 sigue con 40 de fiebre, llaman al médico y les dice que acudan a Urgencias del hospital por sus síntomas de neumonía. En el Hospital Virgen del Rocío lo tienen en observación desde las 11 de la mañana del jueves 20 hasta las 19 horas del viernes 21. Los médicos no dan con el origen de su enfermedad. Como no ha estado en el extranjero, en principio no se plantean que tenga coronavirus. El martes 25 de febrero le hacen por la tarde le prueba del coronavirus y el miércoles 26 le comunican que ha dado positivo. Es sólo entonces cuando lo aíslan. Desde dos días antes estaba en aislamiento parcial y podía recibir visitas. Ahora sólo entran en la habitación los sanitarios que lo atienden, con mascarillas, gafas y guantes (el virus puede entrar por boca, nariz y ojos, al tocarse con las manos o al inhalar gotitas por vía aérea). El paciente, al que están aplicando un tratamiento experimental para mejorar sus síntomas, se encuentra bien y animado. “No se puede crear una alarma social”, dice tranquilo.
El banco, preparado
Los otros trabajadores que asistieron a la reunión del banco en Málaga siguen trabajando con normalidad y ninguno ha presentado síntomas del coronavirus. La entidad les ha enviado mensajes internos con las recomendaciones generales de prevención de contagio ya conocidas y les ha instado a alertar a los servicios de salud si se sienten mal, aunque, dado el tiempo transcurrido desde la convención de Málaga, tres semanas, consideran que ya han superado el tiempo de incubación de dos semanas calculado por la OMS y no hace falta que hagan cuarentena.
Cuando Miguel Ángel se dio de baja, pensaban que tenía una gripe. Y, de hecho, según subraya el consejero de Salud, la población tendrá que acostumbrarse a convivir con el covid-19 y normalizarlo como ocurre con la gripe común, que causa (por su difusión masiva mundial) más víctimas que el coronavirus.
De momento, un solo caso como el de Miguel Ángel (cuyos efectos no han sido más graves gracias a su hospitalización, aunque la mayoría de infectados pueden curarse en su domicilio) ha comportado una seria alteración para más de cien personas: el medio centenar de compañeros de la reunión de trabajo de Málaga, varios allegados en Sevilla y 69 sanitarios a los que han puesto bajo observación tras haberlo tratado sin protección en el hospital Virgen del Rocío. Ha pasado unas dos semanas y media desde que se contagió hasta que lo han aislado una vez confirmado su diagnóstico.
El coronavirus puede sobrevivir en superficies exteriores durante horas o unos pocos días (se estima en unos dos días a temperatura ambiente). En el cuerpo humano, resiste varias semanas. Miguel Ángel seguirá hospitalizado unos ocho o diez días más. Cuando los análisis den negativo dos veces, estará curado. Mientras tanto, se toma su caso especial con paciencia y humor: “Caso único podía haber sido para que me tocara la Primitiva, pero no esto…”.