El 8 de noviembre, viernes, era su cumpleaños. Por eso convino que aquel día quería darse un homenaje. Al filo de las seis de la mañana, la chica que estaba con él en su casa decidió enviar a su madre su ubicación a timpo real a través de Whatsapp. Fue la última señal que tuvo de ella. El colombiano cumplía 37 años, acababa de mudarse a un pequeño piso en el centro de la localidad valenciana de Manuel. Allí iba a reproducir, con aquella mujer, su víctima, el mismo 'modus operandi' que en otras ocasiones. Una fiesta de sexo y cocaína de resultado finalmente mortal.
Jorge Ignacio Palma Jácome mató aquella noche a Marta Calvo Burón. Solo tenía 25 años. Luego la descuartizó y esparció, dijo, sus restos en diez contenedores diferentes, todavía por determinar. Cuando se entregó semanas después en el cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent aseguró, cuando le interrogaron, que la chica había fallecido en plena orgía sexual de sexo y consumo de sustancias estupefacientes de extrema pureza. Esa fue la versión que él mismo se encargó de suministrar.
Sin embargo, a raíz del asesinato de Marta están aflorando entre los archivos otras piezas que revisar. Los agentes están empezando a atar cabos con otros sucesos similares acaecidos a lo largo del último año. Crímenes en el que podría estar implicado el presunto asesino, con más víctimas a las que habría agredido y forzado del mismo modo. Obligándolas a que se impregnaran sus partes más íntimas con ese polvo blanco. O directamente haciéndolo él mismo contra su voluntad. Y de ese modo, la absorción de la sustancia se produce de un modo mucho más vertiginoso, casi mortífero, como se está pudiendo comprobar.
¿Es Jorge Ignacio Palma un asesino en serie? ¿Están los agentes ante un depredador sexual cuyos procedimientos iban siempre en la misma línea, de una cama a la siguiente, o siempre en la suya, pero cada vez con una víctima diferente? Es lo que están tratando de indagar los investigadores.
Las andanzas del joven narcotraficante afincado en Valencia, antaño viviendo a salto de mata, divagando de una ciudad a otra en la geografía española, están siendo revisadas con lupa. Fuentes cercanas a la familia aseguran a EL ESPAÑOL que el rastro del descuartizador de Marta está siendo oteado para hallar otras posibles víctimas de un tipo que muta ya por momentos en depredador sexual.
Seis casos podrían estar relacionados
Son hasta seis los casos que por el momento podrían estar entrelazados entre sí, y que orbitan en las pizarras de los investigadores que andan detrás de este hombre barbudo, amante de las motos, dedicado al tráfico de estupefacientes por toda la península. Por un lado, la desaparición descuartizamiento y asesinato/homicidio de Marta Calvo lo están llevando, al alimón, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil con el Grupo de Homicidios de la Guardia Civil en Valencia. Ambas unidades indagan también conjuntamente en la desaparición de otra mujer. Aunque lo tratan como un caso diferente, se han metido a indagar porque Wafa Sabbah vivía tan solo a 10 kilómetros del lugar en el que Marta estuvo por última vez, en Manuel. Y porque desapareció tan solo una semana después, el 14 de noviembre.
Wafa acababa de irse a vivir allí con un amigo. Esta persona desconoce el paradero de la chica, ha sido interrogado por la Guardia Civil y se ha mostrado colaborativo. Está descartado, en principio, como sospechoso. Desde esa jornada en que la vieron por última vez no volvió a coger el teléfono. No ha respondido una sola llamada. Ni siquiera a su desesperada familia.
Es por eso que quienes están detrás de esta desaparición ya juegan con la posibilidad de que no se fuese por su propia voluntad. Días después de evaporarse como si se la hubiera tragado la tierra, las redes sociales de Wafa desaparecieron. Ahora ya se baraja incluso la hipótesis de que no fuera ella quien las eliminara.
No solo la Guardia Civil está poniendo la lupa en las historias y en las desapariciones de estas mujeres. También anda detrás la Policía Nacional. Concretamente, en la demarcación que les corresponde en la provincia:en la capital. Los agentes han reabierto varias investigaciones en las que Jorge Ignacio Palma podría estar implicado. Ambas sobre la muerte de dos prostitutas. Una de ellas se instruye en el Juzgado de Instrucción Número 14 de la capital del Túria. Es la muerte de una prostituta brasileña que falleció en abril tras mantener relaciones sexuales con el hombre ahora encarcelado en la prisión de Picassent.
Jorge concertó una cita con ella en un prostíbulo situado en el barrio de Ruzafa, en la cosmopolita zona del ensanche. Tras un período de tiempo en la habitación Jorge salió corriendo despavorido del lugar. Las compañeras de aquella mujer accedieron a la estancia y se la encontraron en plena sobredosis. Había sido víctima de una de sus 'fiestas blancas'. Esta práctica sexual tiene que ver con el consumo de cocaína masivo durante el acto sexual. Jorge le introdujo cocaína en roca, de extrema pureza, en sus genitales. En esa área corporal, íntima y sensible, la absorción resulta casi inmediata, y sus efectos pueden ser devastadores. Aquella mujer no sobrevivió a su llegada al hospital, y ahora una huella del narcotraficante que apareció en aquella habitación, según avanzó el diario Las Provincias, podría resultar crucial para determinar su culpabilidad también en aquella historia.
Algo similar pudo ocurrir, y por ello se está investigando, con el caso de otra prostituta que murió en Valencia tras el encuentro sexual que entabló con un hombre. La Policía cree que se trata de Jorge Ignacio, autor confeso de la muerte de Marta. Una compañera de piso halló su cadáver horas después.
A todas estas historias se unen los testimonios de dos mujeres que esta semana han acudido a presentar sendas denuncias ante la Guardia Civil. Ellas sobrevivieron, pero recuerdan a la perfección el rostro del narco, su barba, su actitud hacia ellas, la insistencia en que se introdujesen cocaína en sus partes más íntimas. También eran prostitutas. A ambas les propuso también la fiesta blanca. Una de ellas se negó en rotundo, y el hombre terminó por marcharse. La otra dijo que Palma la había drogado introduciendo alguna sustancia en su bebida. Luego le metió cocaína en la vagina. La mujer logró sobrevivir al trance y las siniestras filias de este individuo.
Continúa la búsqueda del cuerpo de Marta
Cuando vio que su hija no regresaba a casa, la madre de Marta cogió el coche y puso rumbo a la pequeña localidad de Manuel. Marisol se bajó allí del coche, miró su teléfono, justo enfrente del número 9 de la calle Joan Baptista, un estrecho lugar al que se accede trepando un pequeño repecho, y comprobó que aquel era el lugar adecuado. El punto exacto en el que el móvil de Marta la localizaba por última vez. Llamó al timbre. La puerta se abrió y apareció un hombre adulto, latino y barbado, sobrepasada la treintena. Le preguntó por su hija, y le explicó lo que sabía, y por qué había ido hasta allí.
Marta nació en Estivella, una pequeña localidad en la que pasó buena parte de su infancia. Luego estudió en el colegio La Baronía de San Antonio Abad, en Gilet. También hizo un módulo de peluquería. Alternó toda clase de trabajos. Vivió casi siempre sola. Se fue de camarera a Valencia, y allí alternó el oficio de camarera en distintos clubs nocturnos con el de dependienta en tiendas de ropa. Tiempo atrás de su desaparición había comenzado a quedar con hombres desconocidos a través de distintas páginas web. Y por eso había comenzado a enviar su ubicación a su madre, la persona en la que más confiaba.
Pero Jorge le dijo a Marisol que no sabía de qué le hablaba. Y que no había visto a aquella chica en su vida. Marisol se se marchó de allí pero la sospecha comenzó a crecer en aquel lugar. "El detenido no se esperaba aquello. Fue algo que le descolocó", dicen a EL ESPAÑOL fuentes cercanas al caso.
Fue la pista que hizo que todo echase a andar. Jorge huyó poco después, no volvió por la casaalquilada pocos meses atrñas, la madre de Marta denunció y entraron los agentes de la Guardia Civil, del grupo de Homicidios en Valencia, que en los últimos años resolvieron casos tan intrigados como el de Maje, la viuda negra, la mujer que usó a su amante para asesinar a su marido. Pronto se desplazaron al lugar. Analizaron la casa al milímetro, incluso las tuberías, los restos orgánicos, todos lo que pudiera arrojar pistas sobre lo ocurrido.
Jorge apareció semanas después para entregarse en el cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent. Apareció con la ropa limpia. Ni siquiea ese detalle se les escapó a los investigadores, que están mirando también si alguien pudo encubrirle durante su huida, mientras permaneció oculto a los ojos de la Guardia Civil.
Al entregarse, dijo: "Soy yo al que estáis buscando". De su declaración se desprenden detalles que se han comprobado como ciertos. Hay otros que no cuadran con las pesquisas de los investigadores. Pero todo encajará, al final, para saber si estamos (o no) ante un asesino en serie. Ante el delincuente que perpetraba sus crímenes tras la extrema y peligrosa 'fiesta blanca'.