Son las tres de la madrugada y estoy como una moto. No consigo pegar ojo. Ya he consumido todo el repertorio de Netflix y en las redes sociales no hay nada que actualizar. Lo he cotilleado todo. Nada me relaja y quedan cuatro horas para que la alarma empiece a sonar. De repente, recuerdo lo que solía hacer mi abuela cuando el insomnio la invadía: ver el tarot. "Quien sabe, si no consigo dormirme a lo mejor me solucionan la vida", pensé.
El primer futurólogo que aparece en el repertorio de Google se llama David Trivín, un asturiano, "vidente y tarotista reconocido como uno de los mejores de España durante los últimos años". Al menos eso dice en su biografía. Asegura haber adivinado la abdicación del Rey Juan Carlos e incluso ser capaz de "decirles su nombre u otros datos personales", confiesa. “Algún truco deben de tener”, pensé. Y así fue como una periodista de EL ESPAÑOL analizó, junto a un experto en la materia, todos los pasos que siguen estos hechiceros para facturar 3,000 millones de euros anuales.
La emisión es en directo. Aparece Trivín junto a una estatua de Jesucrito. La primera llamada es la de una mujer con un tono que denota una infinita tristeza:
- Hola soy acuario, tengo 35 años y hace 15 días me quedé viuda. Estoy preocupada porque no sé qué va a pasar con el negocio de mi marido.
- Murió de cáncer, ¿verdad?
- Bueno, no. De problemas en el corazón.
- ¿Era abogado?
- Mmmm, bueno... asesor fiscal.
- Eso, claro, ya sabía yo que era algo de ese mundo. ¿Tienes hijos, verdad?
- Sí.
- Y el hijo pequeño se parece al padre, ¿verdad?
- Es una niña...
- Y uno de ellos trabaja en la empresa.
- Son muy pequeños.
- Pues se encargarán de la empresa cuando sean mayores. Ay mi amor, mucho ánimo.
De repente la llamada se corta. Trivín se lamenta. La pobre viuda se queda sin saber realmente qué será del negocio de su difunto marido. Ha estado seis minutos hablando con el futurólogo, lo que supondría aproximadamente un coste de 10 euros – el precio es 1.58€/min para Red Móvil y 1.20€/min para Red Fija- si no hubiese tenido que esperar. Sin embargo, las esperas para hablar con “el mejor tarotista de España” pueden tener un coste de 80 euros. O más. Ahí está el truco.
“La gente que llama son personas con numerosas inseguridades y mucha presión. No pueden con su vida y por eso quieren creer lo que el tarotista les cuenta. Están convencidos. Si durante un mes te estudias cuatro trucos todo el mundo se va a pensar que eres una experta”, explica a este periódico Javier Cavanilles, periodista del diario Valencia Plaza, experto en pseudociencia y autor del libro El tarot ¡vaya timo! “Es un negocio hecho para sacar dinero. No quieren ayudar a nadie. Lo tienen todo controlado y usan muchísimas técnicas. En muchas ocasiones te buscan por las redes sociales para ver qué consiguen saber de ti. Son unos jetas”, añade.
Pescando información
Son las 4:26 y el teléfono no para de sonar. Trivín si no fuese futurólogo tendría que ser crupier. Remueve las cartas del tarot con una rapidez y una elegancia que podrían hipnotizar a cualquiera. Por el otro lado de la línea habla una mujer de unos 40 años preguntando cómo le va a ir en el amor:
- ¿Estás esperando una relación del pasado? Porque el pasado no vuelve, eh.
- No sé. A lo mejor.
- Lo veo. Está aquí. Vas a conocer a una persona nueva entre verano y otoño. Será mas mayor contigo y le gusta el deporte.
Umberto Eco es su libro A paso de cangrejo definía de forma muy clara la labor de los mediums: "¿Hay alguien en el mundo, a no ser un niño, que no haya tenido en el pasado un amor desgraciado, o al menos no suficientemente correspondido? Veréis como vuestro interlocutor será el primero en ayudaros y en colaborar, diciéndoos que ha identificado a la persona cuyo pensamiento estáis captando con tanta nitidez.”
Javier Cavanilles define esta técnica como efecto Forer o falacia de validación personal. “Se trata de unas frases hechas que encajan con casi todos los perfiles del mundo. No tienen ni pies ni cabeza, pero nos describen a todos. Esto ocurre cuando dicen ‘eres una buena persona, pero a veces te enfadas’ o ‘das más de lo que recibes’. Al que le leas esta descripción se va a sentir identificado”, explica el experto. “Esto sumado al concepto que tenemos de nosotros mismos sobre lo buenos que somos hace que al final nos encaje lo que el futurólogo nos está diciendo” añade. “¿Y quién necesita la ayuda de un tarotista si le va bien en el amor?”, pensé.
Otro de los trucos que estos echadores de cartas utilizan se llama fishing – pescando, en inglés-. Se trata de una técnica para conseguir que la persona hable de sí mismo de forma indirecta. Luego el adivinador vuelve a decir los datos con otras palabras para que parezca que el origen está en la lectura y no en el espectador. “Da una vuelta a la información y te la presenta como propia sin que te des cuenta. Ahí la persona lo percibe como un acierto. Es un proceso de colaboración entre dos”, dice Cavanilles. Una forma de hacerlo es convertir las afirmaciones en preguntas y esperar a la respuesta.
Redes sociales
El programa sigue. De fondo suena una música de ascensor que está consiguiendo que los ojos se me cierren poco a poco. La llamada número 13 es de una señora de 48 años a la que Trivín contesta de una forma muy cercana y se dirige a ella con numerosos apelativos cariñosos:
- Hola soy libra y estoy nerviosa porque voy a empezar a trabajar a la vuelta de vacaciones.
- Hola cariño. Eres Ana, ¿verdad?
-Sí.
- Vas a empezar a trabajar en una residencia de ancianos a que sí.
-Sí, ya te conté…
Parecía que el mago acababa de adivinar el nombre de la mujer. Pero como todo, también tenía truco. “Tienen como un listado con los nombres de todos los que llaman y los números. Si vuelven a llamar ya sabes que historial tienen. Lo apuntan todo. Además, ahora con las redes sociales lo tienen mucho más fácil. Siempre que pueden te intentan localizar en las redes sociales para ver lo que haces. Esto se llama lectura en caliente”, explica Cavanilles.
Fantasmas
Confiar en las dotes de un tarotista no es cosa de minorías. Hay empresas que incluso llegan a utilizar el servicio de futurólogos para quebraderos de cabeza que van más allá de un simple desamor. Durante la investigación de Marta del Castillo la Policía precisó de la ayuda de una vidente vasca para localizar el cuerpo. Al final lo único que encontraron fueron restos de animales. “Son las familias las que solicitan esa ayuda. Están desesperadas y ellos se aprovechan. ¿Qué va a decir la Policía si les están suplicando que acepten la colaboración de un vidente? Son muy peligrosos”, advierte el experto.
La siguiente llamada que recibe el “mago” es de una mujer de 42 años soltera que se identifica como "capricornio":
- ¿A nivel espiritual me acompaña mi padre?
- Sí, aquí está el señor Muñoz. Te quiso mucho. Te está tocando la mano y acariciando el pelo. ¿Murió de un cáncer de pulmón?
- Bueno, empezó que no respiraba bien.
- Exacto, algo relacionado. Te dice adiós así moviendo la mano. Y que des besos a mamá.
Siento que la emoción de la interlocutora llega a traspasar mi pantalla. Se escuchan sollozos. Puedo imaginar su sonrisa tras el teléfono al escuchar lo que Trivín acaba de tener frente a sus ojos: el espíritu del señor Muñoz. Posiblemente el adivino haya dotado a la vida de la creyente una pizca de ilusión. Y ella, a su vez, más ceros a la cuenta del hechicero.
Estupidez humana
Han pasado dos horas desde que empecé el atracón del tarot. He visto desde claves para encontrar a tu media naranja hasta una especie de ouija telefónica. Es el momento de apagar, pero un hilo de voz bastante peculiar hacen que mi cerebro se active de inmediato. Se trata de un anciana de 80 años. Está muy preocupada. Siente un dolor tan intenso en la rodilla que ya no sabe qué hacer. ¿Qué va a pasar?, se pregunta la octogenaria. De repente, Travín saca el doctor House que lleva dentro y le hace un diagnóstico en tres segundos: "Se te irán quitan los dolores. No creo que te vayan a operar".
La mujer, feliz, parece satisfecha. Agradece la premonición al presentador y cuelga el teléfono. "¿Hasta qué punto es ilegal que un tarotista te haga un diagnóstico médico?", me pregunto. "Son muy buenos ganando dinero. No son tontos. Tienen abogados buenísimos y saben hasta donde pueden llegar. No son estafadores. El engaño es tan burdo que no es una estafa. El derecho penal no te protege de tu propia estupidez".