Mientras toda Barcelona explota por la violencia de los CDR, un pequeño enclave sigue simbolizando la resistencia contra el separatismo. Es la Plaza Artós, del barrio de Sarriá. El lugar que representa la voz de los que no comulgan con el independentismo. Desde allí partió la contramanifestación de los constitucionalistas catalanes sobre las 6 de la tarde.
El lugar elegido no es casual. La Plaza Artós se convirtió, desde el mismo día del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, en la base de los disidentes. Sucedió de forma espontánea. Durante la jornada de la consulta, muchos jóvenes del barrio decidieron salir a la calle y mostrar su disconformidad con el simulacro de votaciones.
Se convocaron por Whatsapp y salieron a la calle. Sin directrices ni entidades organizadoras. Sólo salir a protestar. De aquello surgió un movimiento civil que fue bautizado como Los de Artós, sin cabeza visible y sin aspiraciones políticas.
“Sarriá es, tradicionalmente, feudo perico. Aquí estaba el estadio del RCD Espanyol. Los que salieron a la calle fueron los hijos y los nietos de aquellos primeros socios que iban a ver el fútbol a Sarriá. Los mismos que estaban discriminados por el catalanismo al no ser del Barça”, resume Antón, un vecino que se ha sumado a todas las concentraciones que se han convocado en la plaza.
Sarriá es feudo perico, pero también es uno de los barrios más ricos de la ciudad. Es, por tanto, uno de los lugares predilectos para vivir de la burguesía catalana. De las élites convergentes que no fueron indepes hasta que se subieron al carro del Procés.
Sarriá también es el barrio en el que está la vivienda de Jaume Vives, la persona que lideró las primeras protestas postreferendum al poner en su balcón, a todo volumen, el Que viva España de Manolo Escobar.
El 1 de octubre del año pasado tuvo lugar la primera concentración de la resistencia de Los de Artós, pero no fue la única. La más reciente tuvo lugar a principios del pasado mes de octubre. El día 3, con motivo del primer aniversario de la consulta ilegal, volvieron a reunirse. La idea era hacer un pasacalles pacifico.
Los CDR de Sarriá
Sin embargo, Sarriá también tiene su CDR. Cuando supieron de la convocatoria decidieron ir a reventar la manifestación. Así, ambas concentraciones se encontraron en las inmediaciones de la Plaza de Artós en torno a las seis de la tarde. Hubo incidentes y los Mossos d’Esquadra tuvieron que intervenir.
En la última manifestación de este jueves también hubo Mossos, pero ni un disturbio. En torno a 200 personas (el mismo número que en las otras ocasiones) salieron a la plaza para reivindicar que “catalanidad es hispanidad”. Pancartas contra el Procés y banderas españolas lideraban esta marcha convocada por Somatemps.
Antes de la manifestación hubo merienda patrocinada por Pigdemont. El motivo fue que el bloqueo de Cataluña por carretera que anunciaron los CDR quedó casi en nada. En tumultos a la entrada de Barcelona y en los tres extremos de Cataluña. Eso derivó en que la “Operación Salvamento” de la resistencia, consistente en dar packs con comida a la gente que se quedase atrapada en los atascos, no se llevó a cabo. Los promotores optaron por repartir los alimentos entre los asistentes a la manifestación.
Escoltados por 4 furgones de Mossos, la marcha llegó hasta Via Augusta y se cerró sin incidentes. Los CDR estaban ocupados en las convocatorias propias, por lo que estaban entretenidos y no salieron a oponerse a la concentración.
Mientras el sur de la ciudad seguía azotado por la violencia ejercida por los CDR, el norte era una balsa de aceite. La Plaza de Artós volvió a hablar y pidió, de forma unánime, “prisión para los golpistas y respeto para los que nos sentimos catalanes y españoles”. Nadie salió a increparles. Nadie insultando en los balcones. La zona noble de Barcelona no quiere los disturbios que imponen desse el sur de la ciudad.