Terreno fértil, agua, sol. Es lo que necesita un agricultor para tener una buena cosecha. Pero hay un factor extra que lo mantiene en vilo con el que pocos cuentan: el precio del diésel. En un año, el litro ha subido 18 céntimos. Y se están ahogando.
Las cosechas aragonesas, extensivas en su mayoría, son de las que más diésel requieren. Por ello, el pasado miércoles 5 de diciembre cientos de tractores (con consumos medios de 25 litros a la hora) salieron a las calles de Zaragoza para reclamar soluciones. Aunque es un problema que afecta a todos los agricultores y a todos los cultivos. En España hay 265.000 agricultores registrados en la Seguridad Social y más de 200.000 tractores registrados.
¿Qué hace que el diésel sea tan determinante en la cadena productiva? El carburante está presente en casi todos los procesos. Por un lado, la maquinaria agrícola y los sistemas de regadío funcionan únicamente con diésel. Por otro, los abonos y fertilizantes se generan a partir del gas natural; su precio está determinado en tres cuartas partes por el precio del barril de Brent. Y a todo ello hay que sumarle los costes del transporte. La inflación del oro negro les está exprimiendo.
Aurelio lleva cultivando desde hace 30 años trigo, cebada, colza y girasol, en su mayoría. Trabaja todo el año en sus 100 hectáreas en San Miguel de la Ribera, en Zamora. En su haber, una nave y un tractor, con sus respectivos aperos de labranza. Arados, cultivadores, rastrejos, sembradoras, abonadoras y herbicidas. La segadora funciona aparte.
Cuenta a EL ESPAÑOL que, gracias a las nuevas técnicas de cultivo y las nuevas variedades de semilla, las explotaciones son más productivas. Pero los costes aumentan a un ritmo aún más alto. "Antes, podíamos vivir con 50 hectáreas de terreno. Ahora, necesitas 150 o 200 para sacarle el mismo beneficio", recuerda Aurelio González.
Sube el petróleo, se estanca el cereal
En su caso particular, la cebada prácticamente no ha variado su precio en diez años, según los datos del Ministerio de Agricultura. Y, aunque no dispone de datos con más antigüedad, los agricultores coinciden en que el estancamiento del precio viene de más atrás.
"Mi problema son los precios. Liquido el trigo al mismo precio al que lo hacía mi padre cuando yo tenía 10 años. Y tengo 50", explica Aurelio. "Él, con lo que ahorraba un año, podía comprar un tractor; yo necesito esperar cuatro o cinco años", detalla el agricultor.
El precio de la cebada se ha mantenido constante, pero no el del petróleo. Desde enero de 2017, el diésel tipo 'b' (el destinado a la agricultura) ha subido un 27%. Ha pasado de costar unos 70 céntimos a 88. Y, aunque pueda parecer un aumento insignificante, lo es todo para ellos.
"Si a un camionero le suben el precio del diésel, lo repercute a su cliente. Nosotros no podemos hacer eso, ya que quien fija los precios son distribuidores e intermediarios", lamenta José Manuel Roche, agricultor y secretario de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Aragón (UPA). Es una de las regiones más castigadas por la subida del combustible, ya que gran parte del cultivo de secano extensivo se da en esta zona.
"Nos estamos gastando 350€ al día en gasóleo". Así de contundente se muestra José Manuel. "Si tuviéramos que pagar el gasóleo a 1'23€, tendríamos que cerrar. Si tuviéramos que pagar por él 1€ el litro, tendríamos que cerrar también. No podemos soportar ese coste de producción", advierte.
Este experimentado agricultor explica a EL ESPAÑOL que en el año 2005, agricultores y Gobierno llegaron a un acuerdo por el que se acordó la devolución del impuesto especial de hidrocarburos (IEH), que era de 76€ por cada 1000 litros. También, la deducción del 35% de las facturas soportadas del gasóleo en la declaración de la renta, la deducción del 15% en plásticos y la deducción del 15% en fertilizantes dentro del IRPF. En 2015, la devolución bajó de 76 a 63 euros y las deducciones desaparecieron.
"El diésel no se va a llevar ninguna explotación por el camino. Pero va a provocar que tengan que ceder terrenos, reducir su producción, reducir costes... puede que algún agricultor no pueda renovar sus tractores, ahora que vamos en la línea de buscar la eficiencia ecológica de los vehículos", pronostica.
Surtidores propios para combatir el riesgo de exclusión
Para paliar el gasto que supone alimentar sus máquinas, Aurelio, como la gran mayoría de agricultores en España, nutre sus máquinas en uno de los 800 surtidores de las propias cooperativas agrícolas.
El gasóleo tipo 'b' cuenta con ayudas por parte del gobierno al tratarse de un sector estratégico. El carácter social de las cooperativas les permite establecer unos precios más bajos que al resto de surtidores. Además, la mayoría son automáticas y no necesitan la ayuda de un empleado. Por todo ello, el precio medio del litro de gasoil en este tipo de surtidores ronda los 0'80€, en lugar del 1'20€-1'30€.
Jesús Gustrán es técnico en el Departamento Jurídico y de Seguros de Cooperativas Agroalimentarias de España, que defiende los intereses económicos y sociales de las cooperativas. "Si no fuera por estas estaciones de servicio automáticas no vigiladas, en España habría un gran problema de exclusión hacia los agricultores", declara el técnico. Por las características demográficas que tenemos, hay muchos pueblos en los que no hay una gasolinera en 50 kilómetros a la redonda. "Se arruinarían de no tener sus propios surtidores", añade.
Para alguien que no tenga conocimientos en agricultura, puede hacerse una idea de que un tractor debe tener un elevado consumo de combustible. EL ESPAÑOL ha hablado con Álvaro Almarza, miembro del Departamento de Marketing de New Holland, fabricante de maquinaria agrícola.
"Un consumo medio estimado (incluyendo todo tipo de labores, tanto pesadas como ligeras, y teniendo en cuenta que ya hay tractores que desarrollan una cierta potencia, de 200 cv en adelante) tendría un consumo de unos 25 litros/hora", especifica Almarza. Además, indica a este medio que la vida útil que estiman de media a sus tractores es de 10.000 horas. Los costes, dependiendo del uso que necesite el agricultor, van desde los 20.000€ por un tractor de 20cv, hasta los 500.000€ los modelos más potentes de 700cv.
Aurelio cuenta que, por cada hectárea, pasa entre siete y ocho veces con el tractor y los diferentes aperos acoplados. 100 hectáreas, siete pasadas, 20-25 litros la hora, a unos 80 céntimos de euro el litro. Solamente en el funcionamiento de su tractor, que tiene que mantener y, llegado el caso, renovar cada cierto tiempo.
El gas, ingrediente principal del abono
Otro factor importante en el gasto mensual de los agricultores es el abono. Aurelio necesita entre 400 y 500 kg para abonar cada una de sus 100 hectáreas. "Hay que abonar el campo dos veces al año, una por sementera y otra por primavera". En su caso particular, cada hectárea le cuesta entre 150 y 160 euros. Casi en su totalidad, el precio está determinado por el precio del barril.
Fertiberia es uno de los principales vendedores de abonos y fertilizantes en España. Fuentes de la empresa explican a EL ESPAÑOL que "el abono se hace a partir del gas natural, con el nitrógeno que se obtiene del amoniaco. Entre el 50% y el 80% de lo que se compone el fertilizante es consumo de energía". De ahí que, cuando sube el precio del petróleo, suba el precio del abono.
El 5 de diciembre, más de 200 tractores recorrieron las calles de Zaragoza para hacer visible su empobrecimiento. "No es una manifestación contra el gobierno, sino por la situación que sufrimos por el encarecimiento de costes de producción", declara José Manuel, secretario de la UPA de Aragón. Sus rentas han disminuido un 13% en los últimos 15 años.