"Los días rojos son horribles. De repente, uno tiene miedo y no sabe por qué. Cuando me siento así, lo único que me ayuda es subir a un taxi e ir a Tiffany's. Allí no puede ocurrir nada malo. Si encontrara un lugar que me hiciera sentir como Tiffany's, entonces compraría muebles y le daría un nombre al gato", le decía Holly Golightly (Audrey Hepburn) a Paul Varjack (George Peppard). Lo que no sabía Golightly en Desayuno con Diamantes es que la moda es un negocio tan voluble que productos que cuestan miles de euros acaban convertidos en briznas, en una incineradora, a cientos de grados en combustión.
Bien lo sabe la firma británica Burberry, conocida mundialmente por sus 'trenchs' de cuadros, que destruyó en el último año todos los productos que no logró vender en temporada, entre los que se encuentran ropa, accesorios o cosmética valorados en 32 millones de euros, según el informe anual del ejercicio fiscal de la empresa en 2018. Una cifra insignificante comparada con los 100 millones de euros que habrían incinerado en los últimos cinco años. La exclusividad no está al alcance de cualquiera.
El objetivo de estas lujosas marcas pasa por impedir que sus diseños sean robados o vendidos a un precio inferior en el mercado negro. Un hecho que, sin embargo, contrasta con las políticas de sostenibilidad que promocionan los grupos empresariales de primera línea.
Polvo eres y en polvo te convertirás
“Burberry es muy cuidadosa al tratar de minimizar la cantidad de existencias sobrantes que producimos. En los casos en que es necesario deshacerse de los productos, lo hacemos de manera responsable y buscando siempre la forma de reducir y reevaluar nuestros residuos”, asegura un portavoz de la compañía. Sin embargo, según el periódico británico The Times, el pasado año más de un tercio de los productos destruidos -la mayor parte de belleza- se quemaron en un horno incinerador especialmente creado para ello, algo que preocupa sobre todo a las organizaciones ecologistas.“Sospechamos que la quema de residuos se está produciendo en sus propios centros de producción, sin ningún tipo de control medioambiental o sanitario, lo que es muy grave”, explica a EL ESPAÑOL Carlos Arrivas, director de Residuos de la ONG Ecologistas en Acción.
Por su parte, la marca norteamericana de cosmética Coty, con quien Burberry llegó a un acuerdo el pasado año para distribuir sus productos, también se ha sumado a la iniciativa. Tan solo en el último ejercicio del año han quemado 11,19 millones de euros en perfumes. “La energía que se genera de esta quema es almacenada, por lo que el proceso no contamina”, explica Burberry. Una afirmación que contradice las verificaciones científicas de los expertos medioambientales: “Es totalmente imposible. La quema de residuos es una actividad altamente contaminante. Se están quemando cosméticos de composición compleja y que no sólo producen un impacto negativo en cuanto al efecto que provocan los gases invernadero sino que también están compuestos por talatos o DHT, que son disruptores hormonales. Por otro lado, en cuanto a la incineración de ropa, el mayor peligro reside en los polímeros, que como el PVC, al incinerarse desprenden sustancias cancerígenas altamente peligrosas para los seres humanos”, explica Arrivas.
Además de las citadas, otras marcas de alto standing como Hermes, también se habrían sumado al aquelarre textil. Concretamente, en enero, las incineradoras de Saint Ouen en la región francesa de Seine-Saint-Denis se habrían convertido en la última parada para cientos de productos de la firma francesa. “La creciente cantidad de excedente apunta a que existe una sobreproducción, y en lugar de frenar la máquina, incineran la ropa y los productos”, comenta a la BBC Lu Yen Roloff, representante de la ONG Greenpeace. Pero, ¿se trata de una práctica exclusiva de las marcas de lujo?
Las Fast Fashion también han sucumbido a las llamas. Marcas como H&M, que llevan a cabo estrategias de marketing basadas en el reciclaje de prendas en desuso, incineran por otro lado el excedente o stock de sus almacenes. Concretamente hasta la ciudad sueca de Vasteras, el gigante textil estaría enviando prendas de ropa y accesorios para ser quemados en una estación generadora de electricidad. “Mientras que los que trabajan en la industria saben que la incineración a veces es, por desgracia, una práctica normal, el público solo puede confiar en los rumores sobre cómo se destruyen los artículos de ropa no vendidos o dañados. Es un secreto bastante bien guardado. El reciclaje a gran escala todavía no está a la altura y las marcas y los minoristas se esfuerzan por proteger su muy apreciada propiedad intelectual y su imagen”, explica la doctora, Christina Dean, en su libro What happens to clothing that goes unsold?.
Sin embargo, el escarnio público al que se enfrentan las marcas de lujo viene aderezado por las supuestas políticas de sostenibilidad que chocan con la incineración de sus costosas prendas. Concretamente Burberry refleja en su memoria anual cinco ambiciosas iniciativas dentro del programa Creando el mañana. Patrimonio que pretenden reducir el impacto contaminante en el medio ambiente para el año 2022. Entre las iniciativas, la firma pretende involucrar a las comunidades manufactureras artesanales o reducir la cantidad de energía y agua que gastan para producir sus lujosas prendas. “Es absurdo que se lleven a cabo este tipo de estrategias -explica Arrivas- cuando en su mano está reciclar los productos. Por ejemplo, reconvertir de nuevo los textiles en hilo para generar nuevos diseños o donar los excedentes de ropa. Si son tan filántropos como se denominan, estas prendas pueden tener un mejor destino. Lo más triste es que se están quemando miles de productos por razones comerciales, simplemente porque no son capaces de venderlos. Diseños que podrían ser reutilizados por otras personas que de verdad los necesitan”.
El valor de las marcas del lujo
El último informe informe de BrandZ™, la consultora de marketing del grupo WPP Kantar Millward Brown, especifica que el valor de las marcas de lujo se ha multiplicado por siete en el último año hasta alcanzar los 115.000 millones de euros. Entre las marcas más valoradas se encuentran Louis Vuitton, con un valor de marca de 35.610 millones de euros; Hermes, con 24.316 millones de euros; y Gucci, con 19.269 millones de euros. Concretamente en España, el mercado de lujo mueve cerca de 9.200 millones de euros al año experimentando un crecimiento del 9 por ciento en este año respecto al ejercicio anterior.