José Carlos Carrasco y Nerea Aguirre, un matrimonio natural de Villabona (Gipúzcoa), se habían propuesto la misión de completar el Camino de Santiago en bicicleta con su hijo Orats, de 12 años. Sin embargo, cuando pedaleaban por la N-601 a la altura de la localidad leonesa de Santa Cristina de Valmadrigal, un conductor borracho que quintuplicaba la tasa de alcohol permitida les atropelló y se dio a la fuga. Los dos adultos murieron en el acto y el niño resultó herido de carácter leve y ya ha sido dado de alta.
Otra vez, una tragedia sobre el asfalto que involucra a una persona que va ebria al volante y a un grupo de ciclistas. Otra vez, un hombre que embiste a deportistas, una familia en esta ocasión, e intenta huir de toda responsabilidad. El presunto asesino, en torno a la cuarentena, natural de Castelldefels y que trabaja en una planta de Reanult de Castilla y León, fue arrestado por la Guardia Civil a unos 20 kilómetros del lugar de siniestro. El aviso y la descripción del coche que dos camioneros dieron a las autoridades fue clave para poder llevar a cabo la detención.
La familia vasca llevaba alrededor de una semana en la carretera y se dirigía a la Plaza del Obradoiro por la ruta francesa del Camino de Santiago. Pero sobre las 11 de la mañana de este jueves, la imprudencia de un conductor que dio 1,16 miligramos por litro en aire expirado en la prueba de acoholemia —el máximo permitido de alcohol por litro en aire es de 0,25 miligramos— los arrolló. El hijo, al parecer, iba unos metros por delante de sus padres y por eso salvó la vida.
Pasión por el deporte
José Carlos Carrasco (44 años), Nerea Aguirre (42) y Orats vivían en la pequeña localidad gipuzcoana de Villabona, a unos 20 kilómetros de San Sebastian. El hombre, procedente de Hernani, era un asiduo de la bicicleta de montaña, del deporte de las dos ruedas. La mujer, natural de Donostia, también solía salir a la carretera a pedalear. El niño juega a la pelota vasca, al fútbol y compite en carreras ciclistas en las filas del Oriako de Tolosa.
Aitor Ayerza, el presidente del club de ciclismo, explicó al diario El Correo que los padres "estaban volcados con su hijo, se desvivían por él. (...) Él era una persona muy seria y muy correcta. Después de cada entrenamiento o prueba siempre nos daba la gracias por la labor que hacíamos con los chicos". Con motivo del trágico suceso, han convocado una concentración y posterior marcha neutralizada por el centro de Tolosa en señal de protesta por el enésimo homicidio sobre el asfalto.
La alcaldesa de Villabona, Maite Izagirre, definió al matrimonio como unas "personas muy activas y participativas. También señaló que Nerea jugaba a los bolos en una asociación del pueblo. Con anterioridad, la mujer había trabajado en una firma de limpieza aunque luego creó su propia empresa. "Ha sido un palo tremendo para todos", dijo Izagirre a la agencia Efe, al mismo tiempo de no entender "cómo pueden llegar a producirse" este tipo de atropellos en los que un conductor borracho acaba con la vida de unas personas que se encontraban "de vacaciones".
Este suceso vuelve a colocar en primera fila del debate público la necesidad de endurecer las penas de cárcel para los conductores que matan a ciclistas —actualmente la máxima condena son 4 años—. Esta vez ha sido un niño, el pequeño Orats, el que se ha quedado huérfano.