A veces no hacen falta gestos heroicos para escribir la Historia. Basta con la curiosidad, siempre y cuando se vaya más allá de los silencios y tabúes que dejan los hechos traumáticos. Traumática fue precisamente la Guerra Civil para muchas familias. Óscar Vives perdió seis miembros en mayo de 1938. Varias bombas de media tonelada cayeron sobre dos casas de su familia en Benassal (Castellón), su pueblo natal. Su abuela paterna perdió a un tío-abuelo, un tío y una prima hermana. En esos ataques también murieron tres primas segundas de su abuela.
“Aquello fue bastante traumático para la familia. Hubo seis muertos. Junto a las casas se perdió todo el dinero que teníamos allí”, dice Vives a EL ESPAÑOL. Nunca hubo explicación que diese respuesta a aquellas explosiones. Su abuela le había contado que el bombardeo fue cosa de “mala suerte” en el momento en que la Guerra Civil llegó al Alto Maestrazgo, comarca montañosa en la que se encuentra Benassal. “Ella contaba que en el pueblo habían vivido tranquilamente hasta que llegó el frente”, afirma Vives. “Se explicaban las muertes de los familiares diciendo que, con la Guerra Civil, habían llegado las bombas y que tuvimos mala suerte porque nos tocó a nosotros”, añade.
De esos bombardeos se desconocía el motivo. Resultaban enigmáticos. Benassal no tenía relevancia estratégica. Allí no había soldados. Casos idénticos eran los de los pueblos de Albocàsser, Ares del Maestrat y Vilar de Canes. Entre el 21 y el 31 de mayo, sobre esos pueblos cayeron numerosas bombas causando 40 muertos. Nadie, durante casi ochenta años, explicó por qué. La propaganda franquista llegó incluso a atribuir su autoría a los rojos. Quienes lucharon por el bando republicano y sobrevivieron a la guerra tuvieron que aguantar los reproches de los vecinos durante décadas. Los objetivos de los bombardeos fueron casas robustas del centro de los pueblos e iglesias. En esas zonas vivía población más bien acomodada, conservadora y con mayores afinidades al bando sublevado.
En realidad, se desconocía hasta cuánto se bombardearon esos pueblos. “No se sabía cuántas bombas habían lanzado. En Benassal se decía que se habían arrojado tres en el primer bombardeo, el 25 de mayo de 1938. Después de aquello, muchos lugareños se fueron a vivir a cuevas y sitios seguros. Muchos no sabían que el día 28 se lanzaron otras tres”, precisa Vives.
Este hombre, natural de Benassal nacido hace 48 años, es el responsable de que ahora se sepa en estos pueblos que esos bombardeos fueron obra de la Legión Cóndor, la fuerza de intervención aérea que el III Reich mandó a España para apoyar a Franco. Él fue quien dio hace un par de años con una carpeta en un archivo militar alemán en la ciudad de Friburgo tras una búsqueda de la verdad junto al Grupo de Recuperación de la Memoria Histórica de Benassal. EL ESPAÑOL ha accedido a esas imágenes, que muestran la precisión con la que los militares nazis llevaron a cabo los bombardeos.
En ellas se aprecia el modus operandi seguido por los alemanes. Primero sobrevolaban la zona a gran altitud, unos 4.000 metros, y realizaban fotografías aéreas de los que luego serían sus objetivos. Con las imágenes en mano, señalaban, primero, en azul los objetivos de un primer día de bombardeos, y en rojo los de una segunda jornada de ataques. Posteriormente, los soldados alemanes tomaban fotografías de los daños a pie de calle y, si era posible, de los interiores de los edificios bombardeados.
Los responsables de los ataques estaban instalados en un pueblo de la región, La Sénia. Del aeródromo de esta localidad, hoy a 40 minutos en coche de Benassal, despegaban las máquinas de guerra del III Reich. En La Sénia no dejaron especial mal recuerdo aquellos alemanes. “No se sabía que los aviones salían de un pueblo cercano y que allí estaban muy contentos. Estos son pueblos relativamente cercanos. Pero en aquella época eran pueblos muy lejanos. Son tierras montañosas donde cuesta mucho avanzar, los caminos no eran buenos. Ir a La Sénia entonces era un día o medio día de camino de Benassal”, explica Vives.
Los ataques sirvieron para el desarrollo de un arma que Adolf Hitler utilizaría en la II Guerra Mundial contra sus enemigos en toda Europa. A saber, los aviones Juncker 87, también llamados Stuka, una máquina utilizada por primera vez en España que estaba especializada en el bombardeo de precisión. Por eso la carpeta del archivo de Friburgo lleva por nombre Imágenes de los efectos de las bombas de 500 kilos sobre los pueblos Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes, lanzados desde los Junckers 87. Las fotografías muestran, efectivamente, qué ocurre cuando le cae una bomba de media tonelada sobre sólidos edificios. Son reducidos a ruinas. Así quedó, por ejemplo la iglesia de Benassal. “Mi pueblo tenía una iglesia de considerables dimensiones y, en las fotos, se observa que quedó reducida a escombros”, según Vives.
Las imágenes del archivo de Friburgo hablan por sí mismas de la capacidad destructora de aquellos aviones de Hitler. Después de los bombardeos, los soldados alemanes iban a recabar datos de los daños. De esas misiones fotográficas salen imágenes como las del pueblo de Benassal, con las casas de la familia de Vives y la iglesia destruida. En ocasiones, se utilizaba a un soldado alemán en la foto para comparar con la escala humana los resultados de las explosiones.
Placas en honor a las víctimas, 80 años después
Hasta la reciente colocación de la placa en Benassal en memoria de las víctimas, allí sólo había un monumento relacionado con los días de los bombardeos. Estaba dedicado a Alfred Simon, un militar alemán que falleció tratando de desactivar una bomba caída sobre el pueblo. Se le reconocía que había ido a “ayudar” a los habitantes cuando, en realidad, Simon y compañía era uno de los responsables del martirio sufrido en Benassal, Albocàsser, Ares del Maestrat y Vilar de Canes. A finales de este mes de mayo, cuando se cumplen ochenta años de los bombardeos, se han estrenado placas en memoria de las víctimas en los otros pueblos bombardeados.
Poco o nada permitía pensar que Vives, profesor de Física de la Universidad de Valencia, fuera a reescribir la Historia de Benassal a partir de sus lecturas como amante de la historia. Antes de hacer su descubrimiento, ya había colaborado como pudo junto a los historiadores locales Emili Ferrando y Enric Barreda, quienes elaboraron en su día una serie de volúmenes sobre la historia del Siglo XX de Benassal a partir de la memoria oral.
En aquel trabajo, dependiente de lo que recordaban medio centenar de testimonios, no se acertó a determinar cuántas bombas se lanzaron, ni de qué características. La carpeta de Friburgo no deja lugar a dudas. Ahí figuran que todas las bombas fueron de 500 kilos. En Albocàsser cayeron 11, en Ares del Maestrat nueve, en Benassal otras nueve y en Vilar de Canes seis.
España, campo de pruebas de los aviones de Hitler
“Barreda era quien conocía más el tema. Él organizó unas rutas en Benassal sobre los bombardeos. Una vez, recuerdo, en una de esas rutas oí aquello de que se habían tirado tres bombas en las que destruyeron las casas de nuestra familia, pero no entendía que se hubieran tirado sólo tres bombas”, dice Vives. “Ahí empezó el interés sobre por qué habían bombardeado nuestro pueblo”, manifiesta.
Vives hace memoria y piensa en el libro del historiador militar británico Antony Beevor España. La Guerra Civil Española (Ed. Planeta, 2011). “Lo compré por curiosidad”, confiesa el profesor de física. No se imaginaba que entre aquellas 1.040 páginas hubiera un párrafo sobre su pueblo que le iba a dejar marcado. Es un párrafo del capítulo de las conclusiones que ahora Vives se atreve a citar de memoria: “La legión Cóndor usó la guerra civil como campo de pruebas. El avance de Aragón al Mar, utilizó pueblos y ciudades – incluidos Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes – para probar el bombardeo en picado de los Stuka y los efectos destructivos de las bombas de 500 kilos”.
Al leer aquello, miró las fuentes utilizadas por Beevor. Ahí encontró la referencia que escondía los detalles sobre los bombardeos sufridos por su pueblo: “BAMARL35/34”. Esa es la referencia de la carpeta del Archivo Militar del Archivo Federal de Friburgo. A partir de ese descubrimiento, Benassal y los otros pueblos atacados han podido reescribir el triste capítulo de los bombardeos.
Vives no quiere darse importancia, pese a su descubrimiento en los archivos militares alemanes. “Yo no soy historiador. Yo soy físico, científico”, aclara. “Sí, yo fui el primero que encontró los documentos, o una referencia a esos documentos de Friburgo, pero sin el Grupo de Recuperación de la Memoria Histórica de Benassal no se habría podido aclarara todo esto”, agrega con modestia. Con todo, Vives es uno de los principales protagonistas del documental Experimento Stuka de Pepe Andreu y Rafa Molés. Este largometraje, presentado recientemente y con considerable éxito el festival internacional Docs Valencia, narra la historia de la investigación de Vives y compañía.
Los alemanes, autónomos para bombardear en España
Como físico, Vives reconoce “la ciencia” del capítulo histórico que ha contribuido a desvelar. “Hay algo que une a la física y a la historia en estos bombardeos, porque estamos hablando de bombardeos en picado”, dice Vives. “No es que sea física de alto nivel, pero la física del asunto me llamó la atención. En el bombardeo en picado se utilizaba la velocidad y la inercia del avión y la bomba para lanzarla y conseguir una precisión muy razonable cuando, en esa época, los bombardeos desde 4.000 metros de altura no tenían mucha precisión”, explica este científico con experiencia de investigador en Italia y Suiza además de la prestigiosa Universidad de Oxford.
Pese a todas sus lecturas y contribuciones a la historia de la Guerra Civil en el Alto Maestrazgo, Vives no se atreve a juzgar hasta qué punto Franco era consciente de los ataques a Benassal y los otros pueblos de la comarca. “Según Franco, todo se hizo a sus espaldas. Porque él no firmó nada. Lo que sí existe es un documento donde Franco prohibía bombardear los centros urbanos. Pero luego se bombardeaban todos los días”, sostiene Vives. Los bombardeos del Alto Maestrazgo ocurrían poco más de un año después de la destrucción de Gernica, un ataque que costó críticas internacionales al bando sublevado pues aquella población vasca quedó prácticamente arrasada. Franco no quería exponerse de nuevo a algo así en 1938.
“Yo creo es que estos bombardeos no fueron solicitados por las fuerzas terrestres franquistas”, sostiene vives. “No fueron ellos los que solicitaron estos bombardeos, decididos por los alemanes. Éstos tenían, una cierta autonomía, incluso para elegir sus objetivos. Después de los bombardeos, pasaban un informe en el que decían lo que habían hecho, pero sin decir por qué ni para qué”, agrega Vives. Así se gestó un misterio ahora resuelto por la voluntad de un científico metido a historiador para aclarar un trauma familiar tras el que había, en realidad, un capítulo olvidado de la historia de España.