"El divorcio es inminente". Así de rotunda se mostraba la revista alemana Neue Post en su edición del pasado 28 de abril. Con la resaca de la crisis de las Reinas en la mente, el semanario germano daba por hecho una separación entre los reyes Felipe y Letizia. Incluso iba más allá: describían cómo iba a ser la nueva vida de la ex Reina como mujer divorciada.
En contra de lo que muchos españoles pudieron pensar tras la crisis del vídeo de Palma, este episodio no se vivió internamente en Zarzuela como un punto sin retorno en la relación entre los monarcas. En los 14 años de matrimonio ha habido, al menos, dos grandes ocasiones en los que parecía que iban a activarse las capitulaciones de la separación real.
Lo cierto es que la escena tras la Misa de Pascua en la isla balear no ha supuesto un antes y un después en el día a día del matrimonio. La mala relación entre la Reina Sofía y la Reina Letizia no es algo nuevo, aunque el gesto de la esposa de Felipe VI hacía su suegra fue uno más de los muchos que se han sucedido en los últimos años. Para la pareja sólo supuso un punto de fricción la decisión de que las niñas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, acudieran al hospital con su abuela a ver a don Juan Carlos. Letizia se negaba a exponer a sus hijas mientras que el Rey veía claro, por el bien de ellas, que era necesario un gesto por parte de las pequeñas.
"Hemos tenido mucha tensión en el ambiente. Pero no sólo entre ellos, también dentro de la Casa. Nos afectó a todos. Después del tema de Palma la cosa ha estado complicada, es normal, estuvieron en el punto de mira durante más de diez días. Pero entre ellos no hemos notada nada raro, cosas que no hayan pasado otras veces. No creo que esta vez estuvieran a punto de separarse ni mucho menos. Ahora estamos ya centrados en el viaje a Estados Unidos, eso sí que está creando cierto roce entre el matrimonio", asegura a EL ESPAÑOL una fuente cercana a los monarcas.
El viaje del que se habla es el que los Reyes tienen programado a Estados Unidos a mediados del mes que viene. Felipe VI y Letizia acudirán el 15 de junio a San Antonio, en Texas, para asistir a los actos conmemorativos del 300 aniversario de la fundación de la ciudad por los misioneros españoles. La idea es aprovechar el desplazamiento para hacer una escala en Washington y reunirse con Trump, ya que para protocolo de Zarzuela no casa el visitar un país y que los Reyes no sean recibidos por su anfitrión, al que ni si quiera conocen personalmente.
Pero a la hora de entrar en faena para montar la logística del encuentro, el personal que trabaja en él (comunicación, seguridad y protocolo) se encuentra con dos problemas: uno exterior y otro interior.
El primero, la agenda del Presidente de los Estados Unidos, que es una verdadera pesadilla. Encontrar un hueco en el día a día del hombre más poderoso del planeta para que reciba a Felipe VI en el Despacho Oval está siendo mucho más complicado de lo que nadie puede imaginar. Han hecho ya tres viajes a la capital americana para reunirse con sus homólogos estadounidenses y poder cerrar ya una fecha.
El segundo escollo a salvar está dentro de la propia Zarzuela. Se trata de la Reina Doña Letizia, quien no tiene ningún interés en conocer a Melania Trump. Sus ilusiones por acudir a la Casa Blanca distan mucho de aquel junio de hace dos años, cuando llegó con ilusión para encontrarse con Michelle Obama que le enseñó el huerto que cultivaba en los jardines de la residencia oficial del Presidente de los Estados Unidos.
La Reina española no quiere otro encuentro como el que vivió con Carla Bruni en Zarzuela en 2009. Aquella foto de la entonces Princesa de Asturias y la Primera Dama francesa de espaldas subiendo las escaleras del palacio dio la vuelta al mundo y provocó un gran enfado en la esposa de Felipe VI.
No quiere comparaciones con la mujer de Trump, ¿qué van a hacer mientras sus maridos se sientan en el Despacho Oval a tratar problemas vitales para España? ¿ver la nueva decoración que ha creado Melania para las habitaciones? Letizia se niega, ella pretende que se trate de un encuentro entre los dos mandatarios y punto. Mientras, la Reina puede visitar un colegio, un hospital, un centro de investigación contra el cáncer… Pero nada de foto con la Primera Dama americana, nada de duelos de estilismo, nada de comparaciones… No quiere ni oír hablar del tema.
Este tema ha creado algunos roces entre los Reyes, pero el Rey sabe qué si su mujer tiene que ir a la Casa Blanca, irá, no tendrá más remedio que acatar lo mejor para todos, lo mismo que terminó abriéndole la puerta a su suegra el día de la reconciliación entre ambas Reinas.
Porque al final, y por muchas pataletas que tenga Letizia, es el Rey el que manda, es el Jefe de Estado el que en realidad importa. Esta norma, tatuada inivisiblemente en todas las personas que trabajan en Zarzuela, nunca pensó que fuera también para ella cuando hace 14años, aquel lluvioso 22 de mayo de 2004 en la Catedral de la Almudena de Madrid, le dio el sí quiero al Príncipe de Asturias. Hasta entonces, todo había sido para la ex periodista un cuento de hadas, con pequeñas desilusiones, pero el amor del principio lo puede todo. Una década y cuatro años después, el matrimonio sigue unido, pero han vivido como cualquier pareja, dos fuertes crisis que casi terminan con el comieron perdices tan tradicional de las historias de amor.
PRIMERA GRAN CRISIS
La mayor de estas dos crisis de pareja tuvo lugar en agosto de 2013. Aquellas vacaciones en Palma de Mallorca tuvieron a la pareja al borde del divorcio real. Fueron 48 horas trepidantes. Los Príncipes de Asturias: vacaciones privadas entre rumores de distanciamiento, títuló el diario nacional más monárquico de todos, viendo que la noticia era obvia y que era más que evidente. Aquel verano don Felipe y doña Letizia acudieron cada uno por su lado a Mallorca (ella llegó tres días antes y se fue tres días antes también que Felipe y sus hijas). El círculo más estrecho de la pareja confesó: "El príncipe lo está pasando mal. Felipe sigue enamorado; mientras que Letizia sigue marcando un espacio propio fuera de la familia, continuación de su vida anterior, que en ocasiones choca con su actual condición".
Los rumores desataron una pequeña crisis institucional. Dos días después. Fuentes de Zarzuela tuvieron que salir a desmentir la noticia. "No hay una crisis matrimonial, sino una crisis en la percepción pública del matrimonio motivada por la interpretación errónea de determinados hechos. Pero son dos cosas distintas", aseguró el que en ese momento era jefe de comunicación de la Casa, el periodista Javier Ayuso. "Los príncipes siguen compartiendo un proyecto de vida en común y en familia". Para Letizia es fundamental "mantener un espacio privado propio, continuación de su vida anterior, en el que busca refugio para amortiguar la presión a la que se siente sometida", decía el vocero real.
Nadie sabe con seguridad a dónde se marchó la entonces Princesa de Asturias tres días antes que su familia, muchos aseguran que a Suiza, donde al parecer va con frecuencia a buscar la tranquilidad. El caso es que la pareja superó aquel bache y todo quedó en agua de borrajas.
SEGUNDA GRAN CRISIS
Ya como Reyes, Felipe y Letizia volvieron a vivir un bache en su matrimonio que se escenificó durante el Fórum Impulsa de la Fundación Princesa de Girona el 26 de junio 2015. La tensión entre ellos quedó latente nada más entrar en la sala y tomar asiento. La reina dio muestras de un visible enfado con su marido, e incluso se sentó lejos de él. El semblante serio de ambos durante todo el acto no dejó lugar a dudas de los problemas del matrimonio. Ya con Jordi Gutiérrez como jefe de comunicación de Zarzuela, detrás del teléfono no hubo respuesta a las preguntas de los periodistas sobre la actitud de los Reyes y sobre qué estaba pasando entre ellos. La respuesta quedó en un "eso es del ámbito privado". Pero era evidente que algo estaba pasando.
Fuentes cercanas a la pareja aseguran que aquella crisis hizo replantearse su vida a la Reina. Las ataduras de Zarzuela siguen molestándole. Al parecer, todo comienza unos días antes del foro con una fuerte discusión entre los Reyes en plena calle en Pozuelo de Alarcón. La pareja va a cenar a casa de unos amigos del Rey en la localidad cercana a Zarzuela, cita a la que la Reina no acude muy feliz. Letizia quiere seguir con sus amigos de toda la vida y es cierto que los de Felipe nunca la han admitido en su círculo. Ese ha sido uno de los problemas que la pareja no ha conseguido resolver en estos años de matrimonio hasta hace poco, cuando decidieron llevar un poco su vida por su lado.
"Son un matrimonio fuerte. Se complementan. Pero hasta hace poco no se han dado cuenta de que teniendo grupos amigos y aficiones distintas de ocio la cosa va mejor. Hacen un buen equipo. El Rey templa a la Reina, Letizia sitúa a Felipe en la realidad. No les gustan las mismas cosas, pero eso no es impedimento para que las cosas vayan bien. Cada uno tiene su espacio y eso es sano. Aunque muchas veces los medios de comunicación aseguran que es la madre la que se empeña en esconder a sus hijas, lo cierto es que es él quién está más preocupado por ese tema. No quiere que la princesa de Asturias y su hermana vivan expuestas, como le ocurrió a él. Por supuesto que su mujer está de acuerdo, pero no es ella la empeñada en este tema. Con esto no tienen ningún problema. Son un matrimonio bastante normal, en el día a día, con los problemas que tenemos todos’, cuenta a EL ESPAÑOL una amiga de la pareja que lleva a su lado desde hace más de 14 años.
¿Quién se quedaría con la custodia de las niñas?
Pero ¿qué ocurriría si como muchos españoles -en nuestro país el número de divorcio duplica al de matrimonios- los Reyes pusieran fin a su relación? Todo está cerrado y bien cerrado desde antes de mayo de 2004. La maquinaria legal de Zarzuela quiso blindar el matrimonio entre el entonces heredero y la periodista. Se encargó personalmente Aurelio Menéndez, fundador del prestigioso bufete Uría Menéndez y mentor de don Felipe. El pacto fue casarse en régimen de separación de bienes, y no gananciales. Eso fue cosa sencilla.
David Rocasolano, que en aquel momento era el mejor amigo de la Reina y su primo favorito, abogado profesional, supervisa el documento final de capitulaciones, de unos 50 folios. En su famoso libro Adiós Princesa -uno de los mayores disgustos que ha tenido la Reina en su vida- no autorizado sobre su prima, el joven abogado lo cuenta de forma clara: "En caso de separación, mi prima no iba a tener problemas. Le quedaba una asignación. Algo más que una asignación, se debería decir. Una residencia de verano y otra de invierno. O sea, también algo más que una residencia. Con su servicio y sus cosas. La vida solucionada, en resumen". Según Rocasolano, la Reina también sometió a la aprobación de su ex cuñado, Jaime del Burgo, el documento. Del Burgo estuvo casado con Telma Ortiz.
Poco más se sabe de este contrato firmado por los entonces Príncipes ante notario semanas antes de su boda. Las capitulaciones fueron inscritas en el Registro Civil específico que tiene la Familia Real en el Ministerio de Justicia. Allí se inscribió también el matrimonio, el 22 de mayo de 2004, y los posteriores nacimientos de las Infantas Leonor y Sofía.
Uno de los puntos más conflictivos de aquel trámite fue la custodia de los hijos en caso de divorcio. Letizia tuvo que aceptar que, en caso de separación, la custodia fuera otorgada a Don Felipe. Si el matrimonio se rompiera, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía seguirían residiendo en Zarzuela, y su formación sería asunto exclusivo de la Corona.
En las capitulaciones también se describió el estatus de Letizia si hubiera cese de la convivencia. En caso de divorcio -disolución canónica del matrimonio- perdería el título de Reina consorte y el tratamiento de Majestad. Si el matrimonio simplemente se separase -sin disolución del vínculo- mantendría el título y el tratamiento, en atención a que es la madre de la futura Reina. Es una adaptación de lo dispuesto en el Real Decreto de 6 de noviembre de 1987 sobre la cónyuge del Rey: "La consorte del Rey de España, mientras lo sea o permanezca viuda, recibirá la denominación de Reina y el tratamiento de Majestad, así como los honores correspondientes a su Dignidad que se establezcan en el ordenamiento jurídico".
Sólo los Reyes saben lo que pasa dentro de su matrimonio y como en todas las historias de parejas hay rachas buenas o rachas malas. Lo que queda claro es que en estos 14 años ambos han cambiado mucho y que sólo el tiempo dirá en qué quedan todos los rumores que aseguran que hace ya tiempo que cada uno hace su propia vida.