Jesús Martínez (Campo de Criptana, 1963) era ya una persona conocida en el pueblo, aunque sólo fuera por su madre, Doña Ramona, la maestra que regentó una conocida papelería/librería, La Moderna, en la calle de La Virgen. Camionero de profesión, en los últimos diez años apenas ha pasado un fin de semana sin prestar sus horas de voluntariado en la residencia de ancianos Sagrado Corazón. Ahora será recordado además por haber repartido diez millones de euros entre el personal de la residencia: compró y distribuyó 26 décimos del número 71.198 hace unas semanas entre compañeros voluntarios y algunos ancianos.
El héroe de Criptana se enteró del milagro por la radio cuando volvía de Burgos en su camión. Siempre se encarga de traer lotería a las auxiliares de la residencia de alguno de los pueblos por los que pasa, debido a su profesión de camionero. Ningún año les había tocado nada pero, esta vez la suerte ha venido de la mano de un capricho: el Mercedes 123 clásico, de los años 80, que fue a comprar a Vilalba (Lugo).
Su hijo Luis Jesús (22 años) psicólogo de profesión, le acompañó en el viaje. Se encontraron con Elisardo, el vendedor del coche, en el municipio gallego. Después de rubricar el trato, pensaron que era buena idea comprar allí los décimos de la lotería de Navidad. Jesús compró 26 décimos para la residencia y 4 para él: uno para su hermano mayor, otro para su hermano menor y dos para él y su esposa Marisa, que también se dedica al cuidado de mayores (es la directora del centro de mayores municipal de Campo de Criptana, distinto a la residencia de ancianos).
La llamada de la euforia
Este viernes Jesús conducía su camión de Burgos a la Mancha cuando le sonó el teléfono: era Elisardo, el vendedor del Mercedes 123. Él pensaba que le llamaba para concretar algún dato de la venta, pero nada parecido. Escuchó: "¡Jesús, ¿qué número llevábamos? ¡Creo que nos ha tocado el Gordo!"
Jesús no podía creérselo. Una vez se dio cuenta de la situación, habló con su familia y con sus jefes, los socios de la cooperativa de transportes Comatra. Les dijo, entre risas, que no se preocupen, que no dejará el trabajo, aunque sí espera "tomarse la vida con más tranquilidad". En conversación con EL ESPAÑOL, Jesús comenta que "no quiere cambiar nada sustancial de su vida, porque soy muy feliz" y que está "encantado de haber llevado tanta suerte y tanto dinero a su pueblo".
Fue Elena, una joven rumana "trabajadora y muy simpática", auxiliar de la residencia de ancianos, quien le encargó los décimos. Jesús celebrará esta Navidad con los suyos y con los trabajadores y ancianos de la residencia de Campo de Criptana la gran noticia, sin duda una de las más felices de su vida. Está convencido de que el Mercedes Clásico, el número 8, que es su número preferido, y haber viajado acompañado de su hijo a Vilalba le han traído la suerte.
Alegría del alcalde
Las labores fundamentales de voluntariado en la residencia son pasear con los ancianos y darles de comer. "Es muy dicharachero, anima a todos los demás", explica a EL ESPAÑOL la hermana Ana María, que trabaja en el citado centro y dice estar "tan contenta, tan contenta" pese a no figurar entre los agraciados. "Aquí hay gente con hipotecas, empleados y voluntarios, imagínese el bien que les va a hacer", concluye la exultante monja. Se invitará a muchas cañas este fin de semana navideño en Campo de Criptana.
El alcalde de la localidad, Antonio Lucas-Torres, ha asegurado al diario local Mancha información que "siente mucha alegría". "Se lo merece todo el mundo pero estas personas de forma especial porque son muy trabajadores".
"Es bueno", ha dicho, "para la economía de Criptana. Ellos han dado lo mejor de sí mismos a la residencia. Se lo merecen de verdad".