Qué fácil y cómodo era, hasta ahora, dejar a los niños en la guardería y escaparse luego a pillar un par de gramos de cocaína o unas papelas de MDMA. Y es que Abdeslam, un marroquí de 46 años, había montado un auténtico supermercado de la droga en su casa de Cardedeu (Barcelona), a escasos 50 metros de la guardería Can Serra. Ni siquiera hacía falta entrar en el piso. Dejabas el dinero por debajo de la puerta y Abdeslam te lanzaba la mercancía por el balcón. Un auténtico narco-self service.
Pero eso ya se ha acabado. Los Mossos d'Esquadra y la Policía Local de Cardedeu han desmantelado el negocio. El pasado día 24 detuvieron a Abdeslam como presunto autor de un delito de tráfico de drogas. En la intervención incautaron hachís, marihuana, cocaína, éxtasis, dinero en metálico y (esto es lo que más llama la atención) varios patinetes y unas bicicletas del Decathlon.
En el pueblo no se habla de otra cosa estos días. El vídeo de la intervención de los Mossos d'Esquadra ha corrido como la pólvora por todos los grupos de Whatsapp de Cardedeu. “Yo pensaba que era una operación contra el yihadismo, por el montón de policías que he visto en los vídeos entrando en casa de un marroquí”, confesaba un vecino que había ido a buscar a sus hijos a la guardería y que jura que él no compraba droga a Abdeslam.
En realidad impresiona ver el vídeo de la intervención. Una decena de agentes entrando por la fuerza en un inmueble en el que se encontraban Abdeslam, su hijo mayor Mohamed y su pitbull. Un espectacular operativo para intervenir unas cantidades mínimas (por no decir ridículas) de droga. Según la información de los Mossos d'Esquadra, se decomisaron 61,42 gramos de hachís, 25,30 de MDMA, 8,6 de marihuana y 1.26 de cocaína. Además, la policía se hizo con una báscula de precisión, varios teléfonos móviles, ordenadores portátiles, monitores y los mencionados patinetes.
"Él siempre fue empresario"
La familia de Abdeslam estaba desolada. “Mira cómo han dejado la puerta los Mossos. La han destrozado. Y dentro igual. He tenido que venir yo a limpiar; estoy separada de mi marido, pero he venido a echar una mano porque no hay derecho lo que le han hecho a este hombre”, se queja su exmujer. Ni ella ni su hijo viven ya con Abdeslam, pero siguen teniendo una buena relación con el detenido. “Él siempre ha sido empresario. Antes tenía una empresa de monocapa (revestimientos para fachada). Pero por culpa de la crisis tuvo que cerrar y a lo mejor ahora sí que estaba vendiendo droga… pero era porque no tenía trabajo”. Se entiende que, a pesar de que su empresa quebró, Abdeslam no perdió su espíritu emprendedor y decidió explorar otras vertientes del mundo empresarial, esta vez con una start-up en forma de mercadillo de la droga.
Madre e hijo sostienen una teoría acerca de la espectacularidad de la operación. “La detención pasó el día 24, ¿no? Pues el día de antes, mi padre tuvo un juicio contra un policía local de aquí de Cardedeu. Fue porque una noche, hace unos meses, iba mi padre borracho, el agente le pegó un puñetazo y le voló cuatro o cinco dientes. No sé por qué, pero ese tío se la tenía jurada. Pues el día 23 se celebró el juicio y ganó mi padre. Ahora el policía le tenia que pagar 2.700 euros por diente. Qué raro que al día siguiente venga aquí toda la policía a llevárselo, con todo el jaleo que han montado. A mí eso me huele a venganza”, lamenta el hijo pequeño de Abdeslam, que todavía es adolescente.
"Aquí todo el mundo vende marihuana"
Ni él ni su madre creen que Abdeslam tuviese montado ese supermercado de la droga del que hablan los Mossos d'Esquadra. “Hombre, marihuana sí. Eso sí que creo que vendía. Pero es que aquí en Cardedeu todo el mundo vende marihuana”, sentencia la mujer sin ningún tipo de rubor. “MDMA no sé lo que es”, puntualiza. Su hijo le hace un gesto con la mano, como queriendo decirle que tampoco viene al caso lo que sea el MDMA, que él tampoco cree que su padre vendiese ese tipo de sustancia. “Hachís sí”, confiesa el chaval, “pero MDMA y cocaína lo dudo. A saber qué hacía todo eso en casa de mi padre”. Del mismo modo, tampoco sabe que hacían los patinetes en casa de su padre.
Sea como sea, lo que es cierto es que el inmueble está casi al lado de una guardería y de un colegio de primaria. También que en los últimos tiempos se había registrado un incremento de la conflictividad en la zona. Apuntan desde Mossos que “se había registrado un aumento de incidentes en la zona, como peleas y discusiones en plena vía pública por cuestiones relacionadas con el tráfico de drogas”. También que las transacciones se hacían a plena luz del día, sin tener en cuenta si había gente en la calle o si estaban saliendo los niños del cole en ese momento.
La guardería y la casa-supermercado de Abdeslam están separadas por un parque. Era allí donde, según algunos vecinos, se producían algunas de las transacciones. Otras veces, cuando refrescaba, Abdeslam no salía a la calle. Se quedaba atendiendo en casa. Lo único que tenía que hacer el cliente era tocar a la puerta y anunciarle a Abdeslam el pedido a viva voz. Dicen los Mossos que él mismo lo dejaba caer por la ventana, para mayor comodidad del comprador.
"Yo eso tampoco me lo creo", apunta su hijo. "¿Cómo va a lanzar la droga por la ventana? ¿Cómo cobraba entonces? ¿Los compradores le hacían aviones de papel con los billetes y se los tiraban al balcón? ¿Le decían que se le metían el dinero por debajo de la puerta y luego no se lo dejaban y lo estafaban? Hay algo que no cuadra", sospecha su hijo. Mientras, su madre, con un trapo en la mano, ahuyenta a otros periodistas que se acercan hasta la zona a preguntar.
Abdeslam, que ya acumulaba nueve antecedentes policiales por hechos similares, pasó a disposición judicial el pasado día 25 y el juez decretó su ingreso en prisión. Lo que no ha trascendido es qué se ha hecho de los patinetes decomisados.