De las cartas de navegación en aguas africanas, a los planos originales del portaaeronaves; de los teléfonos que se empleaban a bordo, a las camillas de las enfermerías. Son objetos únicos, reliquias de un pasado no muy lejano, en el que el Príncipe de Asturias -otrora buque insignia de la Armada, de casi 200 metros de eslora- surcaba mares y océanos. Un total de 250 efectos militares que ahora se venden en subasta al mejor postor.
La puja forma parte del proceso de desguace del portaaviones. No fue fácil encontrar un destino para un buque de tal envergadura: tiene un peso aproximado de 13.400 toneladas; o lo que es lo mismo, de más de 800 camiones de peso medio. El buque terminaba su vida útil en 2013 y no fue hasta este año cuando, tras muchas especulaciones sobre su futuro, encontró propietario.
Tras una compleja subasta, con tres licitaciones en la que no se presentaron ofertas, la firma Surus Inversa terminó por llevarse el buque por un precio que rondó los 2,7 millones de euros. El pasado mes de agosto lo remolcó desde el arsenal militar de Ferrol hasta el astillero del puerto de Aliaga, en Turquía. Allí, junto a la empresa Leyal Deltas, desmantelará por completo la nave en un proceso que culminará entre febrero y marzo de 2018.
Las reliquias que ahora se subastan proceden del Príncipe de Asturias. Se venden por Internet en una puja que terminará el próximo 2 de noviembre.
Patricia Vela es la encargada del departamento de marketing de Escrapalia, el canal de Surus Inversa para la venta online: “Queríamos que parte del portaaviones se quedara entre nosotros. Muchos se han interesado en su desguace y hemos querido corresponderles dándoles la oportunidad de adquirir una pieza exclusiva a modo de recuerdo, tanto para nostálgicos como para coleccionistas interesados en temas navales”.
Según explica, los fondos recaudados irán destinados a “íntegramente a Cáritas Armada Madrid y a la Fundación Museo Naval”; la primera desempeña su labor entre familias y niños del Hogar Infantil de Ntra. Sra. de los Desamparados (Madrid) y en un centro misionero en Djibouti, entre otros; la segunda se dedica a la protección, ampliación y difusión del patrimonio histórico de la Armada.
Los tesoros del buque
El lote de 250 objetos representa un pequeño tesoro para los amantes de lo castrense y lo náutico. Por 50 euros se pueden encontrar grandes faroles amarillos -para comunicarse en la oscuridad- o cascos de protección de la Armada; por 10, hay camillas de la enfermería o teléfonos de comunicación.
Posiblemente los objetos más singulares lo representen los planos originales del Príncipe de Asturias, con un rango amplio de precios; en total, hay seis en oferta. Entre las cartas de navegación -21, en total- también se encuentran mapas de Cabo Verde, Senegal, Mauritania, Libia o Sáhara, entre otros.
Las reliquias van acompañadas de un certificado de autenticidad: “Están teniendo muy buena acogida los elementos de comunicación interna en el barco y los compases magnéticos de bitácora”, señala Patricia Vela.
-¿En cuánto se estima el valor total de este lote compuesto por 250 artículos?
-No podemos estimar cuál es su valor monetario. El valor sentimental, sin embargo, es inestimable: nos consta que es muy grande para todo el que prestó servicio en él y para los coleccionistas.
Un 'Príncipe de Asturias' angoleño
Con esta subasta, el Príncipe de Asturias escribe una de las últimas líneas de su historia. Algunos de sus renglones han sido torcidos, incapaces de encontrar un punto y final. Desde que el buque terminó su vida útil en 2013 se le ha buscado una salida digna.
En un primer momento se especuló con la posibilidad de que un Ejército extranjero lo adquiriese. Indonesia y Filipinas preguntaron por el buque, y en momentos concretos parecía que su destino final estaría en la Armada de Angola. Todas estas negociaciones, por un motivo u otro, no llegaron a buen puerto.
Desde entonces surgieron las dudas sobre qué ocurriría con la embarcación. Desplegado en la Primera Guerra del Golfo en 1991, o en el Adriático en 1994 -tras el conflicto de Yugoslavia-, fue el escenario en el que un joven Felipe de Borbón y Grecia se formó como alférez.
Así, se buscó un fin honroso al buque.
“No quedó más remedio que sacarlo a subasta pública”, advirtieron en su día a EL ESPAÑOL fuentes de la Armada. El precio de salida fueron 4,8 millones.
Con lo que no contaban los vendedores era con el desplome del precio del acero, la principal materia prima que conforma el buque. La primera subasta concluyó sin ninguna oferta. Se registraron varias rebajas consecutivas que tampoco encontraron interés en firme. Finalmente, en marzo de este año se supo que Surus Inversa, en una unión temporal de empresas (UTE) con la turca Leyal Deltas, era la adjudicataria.
Ahora, en aguas turcas, el que fuera buque insignia de la Armada durante 24 años de servicio, espera su último destino. Sus reliquias, una última evocación a sus tiempos de gloria, están a la venta al mejor postor.