La mañana del 17 de junio del pasado verano, mientras miles de estudiantes de 2º de Bachillerato no quitaban su mirada del ordenador para conocer los resultados de la Selectividad, el teléfono de Jaime Redondo no paraba de sonar. Llamadas y mensajes de whatsapp interrumpieron su viaje de fin de curso a bordo de un crucero para felicitarle por sus magníficas notas: había bordado la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) sacando un 10 en todos los exámenes a los que se presentó. “No me lo creo aún, voy a poder cumplir mi sueño”, repetía entonces -una y otra vez- a familiares, amigos y periodistas interesados por el caso del alumno perfecto.
El sueño del que hablaba Redondo -18 años recién cumplidos, después de haber cursado más de un cuatrimestre en la universidad siendo menor de edad-, era poder matricularse en el doble grado de Matemáticas y Física de la Complutense de Madrid, los estudios con la nota de corte más alta de España: 13,5 sobre 14. Le sobró ese medio punto, ya que este joven de Leganés (Madrid), que fue promocionado de 1º de la ESO a 3º por su potencial, también contaba con un expediente de 10 en Bachillerato. Ahora, con los exámenes del segundo cuatrimestre a la vuelta de la esquina, conversa con EL ESPAÑOL sobre su primer año en los estudios universitarios más complicados y aconseja a alumnos de Bachillerato a encarar la Selectividad.
Es la hora de comer en la Facultad de Físicas de la Complutense y un cartel anunciando los Premios Covariantes y Contravariantes sirve de bienvenida para todo estudiante que cruza la puerta. Redondo acaba de terminar sus clases y sobre la pizarra verde, infinidad de problemas resueltos. Recuerda cómo la primera semana de clases no pudo estar sentado en los pupitres de la Complutense porque estaba en Uruguay, en la Olimpiada Iberoamericana de Física.
Una medalla de bronce bien merecía esas faltas en las hojas de asistencia a clase. Al llegar, se encontró un grupo reducido -son solo 25 los afortunados que cada año pueden acceder a estos estudios- de “chavales normales”. “Un amigo que estudia sólo Física me dice que somos más normales los del doble grado que los de Física”, explica. “Estoy muy a gusto porque coincidimos en cuanto a la inquietud que tenemos, pero somos personas normales, que nos gusta salir y tomarnos la vida con calma”, reitera.
Redondo, tras su 10 en Selectividad y 10 en Bachillerato se enfrentó a la temida para muchos solicitud de acceso a la universidad. Un planillo a rellenar -en Madrid- con 15 titulaciones y 15 centros donde cursar esos estudios. Con ese brillante expediente no tendría problema para ser admitido en cualquier carrera, en su primer opción. Sin embargo, “por temeridad” -la suya y la de su madre- este alumno completó la lista de peticiones. Primero, el doble grado de Matemáticas y Física en la Complutense, luego Física en la Universidad Autónoma y en tercer lugar Historia.
EN LA UNIVERSIDAD A LOS 17
Hasta marzo ha estado sentado en clase con 17 años. Fue entonces cuando realizó sus primeros exámenes universitarios. Son cuatro las asignaturas a las que se enfrentó al final del primer cuatrimestre. Preguntado por las notas parece excusarse: “Bueno... bien”. Y luego este diario le pide que concrete las notas: “9,9 en Álgebra, 9,7 en Computación, 8 en Análisis y 8,5 en Física”. “Eran los primeros exámenes y fui con temor a lo desconocido: cómo serían y cómo los corregirían. Muchos nervios y miedo a no saber a lo que te estás enfrentando”, explica.
-¿Cuáles son las principales diferencias con respecto a Bachillerato?
-Muchas. La primera es que el ambiente es muy distinto porque ahora todos compartimos unos intereses en común por las materias, investigamos, resolvemos dudas: el ambiente es mucho más formativo. La segunda, que se valora mucho más la autonomía. Ahora en cada asignatura eres tú el que te tienes que buscar los libros, los apuntes, contrastarlos…
Ahora encara los exámenes del segundo cuatrimestre “más tranquilo” y aunque no sabe especificar el número “exacto” de horas al día que dedica al estudio, estas nunca suelen ser menos de una y media diaria y se incrementan considerablemente durante la época de evaluaciones. “Toca subir la media para ir por becas, pero lo llevo con más tranquilidad que los pasados. Desde que empezó este cuatrimestre sabía cómo enfrentarme a las asignaturas y llevarlo todo al día”, asegura.
Una parte de su mente en los futuros exámenes y la otra en el verano. Este próximo busca la tranquilidad que no tuvo el pasado después de la Prueba de Acceso a la Universidad. Viajará en julio al JET, el reactor de fusión nuclear más grande que hay ahora activo situado a las afueras de Oxford en Reino Unido. Irá hasta allí gracias a un premio europeo para jóvenes investigadores. “Para un físico es como meterte en el juguete más grande del mundo”, dice ilusionado. Además, con mucha modestia, explica que su estancia en el JET (Joint European Torus) para ver cómo trabajan y realizar experimentos es algo que le encantaría vivir -según le han comentado- a muchos de los profesores que le darán clase en los próximos años.
LAS CLAVES PARA BORDAR LA SELECTIVIDAD
La nueva Selectividad de la LOMCE -que en la práctica será una prueba idéntica a la anterior Prueba de Acceso a la Universidad después de todos los retoques el Gobierno del PP ha hecho a su propia ley educativa- comenzará a celebrarse la primera semana de junio en todas las comunidades. Una de las primeras regiones en celebrarse será -como cada año- Madrid, a partir del 6 de junio.
A todos los alumnos que pasarán por ese trámite, Redondo les recomienda:
1. Que organicen “desde ya” todo lo que hay que estudiar: cuánto tiempo se necesita para cada materia y cuándo lo van a hacer.
2. Que realicen exámenes de Selectividad de años anteriores. Para Redondo, hacer simulacros con el tiempo y la extensión “real” puede aportar “calma” para el día del examen: “No es lo mismo hacerlo en tu casa con toda la calma del mundo que el día de la PAU con un tiempo limitado”.
3. Considera “imprescindible” dejar un par de días antes de los exámenes para “poder relajarse”: hacer yoga, pasear, correr, nadar. En definitiva, “todo lo que a uno le relaje”.
4. Ya en el examen, el alumno diez aconseja “leer bien” las dos opciones que los examinadores ofrecen a los estudiantes. “Que no se dejen llevar porque alguna de las preguntas les suene bien, que lean bien”, analiza.
5. No perder el tiempo: “Si en una pregunta se quedan en blanco, que pasen a la siguiente y luego vuelvan”.