Ella, B., de 17 años, estaba radiante por haber terminado los exámenes finales de 2º de Bachillerato que en la mañana de este martes se celebraban en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo. Por eso había ofrecido a sus compañeros que celebrasen una fiesta en el ático del edificio en el que vivía, en el número 4 de la madrileña calle Hermanos Bécquer, en el distrito de Salamanca. Su novio, J., compañero de clase y también de 17 años, se había ofrecido a ayudarla. Probablemente estaban comentando los detalles del festejo cuando el suelo acristalado del ascensor de la finca se hundió bajo sus pies: ambos murieron al instante.
Los vecinos de la calle Hermanos Bécquer no podían dar crédito al suceso, que tuvo lugar en torno a las 16.45 de la tarde. "Guapa, buena, honesta", son los adjetivos que empleaba una amiga de la familia para describir a la joven B. "Un ángel", añadía, que había pasado una temporada difícil con motivo de los exámenes finales de 2º de Bachillerato: "Estudiaba todos los días y estaba deseando terminar ya el curso y terminarlo bien, con las mejores notas posibles". Ella, hija de un registrador de la propiedad y sobrina de un reputado jurista, era la menor de tres hermanos.
Sobre J., sus compañeros de colegio lo definieron como un joven "extrovertido y divertido", y "muy deportista": "Jugaba a menudo al baloncesto y al fútbol".
Los motivos del suceso
La familia de B. reside en la sexta planta, pero el ático -un espacio común para los vecinos de la finca- era un espacio mucho más adecuado para la celebración de la fiesta.
La finca, ubicada frente a la embajada de Estados Unidos en Madrid -en uno de los enclaves más lujosos de la capital-, había sido reformada recientemente; algunos vecinos apuntan a que las obras terminaron hace unos dos años, aproximadamente.
El edificio cuenta con dos ascensores: el que utilizan los empleados de servicio, de menor tamaño, y el que emplean los vecinos. Éste último -en el que se produjo el suceso- había superado todas las inspecciones técnicas y el pasado mes de abril se le sometió a un proceso de mantenimiento, según informa Europa Press; tenía el suelo acristalado y las paredes también eran de cristal.
Según fuentes policiales, el suelo acristalado del ascensor se hundió por motivos que todavía se desconocen y los dos adolescentes cayeron desde una altura de nueve pisos; en esa planta se ubica la azotea del edificio. La Policía Científica está investigando el caso.
Hasta el lugar se trasladaron varias dotaciones del Samur -que atendieron a los familiares de los adolescentes- y de los Bomberos. El levantamiento de los cadáveres se efectuó sobre las 19.30 de la tarde, siendo trasladados al Tanatorio Norte.
Los amigos de J. y B. lloran la tragedia
Mientras tanto -a las 20.00 de la tarde- se celebraba en la capilla del colegio de Nuestra Señora del Recuerdo un funeral por los dos jóvenes. "Ha sido casi improvisado", apuntaban las decenas de familiares, amigos y compañeros que abarrotaron el templo.
Las escenas de dolor se conjugaban con las de incredulidad: "¿Pero de verdad ha podido pasar algo así?", se preguntaban unos y otros, aún sin creerse la fatalidad que se había cernido sobre J. y B., dos chicos populares en su curso.
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