“Això és una dona” ["eso es una mujer"], gritaban enfervorecidas las huestes pujolistas cuando veían asomada a Marta Ferrusola al balcón presidencial. Otros preferían llamarla Lady Macbeth en la sombra. Al final, ni lo uno, ni lo otro: la realidad siempre supera la ficción y los sueños de la razón siempre desbancan a la peor pesadilla de la política. Lo que sigue es un somero repaso a los diez hits, a las diez grandes oraciones, de la autoproclamada madre superiora de Cataluña, según el correo que en su momento envió al banco andorrano donde tenía depósitos para mover el dinero investigado.
1. Oración "Misales". Marta Ferrusola es católica apostólica recalcitrante, se jacta de ello y desprecia a quienes no comparten su fe, sobre todo en pasar el cepillo. Hay que decir que su uso de jerga litúrgica –misales por millones…- para actividades más dignas de los mercaderes en el templo que de la Moreneta habrá hecho persignarse a más de uno. Su marido ha afirmado en reiteradas ocasiones que él cree en el Credo “de arriba abajo”, incluida la resurrección literal de la carne. Por si acaso, su señora sólo cree en la resurrección del dinero, al tercer día de enterrarlo…
2. Oración "Váyase usted a la mierda". Nunca ha sido gran fran de los periodistas, ni siquiera en el momento de mayor carisma y popularidad de su esposo, cuando ella pudo llegar a ser vista como una Evita Perón catalana. Pero ella siempre sospechó de la canallesca, a la que atribuía, en el mejor de los casos, tibieza patriótica, y en el peor, directa y abyecta sumisión a los intereses de “Madrid”. Cuando las inmediaciones de su residencia empezaron a llenarse de cámaras y alcachofas pidiendo explicaciones, las obtuvieron al punto: “Váyase usted a la mierda”, le espetó al primer representante del cuarto poder que osó interesarse.
3. Oración "Triste es robar, pero peor sería pedir". Claro que si la prensa no goza de las simpatías de la exprimera dama catalana, tampoco puede decirse que sienta un respeto a raudales por los parlamentarios. Ni siquiera por los parlamentarios catalanes, teóricos adalides de la teórica soberanía nacional catalana que teóricamente debería ser la razón de ser de esta familia. Una Ferrusola visiblemente molesta porque le pidieran explicaciones en sede legislativa de la aparatosa prosperidad de sus hijos llegó a tener el cuajo de pretender que todos ellos vivían “con una mano delante y la otra detrás” y que aquí lo que pasa es que todo el mundo les tiene manía y les tiene envidia, por eso no pueden ganarse la vida normalmente. Los pobres.
4. Oración "Por donde pasa Hidroplant, no vuelve a crecer la hierba". Que se lo pregunten a los del Barça, que vieron horrorizados cómo el césped del Camp Nou se convertía en algo así como tierra quemada después de que pasara por ahí el rodillo de Hidroplant, la empresa de jardinería de Marta Ferrusola a la que había que encargar hasta el último geranio del más remoto Ayuntamiento de Cataluña para tener la fiesta en paz. No es que ella se aprovechara de las evidentes ventajas de su posición; es que si alguien dudaba en darle trato de favor, con cajas destempladas lo exigía. Se comprende que, abrumada por los encargos, se le colara alguna mala hierba.
5. Oración "A la familia que no me la toquen". Ciertamente la sospecha, el runrún, de que Marta Ferrusola dirigía un verdadero clan mafioso familiar con su marido como ciego consentidor llevaba décadas tamborileando en Cataluña. Pocos y exaltados periodistas se desgañitaban en vano denunciando esto y lo otro sin que llegara a cuajar una verdadera visión global del asunto. Lo más cerca que se estuvo fue en 1993, en plena crisis Pujol-Roca, cuando aparecieron algunas filtraciones de cierta envergadura. Jordi Pujol se revolvió frenético contra Miquel Roca, a quien acusaba del chivatazo. “A la familia, ¡que no me la toquen!”, retumbó su voz haciendo crujir todas las maderas del Palau. Es lo más cerca que ha estado Roca de acabar como Kennedy. Todo el mundo tomó buena nota a partir de ahí que el president no sabía porque no quería saber. Desde entonces nadie intentó hacer carrera a su vera sin cooperar por activa o por pasiva con la mafia familiar. Oponérseles era la manera más rápida de no llegar ni a conseller d’Economia ni a conseller en cap, los cargos desde los que Artur Mas dio el salto al delfinato.
6. Oración "La financiación empieza por casa". De todos los personajes bajo sospecha o algo peor que ha dado de sí el pujolismo, uno de los más pintorescos es Lluís Prenafeta, imputado junto al exconseller de Economía Macià Alavedra en el caso Pretoria. Prenafeta llegó a mano derecha de Pujol por empujón directo y contundente de Marta, quien no paró hasta colocarle. También fue muy activo su favoritismo a favor del llamado “sector de los negocios” de la extinta CDC, que agrupaba a Alavedra y otros, enfrentados a los roquistas. Estos últimos eran más light en lo nacionalista y si incurrían en alguna irregularidad económica solía ser para financiar el partido. Los otros creían que la financiación bien entendida empieza en casa…
7. Oración "Los inmigrantes vienen para darles de comer". Se podría esperar que alguien tan atareado ganando dinero no tuviera tiempo ni presencia de ánimo de dar lecciones de moral al prójimo. Nada más lejos de la realidad en el caso de Ferrusola. Nunca ha sido tímida en lo que respecta a su presencia pública. Ya a una edad avanzada no dudó en tirarse en parapente y en hacerse así merecedora de una habanera para ella sola: “Marta voladora”. Pero lo mejor han sido siempre sus declaraciones. Hablando de los inmigrantes dijo “que sólo vienen a que les demos de comer, y no quieren trabajar ni aprender catalán”. A lo largo de los años su marido ha tenido que salir en varias ocasiones al paso de afirmaciones políticas de Marta Ferrusola que dejarían con la boca abierta (de envidia) a Marine Le Pen.
8. Oración "La infidelidad de mi hombre". Mediados los años 90, corrió el rumor y la alarma: ¿Pujol tenía una amante? ¿Una viuda con la que se encontraría discretamente en la Casa dels Canonges? La especie llegó a coger la suficiente fuerza como para que Marta Ferrusola, yendo un día “de mercado” –a hacer campaña por los mercados, seguida por una nube de periodistas- se diera de bruces con una pescadera descarada que le soltó: “¡Dígale al president que se porte bien!”. Lívida, dispuesta a no consentir semejante humillación –que de paso podía llegar a poner en cuestión quién mandaba en la familia-, se arrancó en mitad de una entrevista en directo en RNE desmintiendo con desparpajo la infidelidad marital de Pujol. “Vamos, es que si fuera cierto todo lo que le atribuyen, sería Superman”, concluyó. Y se quedó más ancha que larga.
9. Oración "Castigo a los divorciados". Nunca se la vio en público tan tensa y con la cara tan larga como en aquella famosa cena en el hotel Majestic de Barcelona de la que saldría el pacto de gobierno para hacer presidente a José María Aznar. Para ella eso era el equivalente de pactar con el diablo. Menos mal que Ana Botella le cayó mejor que su predecesora, Carmen Romero, por aquello de ser una “mujer, mujer”, tradicional hasta las cachas y sin feminismos de esos que hay que barrer bajo la alfombra para tener la casa bien recogida. La química Botella-Ferrusola fue clave para aliviar el luto de aquella cena, esto contado por otra de las damas presentes, Isabel Ustáriz de Molins, ex esposa de un hermano de Josep Maria Trias de Bes, recasada en segundas nupcias con el entonces conseller y portavoz de CiU en el Congreso… Eso la hizo acreedora de no pocos desaires de Ferrusola, empeñada en castigar a los consellers que se divorciaban y en ningunear a sus nuevas esposas. Igualito, igualito, que Ana Botella, ¿se acuerdan?
10. Oración "Contra España vale todo". Acabando por el principio, el mismo Jordi Pujol ha atribuido siempre a su esposa su decisión de soltar una desafiante arenga nacionalista en el consejo de guerra donde fue juzgado por els Fets del Palau, un desorden público que pudo quedar en nada de elegir una defensa menos políticamente comprometida. Eso le aconsejaba su abogado. Su mujer le aconsejó lo contrario: “¡Eso se piensa antes!”, le regañó al ir a verle a la cárcel. Marta empujó a Jordi a optar desde joven por la línea dura a pesar de que acababan de casarse y de tener al primer hijo (el Júnior actualmente encarcelado, y cuyo destino quizá empezó a trazarse en las palizas de carretera que se pegaba metido en un capacho dentro del coche de su madre para ir a visitar a papá al talego…). Aunque al fin Ferrusola consiguió, gracias a sus contactos en la Iglesia, abreviar la condena del marido, de la dureza de aquella experiencia sacó dos moralejas inolvidables: una, que contra España valía todo, y dos, que Cataluña todo se lo debía. Y hasta hoy.
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