Marina Blanco siempre lo tuvo claro, quería dedicarse en cuerpo y alma a la medicina. Trabajo, constancia y vocación, tres variables que han jugado un papel fundamental a lo largo de sus más de 30 años de experiencia. Esta doctora es responsable de la Unidad Especializada de Asma de Alta Complejidad en el Hospital Universitario de A Coruña (CHUAC) y la revista Forbes la ha vuelto a incluir hace tan solo unos días en el listado de los 100 más influyentes de la Medicina en España. Hoy en Quincemil hablamos con ella:
En unos días se celebra el 8-M, ¿existe ese techo de cristal en el sector sanitario?
Admito que es posible que muchas compañeras han vivido otras circunstancias, pero lo cierto es que nunca me he sentido discriminada por ser mujer a lo largo de toda mi trayectoria. En el sector sanitario, los logros van en función de lo que uno luche por ellos. Sería injusto que dijese que he sufrido algún tipo de discriminación cuando soy bastante activa en la sociedad científica y he estado en la junta directiva como única mujer en cargos, además de haberme sentido siempre muy bien tratada.
¿Qué opinas sobre el papel de la mujer desde el punto de vista de la conciliación familiar?
Cuando yo empecé a trabajar nos recomendaron no mezclar la vida profesional con la personal. Ya nos advirtieron que lo teníamos que dar todo así que la gente decidía a que aspecto de su vida más tiempo dedicar. En los últimos 20 años esta idea ha cambiado por completo, ya que la mayoría de las mujeres que trabajan en mi sector tienen sus respectivas reducciones de jornadas, así como prioridad a la hora de coger vacaciones.
Aún queda mucho camino por recorrer para que otras mujeres pueda optar a altos cargos
Es algo que comentaba hace unos días con algunos compañeros. Hay que hacer una doble lectura para ser justos: hay muchas batallas por las que luchar, pero el hecho de estar en determinados sitios exige un sacrifico personal y no todo el mundo está dispuesto a ello.
¿Qué has tenido que sacrificar?
Nunca me lo he planteado, ya que desde mi perspectiva no lo considero un sacrificio como tal. Siempre me he inclinado por lo que más me satisface, que es el terreno profesional y por eso he decidido dedicarle mucho tiempo. No me he planteado nada como renuncia, solo como un camino que te hace feliz.
Cambiando de asunto, la revista Forbes desveló hace unos días el listado de los 100 mejores de la Medicina en España, entre ellos estás tú
Es la tercera vez que figuro en este listado. La primera vez fue en el 2018 y fue un verdadero impacto. Sentí muchas emociones, ya que fue algo inesperado. He de confesar que esta vez no me ha chocado tanto, pero sí puedo decir que es algo inexplicable porque creo que hay muchas otras personas más merecedoras que yo. Me tocó la varita mágica a mí.
Llevas más de 30 años trabajando en el CHUAC, ¿qué balances haces?
Cuando acabé mi especialidad era casi imposible encontrar trabajo. Antes de comenzar mi andadura en el Hospital Universitario de A Coruña (CHUAC), estuve trabajando en el Hospital de Ourense, una experiencia de lo más enriquecedora.
He visto muchos cambios a lo largo de estos más de 30 años y quizás una de las cosas que más me entristece de la profesión es la perdida de la vertiente humanista. Nos pasamos todo el día mirando una pantalla del ordenador, un cambio que es inevitable, pero no me termina de encajar en una profesión que requiere vocación y un trato cercano con el paciente.
¿Cómo describirías tus inicios?
Duros. La formación era muy teórica en nuestros tiempos y una llegaba al hospital sin saber por donde empezar. Exige mucha dedicación, pero nunca me imaginé trabajando en otro sector. Creo que es la profesión más completa del mundo porque permite tener un trabajo y una ONG al mismo tiempo.
También destaca tu perfil en el campo de la investigación
He tenido la enorme suerte de estar muy implicada en diferentes áreas de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), así como en la Sociedad Gallega. Eso me ha permitido lograr una gran visibilidad, junto con la participación en congresos nacionales e internacionales.
Pero eso no esto todo, ya que he tenido la oportunidad de participar en la elaboración guía nacionales con una gran repercusión, como la guía de manejo del asma (SEMG) así como la normativa nacional del bronquiectasias. Ahora saldrá una nueva guía de vías respiratoria alta. No concibo esta profesión sin esta parte investigadora, es muy importante estar activo.
Estuviste al frente durante la pandemia de Covid-19, ¿cómo recuerdas esa época?
Hace unos días me reencontraba con la supervisora de enfermería de la planta donde literalmente nos encerramos las personas que trabajábamos a personas con coronavirus. Comentábamos que curiosamente una vivencia que fue muy intensa, pero me he olvidado de eso.
Tengo mucha capacidad de olvidar lo malo. Fue una etapa dura por la incertidumbre, no sabíamos que iba a pasar con unas condiciones de trabajo complicadas, además de las dudas del manejo de pacientes así como por el bombardeo de información.
Sirvió para poner en valor el papel de los sanitarios, ¿ya se ha olvidado?
Sí, eso ya se olvidó. En aquel momento ya comentábamos entre nosotros comentábamos que los aplausos durarían lo que duraría la pandemia. Sabíamos que era una cosa transitoria. De hecho, ahora vemos la otra cara: pacientes descontentos por los tiempos de espera, algo que entiendo porque no todos gestionamos la situaciones estresantes de la misma forma.
Eres un referente para muchas chicas que sueñan con trabajar en el sector, ¿qué consejo les darías?
Es una profesión que tiene que ser vocacional. Siempre digo que la medicina es un sacerdocio. Si es así, lo único que hay que hacer es pelear por ello con objetivos realistas.