Entrar en la Mardi Gras es como entrar en un garito de Nueva Orleans. Mientras la banda afina los instrumentos y suena rock americano para amenizar la espera, uno puede percatarse de pequeños detalles. Bajo la barra están las patas de un cocodrilo que saluda a los visitantes desde la puerta, donde Jaume Solé [en el centro, de pié, en la foto] o Tomi Legido [el segundo por la izquierda] despachan los boletos para la función.
Las paredes están empapeladas con carteles de conciertos pasados. Algún día ahí estuvo el de Mick Taylor, exguitarrista de los Rolling Stones, o el de Buddy Miles, batería de Jimi Hendrix, que actuaron en la ya clásica sala de conciertos de Monte Alto. Son algunos de esos nombres marcados en rojo en la gran libreta de actuaciones de la Mardi Gras.
¿Cuántos años tienen que pasar para que un lugar sea de culto o "mítico" en el callejero de una ciudad? La Mardi ya hace tiempo que lo es, pero 20 años no se cumplen todos los días. Por eso este otoño será especial. La sala alcanzará los 2.400 conciertos y lo celebrará con actuaciones muy especiales.
Gracias a Yolanda Villa, dueña y fundadora de la Mardi [a la derecha en la foto], Monte Alto suena diferente al resto de la ciudad. Desde 1999, cada local que abre lo hace con un estilo marcado, que destacan esta zona como la más alternativa de A Coruña.
Pero no solo Yolanda ha colaborado para dar cabida a todo tipo de bandas, impensables en la ciudad si no fuese por la Mardi. También tienen papeles fundamentales Jaume, gerente de la sala y amigo íntimo de muchas bandas que pasan por la sala, o Tom Eirín, líder de los pinchadiscos y cantante de Exit, formación residente. No hay que olvidarse de los camareros, el resto de pinchas o el técnico de sonido. Todos quisieron salir en la foto: "Somos una gran familia".
También es fundamental el trabajo de Tomi Legido. Además de ser el programador de la sala desde hace 7 años, es mánager de artistas. Un auténtico embajador de la música en A Coruña. Hablamos con él sobre la sala, su origen y su futuro.
La sala de los 2.400 conciertos
¿Cómo surgió la idea de abrir la Mardi Gras?
Yolanda antes tenía otro local que se llamaba Atlantis. En la zona donde se abrió Mardi Gras no había absolutamente nada. Fue una apuesta muy arriesgada por la música en directo en el año 1999. Encontraron un local que se ajustaba a las necesidades de una sala de conciertos y se lanzaron a la piscina.
¿Por qué ese nombre?
El Mardi Gras es el martes de carnaval de Nueva Orleans. Desde el principio se buscó que esta fuese una sala de rock americano. Nos abrimos a muchísimos estilos, pero la sala sigue esa estética. De hecho, muchas bandas de Estados Unidos se rinden ante nuestro estilo. Nos dicen: "Aquí ya hemos estado".
Entonces, ¿el ambiente nocturno en esa zona de Monte Alto se le debe a la Mardi?
El resto de locales vinieron después. Una de las cosas importantes para el entorno de Mardi Gras fue que abrió una zona nueva de fiesta, que no existía. Creo que todos los locales que hay por aquí tenemos nuestro propio estilo: el pop, el rock, el indie… Ninguno ha derivado en estilos mayoritarios que se escuchan en otros lados.
¿Cómo fueron aquellos primeros años?
El principio fue bastante complicado. No había tradición, la gente no sabía dónde estaba la sala, se traían bandas muy buenas pero desconocidas. Por ejemplo, Sidonie dio su primer concierto en la ciudad en la Mardi Gras y había poquísima gente. El año pasado hicieron una gira por su veinte aniversario y decidieron tocar de nuevo aquí; y llenaron. Era un gran riesgo abrir este local en 1999.
¿Qué tiene de especial la Mardi?
Uno de los puntos fuertes de la Mardi Gras es su sonido. Y su escenario de madera. Todos los músicos lo dicen y es lo que les hace volver. Como te decía, traemos muchas bandas que puede que no arrasen en su primera actuación, pero nosotros les damos esa oportunidad. Si no hay una primera vez, nunca habrá una segunda.
¿Siempre abrió por la noche?
Desde el principio, sí. Es una continuación natural a los conciertos. En sus comienzos se hacían conciertos exclusivamente en fin de semana, pero con el tiempo hubo que abrir más días. Las bandas americanas hay veces que solo pueden venir un martes o un miércoles.
¿Hay nervios los días previos a un concierto por si no se venden suficientes entradas?
Ese es nuestro día a día. El estar sufriendo hasta el último momento para saber si va a compensar. Hay actuaciones que tienen sus fans y siempre lo llenan, y otras que no. Muchas bandas nacionales que están empezando nos venden que están teniendo éxito en sus primeros conciertos, pero esa no es la cuestión. Nosotros tenemos que conseguir que la gente pague la entrada para verlos en una ciudad en la que nunca han estado y en la que se celebran otras 10 actuaciones esa noche. Ahí está siempre la eterna pelea de conseguir atraer a la gente.
Imagino que no será nada fácil.
Nosotros, además, tenemos la política de que si alguien paga la entrada y a la tercera canción no le gusta la banda, puede irse y se le devuelve el dinero. Tiene margen para decidir si se queda o no. Con esto pedimos que se confíe en nosotros, que hemos programado una actuación con cariño e ilusión. Hoy en día, teniendo YouTube, todo el mundo investiga si la banda le va a gustar. Estando yo en la puerta, solo me pidieron el dinero una vez, y fue un chico que vino obligado por sus amigos.
¿Cómo es la labor del programación?
Es un descubrimiento, no se estudia. Lo que más cuesta es responder a todo el mundo. Los managers nos quejamos mucho de que las salas no nos contestan y ahora yo me veo en el otro lado y lo entiendo. Te masacran a mensajes y yo intenté responder siempre a todos, pero no puedo. También hay que aprender a negociar con las bandas, buscando patrocinios… Son cosas que se van aprendiendo y estoy pensando en enseñarle a otro, porque me parece una profesión muy apasionante.
¿Siempre hubo esa demanda por tocar en la Mardi Gras?
Cuando yo pasé a ser el programador ya se recibía una gran cantidad de correos. Por ejemplo, esta misma mañana me llegaron correos de Polonia, Francia o Irlanda. A veces no saben ni a donde están escribiendo.
¿Dónde está la criba para escoger las bandas?
Normalmente, las bandas internacionales trabajan con seis meses de antelación. Hay muchas cosas que organizar y no todas se dedican exclusivamente a la música. Muchas veces hay que decir que no, claro. Es la parte más complicada. También hemos dicho que sí a conciertos en los que estábamos 8 personas y fueron increíbles. En cabeza por un lado piensas en el dinero y por el otro en el conciertazo que puede ser.
Imagino que habrá un equilibrio entre bandas locales y extranjeras.
Evidentemente. Cada vez que programamos un mes hay que ser conscientes de que si no variamos en los estilos, vamos a fracasar. Hay muchos conciertos en A Coruña y la gente a las que le gusta un tipo de música no va a pagar más de dos o tres entradas mensuales. Hay que ir combinando y no siempre es fácil. No depende solo de ti.
Al fin y al cabo, la Mardi es el escaparate perfecto de muchas bandas locales y gallegas.
Para nosotros es un orgullo que la gente quiera presentar sus discos aquí. Que piensen en nosotros como un sitio muy mítico, es algo que llega al corazón. Para esas bandas, el concierto es especial. Así que tenemos que esforzarnos a tope para que la gente venga, les guste la música y el grupo esté a gusto.
¿Hay algún género que mueva mucha más gente de lo habitual?
Más de géneros, son bandas. Por ejemplo, vinieron Heredeiros da Crus hace un par de años y se agotaron las entradas en hora y media. Nos llamaban sus fans desesperados. Como he dicho antes, nos gusta hacer conciertos de rock americano, pero hacer más de dos al mes es complicado. Quizá no haya tanta gente como en otros, pero si no fuese por la Mardi Gras, no tendrían donde ver esos conciertos.
¿Sabe más rentable programar una banda gallega con muchos fans que una extranjera más conocida pero con menos afición?
A nivel rentabilidad, los conciertos de bandas americanas no los hacemos porque nos den dinero, sino para que Mardi Gras siga siendo considerado como un templo del rock y para satisfacer nuestros deseos por escuchar esa música. Evidentemente es mucho más rentable una banda joven y de aquí que traiga mucho público. Hay que combinar cada mes.
¿Qué bandas surgieron en la Mardi?
Hay tantas que ni me acuerdo. Pereza, cuando casi nadie los conocía, tocaron en Mardi Gras. Depedro tocó en Mardi Gras en solitario y con su anterior banda, que se llamaba La Vaca Azul. De hecho, le decía Yolanda: "Que sepas que a mí me gustabas más con La Vaca Azul". De todos modos, tenemos la lista de todos los conciertos que hemos dado.
¿Hay alguna actuación que sea como un sueño húmedo conseguirla para ti como programador?
Yo soy muy fan de Los Enemigos. De hecho, una vez lo intenté y se rieron de mí. Con Josele [Santiago] lo hablamos varias veces, pero no coincidieron las fechas. Soy tan fan que si ese día hay dos personas hablando en la sala, saco un arma de electrochoque y les doy una descarga.
Da la impresión de que todas las bandas se van de aquí contentas.
Es fundamental. Y gran culpa la tiene Jaume. Yo viajo por toda España por temas de representación y no te imaginarías cuanta gente me ha parado y me ha preguntado por él y por la sala. Los trata genial y se sienten como en casa.
¿La estética está influenciada de esos locales americanos de Nueva Orleans?
Es trasladarse allí. Por eso está el cocodrilo en la entrada y las patas siguen por la barra. De hecho, es un alligator, y no un cocodrilo. Siempre me dicen que tenga cuidado y lo diga bien. Cuando hacemos los conciertos de Los Plutones, que son para un público infantil, los niños se agarran a las patas.
También te puedes quedar un rato mirando carteles de antiguos conciertos.
Se van renovando. De hecho, hay veces que quiero enseñarle uno a alguien y ya no está. Piensa que en un par de meses vamos a cumplir 2.400 conciertos. En esa pared puede haber 100. Hasta hace poco estaba el cartel del primer concierto de Xoel López como Deluxe, que fue aquí también, y ya no lo vi.
¿Hay alguna anécdota que recordéis especialmente?
Jaume: Miles. Por decir alguna, recuerdo cuando vino a tocar Buddy Miles, que había sido batería de Jimmi Hendrix. Era un tipo que pesaba 200 kilos y medía 1,60. Al acabar el concierto se quedó con nosotros aquí hasta que cerramos y tuvimos que buscarle un hotel en la ciudad. El único con plazas era el Trip de Cuatro Caminos.
Fuimos hasta allí y a Buddy le entró hambre, así que fuimos hasta el Delicias, que era lo único que había abierto por la zona. Él se pidió cuatro hamburguesas y tuvieron que meterlas en una barra de pan. Se las acabó y lo llevamos al hotel. Entre cuatro no fuimos capaces de subirlo por la rampa con su silla de ruedas. Después nos llamaron del hotel para decirnos que había roto la cama y teníamos que pagarla nosotros.
¿Qué novedades estáis preparando para la sala?
Estamos dándole una vuelta al tema de los Djs, con distintos estilos para cada día. Queremos que la gente venga a descubrir canciones. En Monte Alto nos diferenciamos del resto de zonas musicalmente.
Como buen programador…
¿Qué banda te gustaría contratar?
A nivel nacional, como ya he dicho, Los Enemigos. El otro gran sueño imposible sería Tom Waits, que sería absolutamente feliz en Mardi Gras.
¿Una sala que no sea la Mardi?
En A Coruña yo soy muy fan de Garufa. Me parece una sala muy chula y con un gran sonido.
¿Algo para beber durante un concierto?
Los que me conocen saben que no soy mucho de bebidas alcohólicas, pero durante un concierto una Estrella nunca está de más.