Los gatos son uno de los animales de compañía preferidos y su popularidad no deja de crecer. De hecho, en internet disponen de una categoría propia y miles de personas comparten diariamente imágenes y vídeos de momentos tiernos y divertidos de sus felinos. En Galicia muchas personas también eligen a estas mascotas para compartir con ellos su día a día y, según cuentan, no hay dos gatos iguales y la convivencia puede ser "divertida y caótica".
Son tan queridos que a falta de un día mundial tienen tres: el 20 de febrero, el 8 de agosto y el 29 de octubre. Considerados popularmente como "ariscos", en realidad hay tantas personalidades de gatos como gatos existen. Algunos pueden llegar a ser muy cariñosos, aunque es cierto que en líneas generales se caracterizan por ser unos animales que disfrutan de su independencia.
Paula tiene 24 años y convive con dos gatos: Duquesa y Gala. La primera tiene 14 años y la segunda es una cachorra de seis meses y asegura que "la convivencia depende del gato". Y es que en su caso tienen formas de ser muy diferentes. "La mayor siempre ha sido una gata muy tranquila, muy independiente". En cambio, la pequeña "es todo lo contrario, es súper mimosa y juguetona, araña y muerde... pero lo vamos llevando bien", cuenta.
Para ella sus gatas son sinónimo de "alegría". "Me dan alegría, las veo y me pongo a jugar con ellas. Puedo llegar muy cansada de trabajar, pero siempre que están ellas me sacan una sonrisa". También valora la compañía que le dan diariamente: "Por muy cansada que llegue de trabajar siempre me sacan una sonrisa, cuando estoy en el sofá, o haciendo la comida, siempre están conmigo, me siento acompañada. Aunque esté agobiada, triste o enfadada al final consiguen que me calme".
Paula considera que convivir con felinos es más compatible con sus ritmos de vida porque "convivir con un perro requiere de mucha responsabilidad". "Tengo un trabajo cambiante, puedo estar 14 horas sin ir por casa, un gato necesita cuidados básicos pero no hay que sacarlo a pasear varias veces al día", señala.
Por su parte, Nuria, de 25 años, tiene un gato, Poncio, desde hace dos años y define la convivencia como "divertida y caótica". "Son las dos palabras que mejor lo describen", asegura entre risas. En ese sentido, valora que "son unas criaturas muy suyas, en el mejor de los sentidos", y tienen "todo lo bueno de una masota", es decir, "que te esté esperando en casa y te haga compañía", y también "todo lo gracioso de ser independientes, caóticos... si no les apetece que les toques, no les apetece que les toques".
En la misma línea, Alba, de 30 años, resalta la "gran compañía" que supone convivir con un gato. A lo largo de su vida ha convivido con dos gatas y las dos han sido "muy cariñosas". "Es cierto que por lo general son algo independientes, pero también quieren tu compañía y que les prestes atención", considera. "Cuando llego a casa siempre me está esperando, y cuando me siento en el sofá o voy a dormir se viene conmigo, eso me gusta mucho", relata. Además, valora que "son muy limpios".
Convivir con gatos y perros
Con todo, hay quien no puede decidirse entre perros y gatos y decide aventurarse a convivir con ambos. Es el caso de Maite, de 26 años. Ella y su pareja conviven desde hace tres años con dos gatos, y a ellos se sumó el año pasado un perro y aseguran que "no son mejores amigos", pero "se toleran".
Y es que en este caso entran en juego las diferentes personalidades y necesidades de cada animal. Por un lado, los gatos tienen "una personalidad muy complicada". "A uno de ellos le encanta estar siempre con nosotros y se pone encima, pero a la otra le gusta más su espacio y que la respetes, ella te pide los cariños cuando quiere", cuenta. En cuanto al perro, de la raza Golden, "siempre quiere estar encima de nosotros".
Por suerte, asegura que "la convivencia es muy tranquila", fundamentalmente porque entre los gatos y el perro "se ignoran mutuamente, aunque a veces el perro los persigue", indica. Aún así "nunca se han peleado pero tampoco son mejores amigos".
El día a día de la familia consiste básicamente en "limpiar muchos pelos, más de los gatos que del perro, y estar pendientes de ellos individualmente", así como "cerrar las ventanas para que no se escapen, pero también abrirlas para que haya ventilación", añade Maite.