Como buena ciudad universitaria, Santiago de Compostela es conocida por sus bocadillos. Una comida barata, sencilla y socorrida sobre todo ahora en esta época de exámenes, cuando apenas hay tiempo para ponerse a cocinar. En la ciudad hay una gran variedad de opciones, aunque pocas tan únicas como Arroutada. El restaurante se ha convertido en unos favoritos entre los fanáticos de la comida entre panes y ha sido galardonado con un Solete de Barrio por la Guía Repsol.
Situada en pleno corazón del ensanche compostelano, el local de Luis Jiménez Gantón se especializa en bocadillos de gourmet. El establecimiento lleva cuatro años a sus espaldas, aunque su mayor parte de historia lo ha sufrido bajo las restricciones de la pandemia. "De lo que más orgulloso estoy es de haber sobrevivido a la pandemia haciendo las cosas a mi manera", revela.
La idea, recuerda Jiménez, surgió después de varios años fuera de Galicia. "Me di cuenta que fuera el pan no es tan importante. Quise volver para poner en valor nuestro pan y enfocar el negocio desde ahí", explica Jiménez. Pero también cuenta lo que está entre panes, que en el local del ensanche es una sorpresa según la época.
Arroutada nació así, como una locura espontánea, en la que el comensal peude encontrarse todo tipo de platos curiosos y elaborados con ingredientes como jabalí, vino dulce o los típicos pimientos de Padrón. La carta cambia unas dos o tres veces al año, según explica Jiménez, y de vez en cuando hay algún bocadillo fuera de carta con algún elemento sorpresa. "Empezamos solo con ocho tipos de bocadillo y ahora trabajamos más de 30", señala. "Intenté tener una base fuerte para seguir bien".
Jiménez, al igual que muchos otros restaurantes de la capital, opta por apostar por un producto de calidad y de proximidad. Para el pan trabaja sobre todo con O Pan de Leis, mientras que muchos postres los hacen caseros aunque siempre dependiendo de lo que esté de temporada.
"La cocina funciona casi como un pequeño laboratorio en el que se experimenta, se descarta y se crean algunas de las invenciones más sabrosas de la ciudad. "Me gusta mucho cocinar, me gusta mucho experimentar con las cosas y el bocadillo es una manera sencilla de dar a probar cosas a todo el mundo de una manera mucho más asequible".
La experiencia Arroutada
A pesar de los experimentos hay bocadillos que se mantienen en la carta, los que se se han ganados nombres propios como Ronnie James, Raffaella o Rodolfo. "Cuando un bocadillo me gusta o creativamente nos encaja, lo bautizamos y así pasa a ser un bocadillo fijo de la carta", indica.
Sin embargo, el favorito del público sigue siendo el Sapo, un animal que pone la cara en el local, en más sentido de uno. Aunque está presente en el logo del restaurante, el sapo también es una oportunidad de interactuar con el local. Por el establecimiento hay un total de 28 anfibios escondidos en distintos puntos del establecimiento. Algunos son obvios: el reloj, en algunas paredes… el jeugo es poder encontrarlos todos en los rincones del restaurante.
El local tampoco se olvida de la bebida. Para poder ofrecer una experiencia completa Arroutada también destaca por su selección de cervezas artesanales, que llegan de todos los rincones del mundo. Incluir ese punto de acidez para complementar a los bocadillos, o disfrutar de una buena cerveza tostada que llene por completo y cierre la comida son algunas de las ventajas que tiene este tipo de menú.
"Con la cerveza sigo la misma filosofía que con el menú", explica. "Es un mundo súper amplio, que a la hora de hacer maridajes, de probar algo diferente, de poder mezclar una cosa con la otra da muchísimo juego".
Jiménez busca, sobre todo, que los clientes que entren en Arroutada se sientan cómodos, que sean capaces de estar dos o tres horas disfrutando de la comida y la atmósfera. "Tengo muy en cuenta lo que es la música, la ambientación del sitio, cómo te tratan, me parece súper importante. Creo que eso se está reflejando en la gente".