Raíces Galegas: bar familiar y templo de la zorza en Santiago

La hostelería de Santiago de Compostela tiene grandes clásicos. Uno de ellos es el Raíces Galegas, un bar que abrió en 1990 con la misma carta que tiene hoy, en la que destacan sus dos bocadillos: el de tortilla y zorza y el de zorza, queso y huevo.

Su ubicación en la Rúa Nova de Abaixo hizo que en sus inicios, en los años dorados de la noche universitaria en Santiago, fuese un local de copas. Sin embargo, con el paso de los años se ha reconvertido en un bar al que acudir a tomar una caña, siempre acompañada por una copiosa tapa.

Detalle del bocadillo de zorza, queso y huevo (Quincemil).

Aunque ya no permanezca abierto hasta altas horas de la madrugada, sigue estando presente en las noches -o más bien amaneceres- de Santiago: situado en pleno corazón del Ensanche, es un referente del "mañaneo".

"Siempre fue un local de referencia al que la gente venía al acabar la fiesta; a esa hora, el bocadillo de tortilla y zorza es el más vendido", explica a Quincemil Óscar, hijo de Lino, uno de los fundadores del bar en el que se crió y en el que trabaja desde hace ocho años.

El otro fundador del local, Vicente, se jubiló este mismo año a raíz de la pandemia. Hasta sus 74 años y compaginando su prejubilación con el Raíces, seguía abriendo el bar puntualmente las 6.00, un momento que le gustaba especialmente coincidiendo con el "mañaneo" de los clientes.

Ahora que no se sabe cuándo volverán las noches que terminan en amanecer, el bar se ha reinventado, ampliando su anterior servicio de recogida en el local para llegar también al domicilio de los clientes, tanto de la mano de Obvious Eat como de Just Eat.

Al mismo tiempo también han reforzado su apuesta por las redes sociales para dar a conocer sus productos: su cuenta de Instagram arrancó, precisamente, con una encuesta sobre sus dos bocadillos de referencia.

El bocadillo de tortilla y zorza del Raíces Galegas (Cedida).

Más allá de estos cambios, lo que sigue haciendo especial al Raíces es el ambiente que se respira en él, ya sea acudiendo a tomar un café por las mañanas, de "mañaneo" o tomando una caña acompañada de ensaladilla, zorza, raxo o callos.

"Es un local familiar, un bar de siempre, de los de antes, al que ir a tomar unas cañas", explica Óscar, que tiene claro que quiere al Raíces tal y como es. "Mucha gente me dice que tenemos que ampliar, hacer un local más grande, pero al hacerlo se pierde el contacto con la gente y esa esencia de bar de pueblo en el que se conocen todos", concluye.