Lusitânia Café: Un viaje a Portugal desde Ferrol a través de los sentidos
Esta cafetería situada en pleno corazón de Ferrol tiene como especialidad el café y hacer sentir al ciente "como en casa"
16 abril, 2021 15:59Descartes decía que los sentidos nos engañan. Ver el sol nos puede hacer pensar que es verano, escuchar música puede trasladarnos a un concierto o comer un buen caldo nos puede hacer viajar en el tiempo a aquellas comidas en casa de los abuelos. Algo similar sucede al entrar en el Lusitânia Café. Su patio empedrado, el olor de los granos tostados o el sabor de los pasteles de nata son un billete directo a Portugal.
Sin restricciones de movilidad, tasas de aeropuerto y equipaje de por medio, esta cafetería ubicada en pleno corazón de Ferrol (Real, 137) tiene la capacidad de hacer viajar al cliente al país vecino con solo dar un paso. Muchos llegan por lo llamativo de su decoración o para degustar su especialidad: el café. Pero se quedan por el trato recibido, que nace de la filosofía de sus propietarios, Antón y Sofía, de hacer sentir a todo el mundo "como en casa".
Pero, ¿cómo aterrizó en Ferrol este pequeño pedazo de Portugal? Antón Salgado nació en Ferrol hace 54 años, pero vivió en Portugal durante 22. Llegó al país por trabajo y se quedó por amor. Conoció a Sofía Rosa, con quien comparte vida, profesión y dos hijos. Su nacimiento fue precisamente lo que les llevó a materializar una idea que ya les rondaba la cabaza: volver a Ferrol. "Es la ciudad ideal para crecer. Una ciudad cómoda, pequeña, donde todo está a mano y todavía se consigue que el trato sea más personal", explica.
Hace más de cinco años dejaron Portugal, pero se trajeron su esencia. Lo hicieron en forma de café, pastelería y una estética basada en la "elegancia, la sobriedad y lo bonito que resulta cualquier espacio con un mínimo de cariño que veas en nuestro país vecino". Así nació su tercer hijo: el Lusitânia Café.
Su especialidad: el café
Aunque Portugal es el eje central de la oferta gastronómica, hay un producto que destaca por el encima del resto: el café. Antón reconoce que el nivel está alto en Ferrol: "Ahora mismo hay una oferta de cafeterías muy superior, en proporción, a cualquier otra ciudad gallega". Pero el Lusitânia cuenta con algo que los diferencia: el origen portugués de su café. Cabe destacar que del Miño hacia el sur existe una auténtica cultura en torno a esta bebida: "No diría que es sagrado, pero de alguna forma es venerado el buen café".
Aunque el país vecino importa los granos de continentes productores como América o África, "se tuesta de una forma muy sabia por parte de los buenos cafeteros", explica Antón. En el Lusitânia trabajan con Rubí, la gama alta del mayor distribuidor de café de Portugal. "Solamente tres personas en el mundo conocen las proporciones de la mezcla de cafés", cuenta.
Pero por muy bueno que sea un producto, el resultado depende también de su elaboración. "Nosotros intentamos darle el valor adecuando teniendo la máquina bien preparada y los molinillos debidamente ajustados para darle el punto perfecto y hacer un producto sabroso, agradable y que de alguna forma resulte diferente del resto de oferta", explica Antón.
De Portugal a la mesa
El café no es el único producto portugués que se puede degustar en el Lusitânia. Otra de sus especialidades son los dulces. "El pastel de nata es el número uno", dice Antón, que reconoce que incluso clientes del otro lado del Miño los han felicitado por su calidad. ¿Su secreto? Los proveedores: "Trabajamos con una excelente pastelería de Lisboa".
Antón cuenta que cuando se plantearon abrir el negocio, uno de los trabajos en los que más ímpetu pusieron fue el de conseguir proveedores. "Hay productos que hacemos aquí, pero casi todos vienen de Portugal", explica.
Como no podía ser de otra forma, Portugal tenía que estar presente también en el producto estrella de cualquier bar (aunque en este caso sea cafetería): la cerveza. El Lusitânia es uno de los pocos locales ferrolanos que ofrecen Super Bock de grifo. Podría parecer una temeridad optar por una fábrica distinta a Estrella Galicia, pero Antón cuenta que tampoco tuvo mala acogida. Ahora tienen tercios de varias marcas, pero la más vendida es la portuguesa.
El pequeño Portugal ferrolano
La esencia portuguesa de este local se puede sentir nada más traspasar la puerta. La decoración tiene mucho que ver. Además de darle una impronta personal, con las cartas hechas a mano o los mensajes de las pizarras, Antón y Sofía buscaron los elementos más característicos del país para crear su pequeño Portugal en pleno centro de Ferrol.
Uno de los rincones que más destaca dentro del Lusitânia es el patio empedrado situado al fondo del local. Allí se encuentra, como flotando bajo una claraboya, uno de los símbolos más reconocibles la decoración lusa: las golondrinas. El montaje fue realizado por la artista ferrolana y prima de Antón, Pamen Pereira. "Queríamos darle vida al fondo del local. Suele ser donde está el baño y la zona más oscura de los locales. Aquí es la zona con más luz y más maravillosa", explica el hostelero, sentado bajo la bandada de golondrinas.
Quien haya estado en Porto o Lisboa podrá reconocer su estética dentro de esta cafetería. El local podría estar en cualquiera de las dos ciudades porque bebe de varias culturas. Así lo explica Antón: "El nombre Lusitânia tiene su origen en una región romana que comprendía parte de Portugal y parte de España, entre el río Douro y el Tejo. Queríamos que el local fuera una mezcla de varios lugares de la península. Digamos que la raíz es un 70% portuguesa y un 30% de aquí".
Pese a que Ferrol queda lejos de la región que en su día fue Lusitania, Antón comenta que tiene muchas similitudes con Lisboa: "En la segunda mitad del siglo XVIII, en Ferrol, el Marqués de la Ensenada creó el barrio de la Magdalena con este formato de tableta de chocolate. En 1755 hubo en Lisboa un terremoto que destrozó la zona de la Baixa. El Marqués de Pombal creó la (nueva) Baixa con un trazado exactamente igual a Ferrol, con la lógica ilustrada y racionalista de ciudades más cuadriculadas. Hubo un momento en el que Ferrol y Lisboa concentraron las mayores obras públicas que hubo en ese tiempo en el sur de Europa".
Antón vivió en Lisboa y Porto, pero se queda con Ferrol por la "seguridad, la tranquilidad, la proximidad que hay a todo y el entorno espectacular". Cuenta que encontró en las calles que lo vieron crecer una calidad de vida que no llegó a conocer en ningún otro lugar.
Abrir el Lusitânia Café es el pequeño homenaje de Antón y Sofía a la tierra que los acogió (y en el caso de Sofía también la vio nacer). Con sus productos buscan dignificar ese Portugal que durante muchos años cargó con el estigma del "hermano pobre". Lo que más ilusión les hace es ver que los clientes que llegan del sur del Miño se sientan como en casa.
Su filosofía: la cercanía al cliente
Sentirse como en casa es realidad la emoción que quieren trasladar a todos los clientes. Tanto Antón como Sofía trabajaron siempre de cara al público. "Siempre nos gustó el contacto con la gente. Queríamos un negocio donde sintiéramos el impacto que puede tener un buen servicio, la proximidad y el trato correcto con el cliente", cuenta.
Por eso su filosofía como hosteleros es "que estar cara al público es algo más que llevar una uniforme o una bandeja". Lo explica con el ejemplo de las razones que nos llevan a ir a una cafeterías en vez de comprar café en el supermercado y tomarlo en casa: "¿Por qué vas a los sitios? ¿Solamente por la decoración? Buscarás algo y si es la compañía de alguien que está contigo y te sirve el café tiene que ser de una forma correcta. Nadie es más sabio que nadie y nadie es dueño de nadie".
Antón lamenta que la hostelería esté desvalorizada: "Siempre me pareció muy extraño las personas que tratan mal a los camareros o cualquier otra profesión que les parece inferior. El mismo respeto, cariño y dedicación que pongo con los clientes quiero que me la dediquen a mí y a mis compañeras".
Una de las muestras de ese contacto con la gente se escribe a tiza cada semana. La pizarra del Lusitânia siempre tiene un mensaje tanto para los clientes que se sientan en la terraza como para cualquier persona que pasee por ese tramo de la calle Real. "Queremos expresar de nuestro puño y letra, y de alguna forma con nuestra alma, lo que necesitamos por un lado, ya sean productos o la bienvenida a un crucero, o temas más sociales dentro de la connotación que queremos dar a la vida de aprovechar cada segundo", explica Antón.
Esa comodidad y confianza que quieren trasladar a los clientes se hace palpable también en el trato con las mascotas. El Lusitânia Café es un local pet friendly desde sus inicios. "Somos papis de perritos desde hace muchos años y siempre nos llamaron la atención los sitios donde nos permiten ir con nuetros cachorritos", cuenta Antón. Aunque al principio dudaron por las posibles críticas, reconoce que "ha sido una abrumadora mayoría de enhrabuenas". Así lo corrobora una clienta que se toma el café con su perra en brazos: "Agradecemos mucho que haya sitios así".
Sobrevivir a la pandemia
El Lusitânia Café está a punto de cumplir un lustro de historia. El próximo 1 de junio celebran sus cinco primeros años como el pequeño Potugal ferrolano. Si soplaran las velas, tendrían claro el deseo que pedirían: "Seguir existiendo". Y es que pertenecen a uno de los sectores que más ha sufrido y sufre la pandemia de COVID-19.
Aún así, se sienten privilegiados frente a otros sectores como el ocio nocturno o los espectáculos: "Por lo menos podemos ejercer nuestra actividad, de forma muy limitada y midiendo al milímetro cualquier gasto, para poder mantenernos con respiración asistida hasta que llegue una nueva normalidad".
Antón aprovecha la ocasión para agradecer a los ferrolanos su responsabilidad a lo largo de estos meses: "Nos tomamos muy en serio la precaución y las medidas. Nos hemos portado bastante bien y hemos aguantado con una dignidad tremenda". Cree que la crisis que vive la ciudad desde hace 40 años está detrás de esa capacidad de aguante y de lucha que caracteriza hoy a su población.
Pese la crisis estructural, el declive de la industria y el golpe de la pandemia, Antón mantiene la esperanza: "Ojalá que pasemos esto, tanto nosotros como nuestros compañeros del sector, y dentro de unos años lo podamos recordar como un período de aprendizaje y de pelea". Mientras tanto, seguirá sirviendo los cafés que prepara su mujer al otro lado de la barra.