La hostelería es un gremio duro. Muchas horas, horarios en muchos casos no ideales o excesivos y situaciones estresantes son algunos de las características que abanderan esta profesión. Sin embargo, en algunas ocasiones, se trata de algo vocacional y que se lleva por dentro desde mucho tiempo atrás. Es el caso de Manolo Arias, al que conocen como 'El Pirata' los parroquianos del local de Santa Cristina que tiene como nombre, precisamente, El Pirata.
Manolo lleva 45 años detrás de la barra de este bar haciendo felices a sus clientes a través de su pasión: la coctelería. Entró en el mundo de la hostelería con apenas 14 años y, tras pasar por Madrid y su Lugo natal (más concretamente natural de Baamonde), inauguró el Bora Bora en A Coruña. En 1978 abrió El Pirata, en el número 5 de la calle Humboldt de Santa Cristina, en Oleiros. Desde entonces, ha vivido experiencias, atendido infinidad de clientes y conocido a multitud de personalidades junto a sus fieles compañeros de faena: la barra, las botellas y las cocteleras.
Una "doble vida"
Aunque el puerto donde atraca Manolo su navío es El Pirata, también hace "escalas" de vez en cuando en eventos privados, como fue la boda de Carmen y Josiño. "Me gustan las dos cosas, porque los eventos forman parte de llevar una coctelería para hacer un poco de juego con lo que va a picotear la gente, tratas de relacionar los cócteles con la comida", reconoce Arias.
Manolo suele "actuar" durante el picoteo previo a la comida o cena del evento, donde "el paladar está más fresco y se puede valorar más lo que se va a comer y beber". Él suele llevar una serie de recomendaciones de cócteles en consonancia con lo que se va a comer, pero también acepta peticiones personales.
Tiempos modernos
A pesar de que a Manolo le gusta la coctelería en general, su pasión es la coctelería clásica: "tenemos que hablar de un Manhattan, de un Dry Martini, de un Négroni, un Tom Collins..." Sin embargo, también asume que "la coctelería actual evolucionó hacia unos caminos donde se improvisan unos cócteles y sabores novedosos. Estoy de acuerdo en que todo tiene que evolucionar".
A lo largo de su extensa carrera, 'El Pirata' ha creado sus propios cócteles de autor, "donde expreso mi gusto personal adaptándome un poco a la evolución de los tiempos, ya que nos facilita mucho la llegada de productos que hace años no teníamos, incorporando sabores y aromas que antes eran imposibles de conseguir".
Uno de los que está más orgulloso es el Perla Negra: "se basa en cítricos. Se puede hacer de tequila, ginebra o vodka y estos ingredientes van infusionados en chile y jengibre. Tiene un toque picante adaptado y ha sido un éxito. Estoy muy orgulloso de él".
También se pueden considerar cócteles de autor otros que prepara "aprendiendo de mis clientes, tú siempre sacas algo de la gente hablando con ellos". Manolo "crea" de forma personalizada. Cuando entra un cliente indeciso, le pregunta sus gustos o su estado de ánimo y en base a eso, le recomienda una bebida o incluso la improvisa y la crea en el momento, buscando adaptar el producto al consumidor de una manera cercana.
De Pepe Domingo a Cruyff, pasando por Joaquín Cortés
"A lo largo de 45 años tendrías tantas cosas que contar, tantas cosas que pasaron por aquí, gente maravillosa, gente súper famosa que he tenido, que he tenido la gran suerte de poder comunicarme con ellos y brindar una copa con gente de la política, del fútbol, de la canción", relata el dueño de El Pirata.
La anécdota que más recuerda Manolo es una de un sábado noche de hace muchos años, cuando entró por la puerta Joaquín Cortés mientras sonaba Chano Domínguez. "Le puse el corte cinco del CD y se puso a bailar en El Pirata. Fue una inundación tan grande de gente que invadió el local y llegó un momento que estaba nerviosísimo. Si ocurre algo, morimos todos aquí. Tuve que llamar a la Policía Municipal para que me echara una mano a quitar gente y poder andar normalmente por el local. Me quedó grabado, más por el susto que por la emoción".
El mundo del fútbol también ha hecho pasar a personalidades por El Pirata: "recuerdo cerrar el negocio un sábado tras un Teresa Herrera con Johan Cruyff. Cerramos la puerta y seguimos de copas en El Pirata hasta altas horas de la madrugada. Me alegro un montón de haberle conocido. Tenía mis dudas respecto a su personalidad, pero he descubierto que era una persona maravillosa, encantadora y súper inteligente", cuenta Arias.
Miembros del SúperDepor se dejaron ver en más de una ocasión por el local, "los domingos, después de los partidos que jugaban en casa, frecuentaban Santa Cristina y se pasaban por aquí. Era una fiesta". Sin embargo, su favorito siempre fue el recientemente fallecido Pepe Domingo Castaño, a quien guarda un cariño especial:"era un amante de El Pirata y le queríamos mucho aquí".
Toda un vida, con sacrificios
A sus 68 años, todavía no se plantea la jubilación "No, porque echaría esto mucho de menos. Y esto no es un trabajo exactamente para mí, es un yo vengo aquí a disfrutar y si me meto en casa me imagino que lo iba a pasar, lo iba a pasar muy mal. Entonces prefiero depender todavía del pirata. Hago lo que me gusta, disfruto con él y entonces no me veo en casa todavía, ni en el sofá, ni paseando el perro, ni, ni leyendo el periódico relajadamente".
Manolo Arias tan solo tiene un arrepentimiento después de toda una vida dedicada a la hostelería: "le ha restado a mi familia una parte importante de tiempo. Es algo que no tiene solución, es la única falta que le pongo a mi profesión, que me siento un poco aislado de la familia y la familia de mí".
La evolución del Pirata
Desde que Manolo abrió El Pirata en su juventud, Santa Cristina, la coctelería y la sociedad en general han cambiado, "el ambiente no tiene nada que ver con el de hoy", reconoce. Tanto el local como sus parroquianos han ido evolucionando con los tiempos, aunque la cercanía de su protagonista no.
Durante el tiempo que Quincemil pudo estar con El Pirata en su coctelería, se pudo ver su amabilidad y su pasión por su trabajo. El buen trato con los clientes, a los que mima en cada interacción, aconsejando y explicando en qué consiste cada cóctel. Los más veteranos del local ya consideran a Manolo como de la familia.
"El Pirata para mí es todo. Es más que una coctelería, es parte de mi vida. Me identifico directamente con él y representa mi personalidad. Para mí la coctelería es una pasión incontrolable".