El lugar más mágico y salvaje de Galicia se extiende a lo largo de cientos de kilómetros por todo el segmento noroeste del litoral coruñés. En este rincón donde el Atlántico muestra toda su fuerza y majestuosidad, la Costa da Morte se erige como un destino tan bonito como fascinante. Entre sus límites se esconden auténticos tesoros naturales, patrimoniales e incluso históricos que despliegan todo su encanto en mitad de un precioso mosaico de paisajes rurales y costeros como los que se dibujan en la comarca de Bergantiños.
Es precisamente en esta comarca coruñesa donde nos encontramos con un precioso pueblo marinero conocido por sus percebes y que presume de una singular serpiente petrificada en la roca desde hace siglos. Se trata de la pintoresca aldea marinera de Corme, enclavada en la localidad de Ponteceso y considerada una de las grandes joyas de la ría de Corme e Laxe. La historia de esta villa está unida al mar y los percebes de O Roncudo son una de sus grandes señas de identidad, considerados los mejores del mundo.
Cultura marinera y tesoros culinarios
Coloridas viviendas marineras, un emblemático espacio portuario y esculturas tan representativas como la del Monumento aos Percebeiros dan forma al callejero de Corme-Porto, cuya historia no podría entenderse sin el mar. Un vínculo que se remonta a los asentamientos más milenarios de la localidad, pues incluso se conservan varios petroglifos y grabados que dan fe de esta relación con el océano para la subsistencia de estos antiguos pobladores.
Esta pequeña parroquia pontecesana no se convertiría en un importante puerto pesquero hasta principios del siglo XX. Pese a todo, en muy poco tiempo incluso llegó a convertirse en el primer puerto español en exportación de madera. En aquellos tiempos las cetáreas de langostas y las fábricas de conservas también proliferaron de buena manera en este rincón coruñés de la Costa da Morte. La excelente racha de Corme solo se vería truncada por el estallido de la Guerra Civil, un conflicto que acabaría marcando para siempre el rumbo de la industria pesquera del pueblo.
La realidad es que el sector no terminaría de recuperarse de su crisis hasta bien entrados los años noventa, época en la que la villa encuentra en el percebe un nuevo distintivo e impulso económico. En el presente, el pueblo de Corme todavía vive principalmente de la explotación de este codiciado crustáceo. Un manjar de los mares tan apreciado por su intenso sabor como por su exquisita carne. De hecho, según explican los propios percebeiros de la zona, el mejor percebe es aquel que más se parecería en tamaño y forma a un dedo gordo del pie, pues lo ideal, al parecer, es que el percebe sea tan ancho como alto.
Al margen de su explotación, este producto estrella en Corme-Porto también cuenta con su propio festejo de exaltación gastronómica. La conocida como Festa do Percebe do Roncudo suele tener lugar cada temporada estival durante la primera quincena del mes de julio, pues varía en función de las mareas. Como curiosidad, los orígenes de esta feria gastronómica se remontan hasta hace más de dos décadas y es por ello que puede presumir de ser el primer festejo dedicado al percebe que se celebró en toda España.
El monumento más misterioso de Corme
En las entrañas de Corme, entre la aldea de Gondomil y la playa de A Ermida, se esconde uno de los tesoros rupestres más emblemáticos de Galicia: la conocida como Pedra da Serpe. Este curioso y sencillo monumento lleva siglos atrayendo las miradas de un sinnúmero de historiadores y arqueólogos, pues se trata de un ejemplo único en toda Europa Occidental que representa sobre una roca granítica la figura de una gran serpiente alada.
El origen de este excepcional y atípico relieve se pierde más allá del tiempo, y aunque no se ha podido confirmar su período exacto de creación, sí sabemos que la cruz pétrea que corona la roca fue añadida posteriormente para su cristianización y se le atribuye a San Adrián. Ahora bien, cabe recordar que la cruz conservada no es la primigenia sino una más contemporánea ya que la otra fue derribada de forma accidental.
Sobre la autoría y utilidad de esta roca esculpida se ha especulado mucho, si bien no existen certezas sobre los motivos que llevaron a nuestros antepasados a tallar sobre la piedra esta singular figura. Ritos de fecundidad, salvaguarda de un gran tesoro o incluso el escenario de algún culto pagano son algunas de las hipótesis que se han ido repitiendo a lo largo del tiempo.
No es de extrañar por tanto que también exista una leyenda que envuelve a la serpiente petrificada de Corme. El mito en cuestión narra cómo, en tiempos remotos, una plaga de serpientes ocupó por completo la comarca. No sería hasta la llegada de Santo Adrián que, gracias a su fé y un fuerte pisotón sobre la tierra, lograría hacer desaparecer a todos los reptiles bajo la arcaica Pedra da Serpa. En otras versiones es una única serpiente la que, al cobijarse junto a la roca, se habría quedado petrificada para el resto de la eternidad.