El litoral de la comarca de Bergantiños despliega ante los ojos del viajero una de las panorámicas más extraordinarias de la Costa da Morte. En este rincón indómito de Galicia, la naturaleza se expresa con una fuerza sobrecogedora entre acantilados y vastos arenales, dando forma a una de las caras más salvajes y bonitas de la región.
En el corazón de esta tierra repleta de contrastes se esconden auténticos tesoros de gran belleza y tradición. Son destinos que merece la pena descubrir tan espectaculares como la antigua e histórica Bugalleira, más conocida hoy en día como Ponteceso, un lugar donde la historia y el paisaje se entrelazan en un escenario único.
Uno de esos mágicos enclaves enraizados con la cultura, la devoción y el pasado de Ponteceso nos transporta hasta las tierras altas de la localidad coruñesa. La silueta del Monte do Faro emerge a más de 230 metros de altitud en una zona montañosa de la parroquia de San Xián de Brantuas.
En este paraje donde reina la quietud y el silencio se erigen dos de las maravillas más emblemáticas de Ponteceso: la Capilla de Nosa Señora do Faro y el Monumento do Sagrado Corazón de Xesús, también llamado Torre do Faro y al cual es posible ascender para disfrutar de una de las vistas más impresionantes de la Costa da Morte.
Historia, paisaje y tradición
El Monte do Faro se enmarca en un lugar privilegiado de la localidad de Ponteceso, elevando su figura hasta los 231 metros y ofreciendo una panorámica muy especial sobre la bocana de la ría de Corme e Laxe. En lo más alto de esta cumbre es precisamente donde podremos encontrar el templo religioso dedicado a la Virxe do Faro y el espectacular monumento del Sagrado Corazón.
Por el topónimo de este monte podemos especular sobre la existencia de un arcaico puesto de vigilancia o guía para los navegantes. De hecho, la capilla de Nosa Señora do Faro presume de una gran importancia por su tradición marinera. Además, como en otros puntos de Galicia, existe también la tradición de cambiar las tejas de la ermita para pedir un cambio de viento o el cese de los temporales para el regreso a casa de los marineros. Sus orígenes se remontan al siglo XVIII, concretamente, y según puede discernirse en la fachada de la iglesia, al año 1731. No obstante, se sabe con certeza que se trata de una capilla reformada pero que tiene un origen anterior al que se conoce.
En lo referente a su estructura, la iglesia pontecesana está compuesta por dos cuerpos de forma rectangular y una fachada de piedra sencilla, en la cual se puede observar una portada de acceso adintelada junto a una ventana abocinada y una espadaña moderna con la imagen de la Virxe do Faro.
Esta virgen adorada en el lugar era la que otorgaba protección a los marineros y es por ello que, cada 8 de septiembre, se celebra aquí una romería y procesión en su honor. Dicha peregrinación parte de la iglesia parroquial de Brantuas y se detiene a los pies de esta capilla. Además, en el manantial que se encuentra en las proximidades, también es costumbre que durante el festejo los devotos acudan a la fuente de Brantuas para lavar su cuerpo y las verrugas.
Historia del Sagrado Corazón de Brantuas
Junto a la solitaria capilla del Monte do Faro se erige la majestuosa silueta de la Torre do Faro, un colosal monolito que alcanza los 40 metros de altura y que se encuentra coronado en su parte más alta por la figura del Sagrado Corazón. En la base del citado monumento también se pueden observar cuatro figuras que representan al apóstol Santiago, a San Ricardo, a San Xulián y la propia Virxe do Faro.
Además, el interior de la torre cuenta con unas estrechas escaleras de caracol de 133 peldaños que permiten a los visitantes ascender hasta los 39 metros de altura y disfrutar desde sus pequeños ventanales de las increíbles vistas sobre el valle y la Costa da Morte.
El origen de la gran torre del Sagrado Corazón de Xesús de Brantuas esconde tras de sí una bonita y melancólica historia. Este gran monumento fue inaugurado en el año 1959 y fue un filántropo y emigrante retornado, natural de la zona de Brantuas y conocido como Ricardo Pose Ourense, quien financió su construcción. Por desgracia, y aunque los trabajos comenzaron ya en el año 1954, este altruista pontecesán nunca pudo llegar a ver la monumental obra terminada, pues falleció tres años antes de que el Sagrado Corazón fuese inaugurado.