Desde las Fragas do Eume hasta el Bosque Encantado de Aldán, Galicia alberga en todo su territorio una naturaleza extraordinaria e inusual que da forma a cientos de arboledas sagradas y sinuosos ríos que merece la pena visitar, cuanto menos, una vez en la vida. Uno de esos paisajes mágicos del interior gallego nos traslada hasta un rincón donde confluyen los límites de la Costa da Morte y las Rías Baixas, en plena comarca coruñesa de Noia. Allí, a orillas del río Tambre, La Devesa de Nimo (también llamada Dehesa de Nimo) conforma una de las mejores representaciones de bosques atlánticos costeros de toda la región. Un lugar repleto de vida donde conviven todo tipo de ejemplares autóctonos tales como robles, laureles, acebos, sauces e incluso manzanos silvestres entre otros.
Lo cierto es que el río Tambre presume a lo largo y ancho de su recorrido de una enorme riqueza fluvial y paisajística donde la diversidad de ecosistemas ofrece al visitante un espectáculo visual extraordinario. De hecho, existe una ruta de senderismo que avanza paralela a la estela serpenteante del curso fluvial descubriendo a su paso todo tipo de elementos de la historia y etnografía de la zona, entre ellos las antiguas rodeiras o pesqueiras empleadas para la pesca de la lamprea (el dinosaurio más sabroso de las aguas gallegas) o incluso los últimos vestigios en pie de la vieja central hidroeléctrica.
En el corazón de un bosque atlántico
La senda de la Devesa del Nimo recorre el curso fluvial del río Tambre por su margen izquierdo, en el tramo que avanza desde el límite municipal de la localidad de Brión hasta los pies de la central hidroeléctrica del Tambre. Cabe destacar que en la historia de este curso fluvial coruñés, la pesca de la lamprea siempre ha sido una de las principales fuentes de ingresos para los habitantes de la zona y es por ello que, en la ribera del río y a lo largo de todo el recorrido, los visitantes podrán encontrar los restos de las antiguas pesqueiras utilizadas para la captura de este exquisito manjar gallego. De hecho, el área de la central existe un espacio convertido en Centro Interpretativo donde es posible encontrar información sobre las "lampreeiras" y la pesca de este pez de río.
Por otro lado, y al margen del evidente valor entográfico y patrimonial de la ruta, los puntos más destacados de esta senda se encuentran, sin lugar a dudas, en el entorno de la Devesa del Nimo, el embalse del Tambre y el puente colgante sobre el río. En el primero de los casos, adentrarse en el interior de esta arboleda gallega significa disfrutar de un auténtico espectáculo para los sentidos, pues la magia del lugar convierte a la Devesa del Nimo en uno de los enclaves naturales con mayor encanto de Noia. En el interior de este bosque atlántico costero se pueden llegar a observar especies árboreas como los robles, avellanos, sauces o acebos, pero también una gran variedad de helechos, líquenes y hongos. A mayores de su flora, entre los límites de la Devesa de Nimo también existe una gran variedad faunística, destacando la presencia de nutrias, garzas, zorros, jabalíes e incluso algunas aves como el martín pescador.
Por su parte, el embalse del Tambre se ha convertido en uno de los rincones más visitados del municipio, ya que en su entorno se encuentran importantes espacios naturales y monumentos arquitectónicos tan singulares como la vieja central hidroeléctrica, cuyos orígenes se remontan al año 1932. Ya en el tramo final de la senda al corazón de la Devesa del Nimo, los senderistas podrán disfrutar de los paisajes que se forman en el estuario del río Tambre y el fondo de la ría de Muros e Noia, en una zona protegida además que forma parte de la Red Natura 2000.
Una ventana abierta a la ría de Muros e Noia
Más allá de la idílica senda que atraviesa la Devesa de Nimo a su paso por el municipio de Noia, merece la pena desviarse un par de kilómetros del camino para descubrir una de las mejores panorámicas que existen sobre la ría de Muros e Noia. Justo al otro lado del río Tambre, ya en los límites territoriales de Outes se encuentra el conocido como Mirador del Castillo, una espectacular balconada natural situada a unos 400 metros de altura en los montes coruñeses que miran hacia el Atlántico. Al lugar es posible acceder con el coche o también a través de una completa ruta de senderismo que asciende hasta los pies del mirador. Además, cabe destacar que desde lo más alto de este rincón es posible divisar el grueso del estuario del río Tambre justo antes de juntar sus aguas con las de la ría de Muros e Noia e incluso el trazado costero de la vecina ría de Arousa ya en el horizonte.