A sólo 4 kilómetros de la ciudad de Pontevedra se encuentra uno de los edificios modernistas más fascinantes de Galicia. Es el Pazo de Lourizán, que en su día fue una de las construcciones palaciegas gallegas más bellas, frecuentado por nobles, políticos e intelectuales, y que en la actualidad muestra un aspecto desaliñado. 

Quien se acerca al Pazo de Lourizán puede admirar su todavía magnético exterior y disfrutar de sus aún cuidados jardines, pero el interior amenaza con caerse a pedazos y no es posible entrar en ninguna de sus dependencias, algo inconcebible dado el importante pasado de este palacio pontevedrés relegado al olvido. 

Nacimiento y esplendor del Pazo de Lourizán

Exterior del Pazo de Lourizán (Foto: turismo.gal)

La historia de este esplendoroso edificio se remonta a hace más de 500 años, cuando en el mismo lugar en el que hoy se alza el pazo había una granja, aunque de esa etapa sólo se conserva el palomar. Posteriormente, en el s. XVII, se crea el Marquesado de Sierra y la granja pasa a ser propiedad del mismo, conociéndose entonces como Granja o Pazo de Sierra y pasando por distintos propietarios como empresarios y comerciantes. 

Es en 1879 cuando Eugenio Montero Ríos, presidente del Consejo de Ministros en 1905 y ministro de Gracia y Justicia y de Fomento a finales del siglo XIX, compró la finca junto con su mujer Avelina Villegas, y se decidió a edificar en ella un gran pazo para pasar los veranos.

Invernadero del pazo (Foto: turismo.gal)

Fue así como nació el Pazo de Lourizán, construido por el prestigioso arquitecto Genaro de la Fuente, que ya había hecho obras de importancia en Vigo y otras localidades de Pontevedra. 

A partir de entonces el pazo comenzó a crecer con la adquisición de grandes fincas que lo rodeaban y que se sumaron al conjunto de la propiedad, convirtiéndose en bellos jardines de estilo romántico con numerosas especies arbóreas. Por él pasaron importantes personalidades de la época y en sus salones se negociaron cuestiones políticas de interés, como el Tratado de París de 1898, por el que se cedieron las últimas tierras coloniales que quedaban: Puerto Rico, Filipinas, Cuba y Guam.  

Exterior del Pazo de Lourizán y su estado de abandono

Exterior del Pazo de Lourizán (Foto: turismo.gal)

Observando el exterior del Pazo de Lourizán, que resiste con firmeza el paso del tiempo y la dejadez de las instituciones, se puede imaginar la grandiosidad que tuvo que tener en su época. El enorme edificio está formado por una planta baja y dos pisos coronados por sendas torres que parecen estar aladas. Pero es la impactante escalera monumental la que se lleva todo el protagonismo, son su estilo imperial y rodeada por estatuas neoclásicas hechas en mármol blanco que reflejan la luz y que son la personificación de la Justicia y la Prudencia. Las escaleras conducen hasta la entrada principal, donde se pueden ver las iniciales E y A, de Eugenio y Avelina.

 Estatuas del Pazo de Lourizán (Foto: turismo.gal)

Es evidente que sus propietarios no escatimaron en gastos, pues en el pazo hay elementos valiosísimos, como sus grandes ventanales y la profusa ornamentación de todas sus fachadas, además de las curiosas cubiertas de pizarra de estilo francés. El interior no es visitable y es la parte peor conservada del pazo, con paredes desconchadas, deteriorados techos con frisos de escayola y agrietados suelos de madera que piden a gritos su urgente restauración. 

Jardines del Pazo de Lourizán, un tesoro botánico que descubrir

Jardines del pazo (Foto: Turismo Rías Baixas)

Con más de 54 hectáreas de finca, incluyendo los jardines y arboledas, el Pazo de Lourizán fue declarado Bien de Interés Cultural por su importante jardín botánico, con un gran muestrario de especies autóctonas, pero también exóticas. Este jardín se creó en 1949 con la denominación de Arboreto, y reúne todas las especies de plantas, flores, arbustos y árboles plantados en la finca desde el s. XIX hasta la actualidad. 

Muchas de estas especies pertenecen al Catálogo Galego de Árbores Senlleiras (árboles únicos), como el cedro del Líbano o los castaños chinos y japoneses. También hay grandes olmos holandesdes, helechos gigantes, palmeras y una gran avenida formada por magnolios.

La Camelia, símbolo del Pazo de Lourizán

Camelias en el Pazo de Lourizán (Foto: turismo.gal)

De hecho, el Pazo de Lourizán forma parte de la Ruta de la Camelia, una flor que llegó a Galicia en el s. XVIII desde países orientales de la mano de marineros portugueses a través de las grandes rutas de navegación que conectaban la Península Ibérica con el lejano Oriente. 

En la actualidad en Galicia hay más de 8000 variedades de la citada flor, que adorna muchos de los pazos gallegos más importantes y más de una decena de jardines de casas solariegas y castillos. Para disfrutar de esta flor se ha creado la Ruta de la Camelia, que recorre algunos de los pazos y jardines más importantes donde se cultiva esta flor, como el Pazo de Santa Cruz de Ruvadulla, el de Rubiáns, el Pazo de Oca o el que hoy nos ocupa: el Pazo de Lourizán,  con una curiosa ladera escalonada inundada de camelias

Emma Sexto 

https://unmundoinfinito.com/