El 15 de octubre se celebra el Día Internacional de las Mujeres Rurales, una jornada que fue reconocida en la IV Conferencia de la Mujer de Beijing de 1995 y que desde entonces reivindica el trabajo fundamental que las mujeres realizan en el entorno rural, además de evidenciar y luchar contra la discriminación y asegurar la igualdad de oportunidades en sus sectores. Para conmemorar este día hablamos con Uxía, labrega en Allariz (Ourense), y Gladys Enriquez, maestra y directora del CEIP Antía Cal en Muras (Lugo), quienes ponen en valor el trabajo que se realiza a pequeña escala.
La Asociación de familias y mujeres del mundo rural (AFAMMER), que tiene sede en Lugo y Pontevedra, recoge en su manifiesto de 2023 que, 28 años después de aquella Conferencia de la Mujer, aún se sigue observando "cómo nuestros pueblos pierden habitantes y cómo las mujeres a nivel global tan solo son propietarias del 15% de la propiedad de la tierra".
Entre sus demandas incluyen un pacto que acabe con la desigualdad entre lo rural y lo urbano, seguir fomentando la creación de empleo y el emprendimiento de la mujer rural o impulsar la toma de decisiones de las mujeres en las cooperativas y organizaciones agrarias, entre otras.
Estas reivindicaciones las comparte el Sindicato Labrego de Galicia, que en su último encuentro de la Secretaría das Mulleres trató la "presenza absolutamente minoritaria de mulleres nos espazos de negociación e representatividade".
"Temos un problema de terras tremendo"
Uxía es una de estas mujeres que se dedican a trabajar la tierra en Galicia y relata la dificultad que tienen las mujeres labregas para acceder a la tierra. "Teño tres leiras diferentes, pero son cedidas por particulares. Non teño terras en propiedade. Temos un problema de terras tremendo, é unha gran dificultade para as labregas conseguir terra con auga e en bo estado", relata.
Las mujeres también tienen problemas para acceder a las ayudas por el tipo de explotación que trabajan, ya que suelen enfocar su labor en proyectos más pequeños, que no suelen ser objeto de estas subvenciones. "A maior parte das axudas van para grandes explotacións, que están nas mans de homes. As mulleres temos normalmente cousas máis pequenas, facemos algo máis a nosa escala, e para iso non hai axudas ningunha", detalla.
"Queren que fagas todo grande, que compres un tractor e se podes comprar tres mellor… hai un tanto por cento moi elevado de mulleres con proxectos produtivos a pequena escala que non reciben apoios de ningún tipo. As axudas van a agroindustria", lamenta.
Mientras hablamos la noche cae y Uxía observa a su vecina que sale a coger berzas para dar de comer a los animales. "A horta é un refuxio para escapar de moitas cousas", reflexiona, y se hace un pequeño silencio. En ese sentido, asegura unos instantes después, "as mulleres labregas e que viven no rural sostemos os acuíferos, sostemos os camiños, gardamos as sementes, coidamos da terra, das persoas… facemos unha labor impresionante e moi invisibilizada".
"Hai que poñer o foco aí, no pequeniño, no rural, e nas mulleres", añade.
"Hai necesidades que non están cubertas"
Gladys Enriquez trabaja en el entorno rural pero en otro sector: en la educación. Ella es maestra de Primaria además de directora del CEIP Antía Cal que se encuentra en el municipio lucense de Muras. Se trata de una escuela unitaria que cuenta actualmente con 12 alumnos de Infantil y Primaria, donde las y los pequeños "están todos xuntos", lo que supone un reto diario. "Aínda que sexan de diferentes idades eles mesmos son moi diferentes, polo que é complicado de xestionar".
Para hacer funcionar la escuela hay dos maestras que están de forma permanente. Una es ella misma, que es especialista de Primaria y por ello le tocó asumir también la dirección: "Son dous tarefas que ao principio parece unha odisea, pero dáche a opción de darlles oportunidades que doutra maneira non poderías dar", reflexiona.
Junto a ella está la maestra especialista de Infantil, que también imparte Educación Física y Música. Además trabaja allí una orientadora que visita el centro una vez al mes, o cuando se la precisa, y una profesora de Religión que imparte clase una vez a la semana. Sin embargo, en el día a día están las dos solas.
"É como unha viaxe cara ao pasado. Eu son de aldea e coñecía a realidade dos meus pais, e cando souben que me tocaba este destino sorprendinme porque non sabía que a día de hoxe seguía existindo esta casuística", cuenta.
Una de las problemáticas que tienen estos colegios es que no les llegan la mayoría de las iniciativas que Educación pone en marcha, por lo que tienen que sacar adelante muchas propuestas por sus propios medios. "Estamos bastante limitados porque sempre hai cribas a nivel de número de alumnado, e por mil cousas. Sempre temos que movernos dende o colexio, a Anpa está moi implicada e organiza moitas actividades", detalla.
Otro de los puntos débiles la parte económica y la falta de recursos materiales y humanos: "Non temos mestras especialistas e hai necesidades dos nenos que non están cubertas", apunta. Por ello, uno de sus objetivos en la dirección es luchar para que el centro salga adelante y estas niñas y niños tengan las mismas oportunidades que los demás.
Con todo, a pesar de la parte complicada, Enriquez pone en valor todo lo bueno que aportan estos centros a las/os menores, donde el vínculo que se genera entre ellos y entre las familias es fortísimo, y donde el contacto con el entorno y la naturaleza es diario.
"Estamos no medio da montaña e ao saír pola porta vemos vacas. É un traballo moi agradecido, o vínculo cos nenos é como estar na casa, e tamén hai moita unión coas familias. Son nenos moi enxebres, moi auténticos. Hai valores que dá o rural que non chegan ao urbano", subraya.
La maestra también desea romper con los prejuicios que se puedan tener sobre estas escuelas. Por ejemplo, el hecho de que compartan clase niños de diferentes edades, algo de lo que "renega moita xente", y que en cambio les aporta una experiencia muy enriquecedora. "Algo que é para quinto o escoita unha de terceiro, e a madurez que teñen é diferente, todos coidan de todos, iso é unha pasada", valora.
También desmiente que estos niños no salgan bien preparados académicamente, o que en el rural persistan necesariamente prejuicios que en la ciudad no. De hecho, cuenta que el Anpa organizó una actividad sobre igualdad de género y por el Día Nacional para Salir del Armario realizaron una actividad donde trataron los derechos LGTBI "e falamos con total naturalidade".
"Desde fóra se ve complicado ou imposible, pero estes nenos levan uns valores e unha experiencia que vale moito, teñen moito máis que contar. Hai prexuízos que se se rompen en canto entras pola porta. A realidade é que estes centros funcionan, somos moi poucos pero é unha sorte que existan. Estamos tentando facer un cambio para ben", añade.