
David Rodríguez, en el interior de Nemesio.
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El legado de Nemesio, en A Coruña: "De momento la inteligencia artificial no arregla relojes"
El artesano que mantiene y arregla el Obelisco, el reloj floral de Méndez Núñez o el del Palacio de María Pita es David Rodríguez. Su taller, junto al ayuntamiento, lleva el nombre de su abuelo Nemesio, que en 1964 empezó a reparar relojes en A Rúa (Ourense). Su nieto defiende la "formación constante" en su oficio
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Un día de 2017 David Rodríguez aparcó su moto delante de un bajo comercial vacío junto al Palacio de María Pita de A Coruña. Antes había un establecimiento donde hacían fotocopias. "Este local es mío", se dijo David. Aquel día encontró el espacio ideal para su taller de relojería, donde desde ese momento escucharía a diario las campanadas del reloj del ayuntamiento, una máquina que poco después se encargaría de mantener y arreglar.
Nemesio era el abuelo de David Rodríguez y da nombre a este pequeño taller de la calle San Agustín. Es negocio familiar, legado de conocimiento, tradición relojera desde 1964. La madre de David, segunda generación, vende joyas en el local original de A Rúa (Ourense), donde David cuando era niño veía a Nemesio Álvarez Guedella reparar relojes desde su regazo. "Vivíamos y trabajábamos en el mismo espacio. Cuando eres crío, si creces en un negocio así no te queda más remedio que seguir dedicándote a esto", cree.
Además a David le gustaba. Quizá fue entonces cuando empezó a adquirir la sensibilidad necesaria para manipular pequeños tornillos y manejar destornilladores. A los 14 años hizo un curso en Galicia sobre relojes. Luego hubo más, una decena específicos fuera de la comunidad (relojería deportiva, escape suizo...) antes de cursar la formación de dos años en la Escuela de Relojería de Barcelona, donde obtuvo el título de esta formación profesional de la rama de mecánica.
Comenzó a trabajar en empresas del sector, creó una cartera de clientes y coleccionistas y llegó hasta A Coruña. Aquí trabajó primero en su taller de casa hasta que se tropezó con el bajo de San Agustín. Él y su compañero Ricardo se dejan la vista sobre las mesas de Nemesio desentrañando los misterios de los relojes, explorando con detalle su mecanismo, solucionando sus imprevistos o limpiando su estructura. "Algunos nos dan dolores de cabeza pero son mayores las satisfacciones".

Herramientas utilizadas en Nemesio para reparar y mantener relojes.
Y los relojes, reflexiona, tienen también valor sentimental, por lo que arreglarlos y conservarlos es muchas veces una dedicación y un servicio que no entiende de precios. Su especialidad son los de pulsera, pero también reparan relojería gruesa, de pared y monumental "para alargar su duración".
Desde hace unos años por sus manos pasa el mantenimiento de los relojes de María Pita, de la Casa Consulado, del instituto Eusebio da Guarda, el reloj floral de los jardines de Méndez Núñez (muchas veces víctima del vandalismo) y el Obelisco, que ahora se encuentra parado porque está en revisión, y en el que Rodríguez se detiene para explicar sus entresijos, sus detalles "preciosos" y su valor artesanal.
Formación continua
David Rodríguez es un artesano y, como él, "cada vez hay menos". Cuenta que entre "colegas del gremio" debaten sobre cómo trabajar en relojes monumentales, cada uno para exponer su punto de vista, y que entre todos se retroalimentan en un sector en el que "la formación es constante".

Un reloj de cuco y otro de pulsera en el interior de Nemesio.
"Nadie lo sabe todo y en los relojes formarse continuamente es imprescindible. En todos los oficios en general falta gente, quizá porque durante muchos años se maltrató la formación profesional. Hay muchos oficios, como el mío de reparar relojes, en el que de momento no los arregla la inteligencia artificial" bromea.
Admite que le pregunta la gente si todavía se arreglan relojes. "Desde luego. Pero pueden salir 10 o 15 relojeros al año de la Escuela", lamenta el sucesor de Nemesio, que anima a estudiar relojería "y poner interés para que resulte más fácil salir con trabajo". "Nosotros lo tenemos, suficiente para vivir tranquilos", asegura.