¿Por qué tiene que ser una lavandería un sitio feo? Esta es la pregunta que se hicieron hace ya tres años Fernando y John, dos socios que encontraron la respuesta en el local de una antigua farmacia en la compostelana Rúa das Hortas que se ha convertido en la lavandería más bonita del mundo.
La Lavandería H10 -en referencia a su ubicación, en el número 10 de Hortas- está situada a escasos cien metros de la catedral de Santiago y puede pasar desapercibida en un primer vistazo cuando se camina calle abajo. Sin embargo, es imposible no fijarse en la imagen de una iguana de las Islas Galápagos en una puerta que abre paso a este local.
Sus propietarios, Fernando Trebolle y John Pego, ya habían arrancado un año antes de H10, en 2016, una lavandería en el número 18 de San Clemente, SC18, que también posee un cierto encanto, aunque sin contar con lo que hace verdaderamente única a la de Hortas: su patio trasero.
"La mayoría de edificios de esta calle tienen patios y seguro que hay algunos tan bonitos como este, pero son todos privados", lamenta Fernando, quien entiende que crear un espacio tan especial como el de esta lavandería "es sencillo cuando tienes un marco así".
El local había albergado anteriormente una farmacia -cuya placa sigue en el interior del local- y un centro de masajes para peregrinos, tras lo que también sirvió de almacén para Casa Marcelo. Su patio, sin embargo, nunca había estado en uso desde los tiempos en que era una vivienda.
Fue necesario instalar un empedrado en el suelo desnudo del patio y adecentar la zona. La decoración fue llegando sola: todos los objetos que pueblan las paredes son antigüedades de casa de Fernando o recuerdos de sus viajes por todo el mundo.
Así, a día de hoy es posible ir a hacer la colada y, durante la espera, observar desde una calavera mexicana hasta propaganda soviética, pasando por una tetera saudí, runas islandesas o un gong coreano. Cada visita permite descubrir nuevos detalles que a primera vista pasan desapercibidos.
"Tenemos clientes de todas partes del mundo y todos pueden encontrar algún detalle que les recuerda a sus países", relata Fernando, quien recomienda el atardecer, con sus luces sobre el patio, como el mejor momento del día para visitar la lavandería.
Las plantas completan la decoración del patio, enmarcado por un muro de piedra teñido de verde por las enredaderas. Hasta el último rincón esconde una historia: los cisnes blanco y negro que adornan una de las esquinas fueron pintados por un artista urbano lituano en el espacio vacío en la pared que había dejado un cobertizo.
Otro de los hilos conductores de la decoración es la evocación del mundo de la música y del pensamiento: hay entradas de conciertos, frases de pensadores en varios idiomas o imágenes de músicos por todo el establecimiento.
Más allá de la belleza del lugar, H10 es una lavandería impulsada por dos socios que no tienen este negocio como su ocupación principal y tuvieron que buscar tiempo donde no lo había para ponerlo en marcha.
"Enfocamos este servicio al peregrino y al turista, era algo que faltaba en el Casco Histórico", detalla Fernando, quien explica que, aunque ya tenían en mente este proyecto, lo que hizo que se lanzasen definitivamente adelante con él fue la instalación en la zona del gas ciudad, imprescindible para un negocio de este tipo.
Su ubicación es inmejorable para el peregrino, justo al lado de la Catedral de Santiago y cerca del Centro de Acogida al Peregrino, donde hay que acudir a sellar la Compostela al concluir la Ruta Jacobea.
Al abrir el local se instaló un tablón en el que los peregrinos que acudían allí dejaban sus impresiones y contaban sus vivencias. Además, en las redes sociales de la lavandería también se subían fotos de sus usuarios y se compartían las historias de algunos de ellos. La lavandería cuenta con su propia playlist de Spotify, que ameniza la estancia en el local siempre que está abierta.
Si durante sus primeros años de trayectoria el 90 % del público eran turistas y peregrinos, la proporción se invirtió desde el pasado mes de marzo, con la llegada de la pandemia. Sin embargo, cada vez son más los vecinos del Casco Histórico o del barrio de Galeras que se acercan a la lavandería.
Mientras no vuelve la normalidad, H10 seguirá teniendo sus puertas abiertas tanto para visitantes -que no son pocos- como para usuarios, continuará añadiendo más recuerdos a su decoración y será, indiscutiblemente, la lavandería más bonita del mundo.