La marca gallega Slowcracy recibe su nombre de los términos en inglés slow (lento) y democracy (democracia). "Nuestra idea es poder democratizar la moda sostenible", explica la impulsora de la firma viguesa, Tamara Alonso. La también creadora de contenidos e impulsora de la primera feria vegana que se celebrará en Galicia cree que es preciso educar a la población en la necesidad de consumir mucha menos ropa y comprar productos con un precio justo para todos, algo que transmite con cada una de las prendas que diseña.
"El futuro de la moda debería estar a caballo entre la moda ética y sostenible, que tenga en cuenta los aspectos ambiental, animal y de los derechos humanos, y el mercado de segunda mano", explica la responsable de Slowcracy, que añade que "no se puede ni se debe" consumir este tipo de productos de forma continua porque acabaría convirtiéndose en fast fashion. Así, un modelo idóneo sería apostar por las tiendas de segunda mano o el intercambio con amigas y familiares para prendas del día a día y adquirir nuevos productos a marcas sostenibles.
Una marca ética y vegana
Alonso es vegana y esto la llevó a plantearse su consumo a nivel general: no solo cesó de comer o vestir con productos animales, sino que investigó sobre el fast fashion para poder cambiar otros hábitos. "La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo porque se consume mucha cantidad de ropa, algo que se fomenta desde la propia industria", indica la responsable de la firma.
Esto provoca un consumo de agua y químicos, entre otros elementos, muy elevado, a lo que habría que añadir las emisiones y los residuos generados a lo largo de todo el proceso, desde que se crea hasta que se desecha la prenda. "Eso unido a que en Europa nos quedamos con la parte buena mientras que otros países se llevan la peor", añade Alonso.
Esta situación está vinculada a la defensa de la ética que hace Slowcracy, que evita materiales como la lana o el cuero. "Quiero que lleve tejidos que sean sostenibles, porque los hay como el poliéster u otros derivados del petróleo que son perjudiciales tanto para la piel como para el medioambiente", indica Alonso. Pero no solo eso: esta marca gallega cuida también a las personas encargadas de elaborar sus productos.
El abaratamiento del transporte o la mano de obra barata, entre otros factores, llevaron a numerosas compañías a parar la fabricación en su propio país para externalizarla. "Lo que pasa es que hay empresas que a pesar de ser gigantescas no tienen fábricas propias, sino que subcontratan los servicios. Esto sucedía en A Coruña y sucede ahora en Asia", explica la creadora de Slowcracy.
"Lo que pasó aquí en Galicia es que muchas mujeres que habían hecho inversiones muy grandes en maquinaria, personal etc se quedaron arruinadas porque solo tenían un compromiso verbal. Esto pasa ahora en los países asiáticos, lo que permite a la industria del fast fashion no hacerse cargo nunca de los problemas que hay en las fábricas o de temas de recursos humanos", indica Alonso. La responsable de Slowcracy indica que el bajo precio al que se pagan estas prendas, además, conlleva una reducción de costes por parte del empresario asiático que se refleja en el trato del personal o la calidad del material y las infraestructuras, algo que esta firma gallega evita con la producción local.
De las camisetas con mensaje a las otras prendas sostenibles
Alonso cambió su modo de consumir hace tiempo: primero dejó de adquirir nuevas prendas durante dos años y después comenzó a comprarlas en negocios sostenibles. La búsqueda de camisetas con un mensaje que reflejase sus valores se volvió una tarea casi imposible. "Comprar una camiseta que pusiese Salvemos al planeta haciendo justamente lo contrario no me parecía congruente", explica la gallega.
Así nació Slowcracy en enero de 2020, como una línea de camisetas de comercio justo, feministas, veganas, ecologistas y LGTBI. Hechas con algodón orgánico, sus ventas se frenaron con la irrupción de la pandemia de coronavirus. Lejos de amedrentarse, Alonso decidió formarse en patronaje industrial y apostar por la fabricación de mascarillas sostenibles de la mano de modistas y costureras de la zona, lo que le permite controlar cada detalle y elaborar un producto "mucho más único" .
"No tenemos límite de talla", explica la propietaria de Slowcracy. Esto es posible gracias al trabajo local de la marca, que tiene en stock las tallas más vendidas pero ofrece la posibilidad de elaborar cada prenda según las necesidades de sus clientes. "Si alguien necesita una 3XS, se escala. Una talla 32, que es difícil encontrar en una tienda, se la hacemos a medida a esa persona. Nos ha pasado de tener 2XS o 5XL", ejemplifica la responsable de la firma, que añade: "Como mujer feminista y en contra de la gordobofia y de los estereotipos de género, es súper importante la inclusividad. Es difícil encontrar ropa sostenible, ética y vegana en determinadas tallas y no queremos que eso sea una barrera".
La importancia de las camisetas, además, se trasladó a otras prendas como los leggins hechos con poliéster de botellas recicladas, los short, los pantalones, los petos, las faldas, los vestidos y las bragas elaboradas con bambú, un material antibacteriano que evita olores. Las colecciones de Slowcracy son básicas, atemporales, "muy ponibles" y de gran calidad. "Cumplen tres pilares que para nosotras son imprescindibles: que los tejidos sean sostenibles, como algondón orgánico, lino o poliéster reciclado; que la producción sea local o ética; y que todas las prendas sean veganas, sin cuero, seda, lana o tintes de origen animal", enumera Alonso.
La marca también tiene una función divulgativa. La responsable de Slowcracy explica por qué sus prendas tienen un precio más elevado o qué hay detrás de cada camiseta o cada pantalón, al mismo tiempo que informa sobre los diferentes valores que lleva por bandera, como el feminismo.
Innovación y ventas internacionales
"Tenemos dos productos estrella. Inicialmente fue la camiseta Hasta el coño, que sigue vendiéndose muchísimo", explica Alonso, que añade: "Es una camiseta muy transversal. La marca es muy política y tiene muy claro lo que es a nivel ideológico, pero hasta el coño estamos todas". El peto de muselina en algodón orgánico, por otro lado, arrasó este verano y la marca prevé sacar otro este septiembre de cara a los meses del otoño.
Precisamente, esta semana salen a la venta cuatro nuevas prendas de la empresa gallega. Una falda, un short y un crop top en dos colores pasarán a formar parte del catálogo de esta innovadora firma que busca cuidar a sus trabajadores, a los animales y al medio ambiente. "El crop top es muy chulo. Es reversible, para que te puedas poner el escote por la parte delantera o por la parte trasera. Intentamos darles una vuelta para que las prendas sean muy funcionales", explica la responsable de la marca.
Slowcracy vende sobre todo a través de su página web, aunque algunos de sus productos pueden adquirirse en tiendas de la zona del Baixo Miño. El objetivo de Alonso es poder contar con pequeños negocios en todo España para comercializar sus prendas, que también se envían a otros países como Reino Unido o Italia. Todo ello, por supuesto, sin descuidar a las trabajadoras al mismo tiempo que ofrece productos innovadores en los que el respeto por los animales y la sostenibilidad son pilares fundamentales.