En otoño de 1888, todo el planeta miraba a un pequeño, pobre y marginal barrio de Londres, Whitechapel, un lugar que sería el escenario de los crímenes de uno de los asesinos más famosos y mediáticos de todos los tiempos: Jack el Destripador. Sus fechorías conmoverían los cimientos de la sociedad victoriana y acabarían desvelando al mundo la existencia de una Gran Bretaña desconocida, pobre y humillada. Para algunos, Jack fue alguien de la Casa Real, para otros un animal escapado del zoo, un médico, un carnicero, un policía… Pero, a pesar de que Scotland Yard llegó a investigar a más de trescientos sospechosos, jamás se encontró su identidad. Durante apenas setenta días, este fantasma acabó brutalmente con la vida de cinco prostitutas en el East End londinense sembrando el pánico entre sus pobres habitantes. Aunque Jack no fue el primer asesino en serie de la historia, sus crímenes tuvieron una cobertura mediática sin precedentes que, por supuesto, llegó a España. Pero a nuestro país no solo llegaban las noticias sobre el misterioso Destripador, sino que se llegó a afirmar que el mismísimo Jack, el Destripador de Whitechapel, se paseó por Galicia sembrando el pánico. Esta es su historia.
La policía encontró el cuerpo de su primera víctima, Mary Ann Nichols, a las 3:40 de la mañana del viernes 31 de agosto de 1888. Tenía un par de cortes en la garganta y en el abdomen. El cadáver de Annie Chapman apareció el sábado 8 de septiembre, a las 06:00 de la mañana, con dos incisiones en la garganta al igual que Nichols.
Los asesinatos de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes ocurrieron en la madrugada del domingo 30 de septiembre y el de Mary Jane Kelly la madrugada del viernes 9 de noviembre. Esta última tenía un profundo corte que iba desde la garganta hasta la espina dorsal, tenía el rostro irreconocible y le habían extraído todos los órganos abdominales además del corazón.
La elevada cantidad de ataques contra mujeres en el East End complicó saber exactamente cuántos de esos asesinatos habían sido cometidos por un mismo individuo, ya que Scotland Yard identificó once homicidios en Whitechapel durante ese periodo, aunque los cinco mencionados sí tenían varios elementos en común, motivo por el cual se atribuyeron a Jack el Destripador.
Debido al tipo de heridas de las víctimas, la policía consideró inicialmente como sospechosos a los carniceros, cirujanos y médicos, pero en los años posteriores las sospechas llegaron a cualquier persona que estuviese remotamente vinculada con el caso. También a figuras relevantes y celebridades que ni siquiera habían sido investigadas en las pesquisas iniciales como el príncipe Alberto Víctor, nieto de la reina Victoria, sir John Williams, ginecólogo de la princesa Beatriz o William Gladstone, cuatro veces primer ministro de Gran Bretaña, que vinieron a sumarse a la lista de trescientes sospechosos que llegaron a barajar las autoridades.
Aunque Jack el Destripador no fue el primer asesino en serie, sus crímenes tuvieron una cobertura mediática sin precedentes. Los periodistas eran conscientes de que la información que podían publicar sobre los crímenes de Whitechapel era escasa, así que ciertos medios, debido a los pocos detalles que se conocían de las investigaciones policíacas, comenzaron a inventar noticias sobre Jack desprovistas de cualquier tipo de veracidad, convirtiendo a este asesino en un mito, una leyenda, un fantasma que se movía por las sombras de todas las ciudades del mundo llegando, incluso, hasta las gallegas.
A comienzos de 1889, mientras en Londres daba inicio la cacería del Destripador, en Galicia se vivía una increíble ola de pánico alentada por la prensa local y nacional que hizo creer que, tras huir del cerco policial de Scotland Yard, el asesino se había refugiado en ciudades como A Coruña, Lugo y Ourense.
El 18 de enero de 1889, la prensa informaba de la desaparición de tres jóvenes coruñesas y se fantaseaba con la hipótesis de que había sido obra de Jack el Destripador. Incluso se afirmaba que el famoso asesino ya llevaba en la ciudad entre 3 y 4 días, preparado para acabar con sus siguientes víctimas. Finalmente, las niñas aparecieron sanas y salvas pues, simplemente, se habían ido sin avisar a casa de los familiares de una de ellas.
El día 22 de ese mismo mes, los periódicos se hacían eco de los chascarrillos de la visita de Jack a Ferrol y días más tarde a Betanzos y Santiago e incluso informaba de los rumores que decían que el famoso asesino había enviado una carta al gobernador civil de la provincia anunciándole que abriría en canal a una jovencita.
Lo sorprendente es que, a pesar de que la prensa indicaba en todas estas noticias que eran rumores y falsedades, no dejaban de publicarlas, quizá contagiados por el sensacionalismo que llegaba desde los periódicos londinenses.
El 3 de febrero de 1889, el diario “La Unión Católica”, un diario nada sensacionalista, publicaba, entre la noticia del hallazgo de un sepulcro romano y el ingreso en prisión de un jefe del ejército, una nota informando que Jack, tras haber estado en A Coruña, había llegado a Ourense, rumor propagado por doncellas, cridas y niñeras que no se atrevían a salir de noche por miedo a encontrarse con este feroz asesino.
Y entre tanta noticia y con el pánico corriendo por las calles, cualquiera que podía parecer sospechoso, era acusado de ser el famoso asesino, lo que quizá hizo rebajar el ímpetu de la prensa que lo dejó descansar hasta diciembre de 1889, cuando el alcalde de A Coruña, supuestamente, recibe una carta en la que Jack anuncia que llega para despedazar a cuatro jovencitas, ni una más ni una menos.
A su vez, otros medios anuncian que tanto la policía como la prensa habían recibido cartas suyas, al igual que, supuestamente, había ocurrido en Londres.
Y, de repente, la noticia se enfrió, al menos en Galicia. Jack siguió apareciendo en la prensa española todos los días y se publicaban noticias de los sucesos de Whitechapel, pero Jack ahora era Juan, Jaime o Jaume cometiendo nuevos supuestos crímenes, hablando sobre nuevas presuntas detenciones, nuevas presuntas cartas y nuevos presuntos testigos hasta que, en 1892, dejó de estar de moda.
Por supuesto, el Destripador nunca estuvo ni en Galicia ni en España y, si lo hizo, lo haría como cualquier otro inglés que viene a nuestro país, a disfrutar de sus vacaciones.
Quizá lo único positivo de los crímenes de Jack el Destripador fue que dirigieron la atención hacia el bajo nivel de calidad de vida imperante en el East End, ocasionado por sus casas bajas superpobladas e insalubres. Sus malas condiciones de vida llegaron al parlamento británico y la mayor parte de aquellos barrios fueron demolidos y reformados.
Los asesinatos de Whitechapel se convirtieron en un caso sin resolver y la figura del asesino se transformó en el nuevo coco de los niños. El mito de Jack el Destripador fue definido muy apropiadamente por uno de los altos cargo de Scotland Yard de la época: “Nadie sabe nada, ni sabrá nada en mil años, sobre la verdadera historia de Jack el Destripador”.
Yo creo que, si realmente hubiera estado por Galicia, ya lo sabríamos todo sobre él. Que le pregunten a Romasanta…
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- historia.nationalgeographic.com.es
- elespanol.com
- gansoypulpo.com
- larazon.es
- elconfidencial.com
- eldebate.com
- muyinteresante.es
- bbc.com