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El 18 de julio de 1921 un recién nacido recibía en París la primera dosis de una vacuna pionera, la más antigua todavía en uso, la vacuna de la tuberculosis, una enfermedad que ha causado más muertes que ninguna otra afección infecciosa a lo largo de la historia. Se calcula que en los últimos dos siglos ha costado la vida a más de mil millones de personas, la OMS estima que a lo largo de la historia 2.000 millones de personas han estado infectadas por tuberculosis y que casi dos millones de personas fallecen al año por su causa. Es una de las enfermedades humanas más antiguas, con una edad estimada de unos 22.000 años. Pero en el siglo XIX, antes de aquella pionera vacuna, se generalizaron como tratamiento los sanatorios, en los que el aire puro, la alimentación y el reposo ayudarían a curar aquella enfermedad. En 1922 la Junta Provincial Antituberculosa de A Coruña encontró el lugar idóneo para construir uno de aquellos sanatorios, pero nunca llegó a hacerse realidad. Esta es la historia del Sanatorio de Cesuras, una joya que pasó de esperanzador edificio a siniestra, aunque mágica, ruina.
Hermann Brehmer era una estudiante de botánica alemán al que a mediados del Siglo XIX le diagnosticaron tuberculosis. Como tratamiento su médico le recomendó que buscara un clima más saludable. Así que Hermann se fue al Himalaya, donde continuó sus estudios y se acabó curando. En 1854 regresó a Alemania para estudiar medicina y escribió una tesis cuyas conclusiones cambiarían para siempre los tratamientos contra la tuberculosis.
Hermann incidió en que la tuberculosis era una enfermedad curable, que la vida en lugares altos tenía un efecto beneficioso, y que el ejercicio, la buena alimentación y el aire puro, podrían llegar a curar la enfermedad sin tratamientos adicionales.
Así que decidió construir en 1859, en Kurhaus, Göbersdorf, el primer sanatorio para tuberculosos de Alemania. Su régimen terapéutico comprendía: aire de montaña, paseos entre la naturaleza, ejercicio, control de temperatura cada dos horas y tres comidas diarias abundantes complementadas con vinos y coñac, a las que se agregaban refrigerios entre horas. Los pacientes debían subir cuestas que conducían a unas cascadas bajo las cuales tomaban duchas frías, programadas y supervisadas, tomando en consideración el estado físico del paciente, al que se le asignaban caídas de agua de determinada fuerza y calibre.
En 1869 se habían tratado a 958 pacientes, de los cuales solo el 4,8% había fallecido en el establecimiento, lo que marcó un hito en el tratamiento de la tuberculosis en el mundo, popularizando estas instituciones a lo largo y ancho del planeta, llegando a ser uno de los índices que determinaban el nivel sanitario de un país.
En 1922, la Junta Provincial Antituberculosa de A Coruña decidió construir uno de estos sanatorios. Para ello, se compraron unos terrenos en un paraje conocido como “O Paraxón”, en el municipio de Cesuras (ahora Oza-Cesuras). La zona se encontraba a bastante altitud, su aire era puro, se encontraba cerca de la ciudad de A Coruña y había buenas comunicaciones con el lugar.
El responsable de su diseño fue el prestigioso arquitecto Rafael González Villar, autor de extraordinarias obras como el Kiosco Alfonso o la Casa Molina en A Coruña. El edificio estaría en un enclave privilegiado, rodeado de uno de los bosques más frondosos de toda Galicia, al que se le denominó “Parque do Sanatorio”, y que incluso contaba con un manantial de agua fresca y cristalina que en la actualidad todavía existe en una fuente recientemente reconstruida.
Para financiar la construcción se recurriría a donaciones del Estado, aportaciones de los Centros Gallegos de emigrantes en La Habana y Sudamérica y los ingresos de la Fiesta de la Flor de A Coruña, una fiesta cuyo origen se remonta a 1912 en esta ciudad, y que sería instaurada por el Gobierno en toda España para la recaudación de fondos para los afectados por tuberculosis.
Así, en 1927 se pone la primera piedra con la presencia del Obispo de Santiago de Compostela y de familias y personajes ilustres de la Provincia y la Medicina gallega. El proyecto definitivo contaba con dos alas para los enfermos, que se separaban por sexos, y una nave central que organizaría el espacio y daría cabida a las dependencias médicas y administrativas.
La construcción se inició por una de las naves laterales, pero de modo precario, luchando contra la escasez de dinero y la indiferencia de la mayoría de los que habían prometido apoyar económicamente el proyecto. Las obras se paraban y arrancaban según iban llegando las aportaciones económicas, hasta que en 1933 se dan por canceladas y finalizadas de manera oficial. Los fondos necesarios para continuar habían dejado de llegar.
No se conoce la causa exacta por la cual se paralizó la aportación de fondos. Se habla de razones políticas, de que la ubicación no era la más idónea e incluso hay quien afirma que los Centros Gallegos en América retiraron su apoyo para construir ellos mismos sus propios centros. Seguramente las razones sean una suma de todos estos factores, pero lo que sí sabemos es que en cuanto llegó la Guerra Civil en 1936, el proyecto se abandonó definitivamente y el edificio pasó a ser propiedad del Estado.
En 1973 la titularidad pasó al Ayuntamiento de Cesuras, con la condición de que se respetara el frondoso bosque de su parcela y que ésta permaneciese abierta de manera gratuita a todos los que quisieran visitarla.
El edificio se encuentra en un estado lamentable y ruinoso conservándose únicamente la fachada exterior y los muros del interior. Las paredes están llenas de grafitis y cubiertas de humedad, musgo y enredaderas y las escaleras y techos están derruidos. Por todo ello este extraordinario edificio modernista se encuentra en la “Lista Roja del Patrimonio” que puedes consultar aquí: https://listarojapatrimonio.org/ficha/sanatorio-de-cesuras/
Desafortunadamente a día de hoy, no hay ningún plan real de ninguna Administración para intentar recuperar como se merece a esta joya de nuestra tierra.
De todos modos, son precisamente las ruinas en las que se encuentra el sanatorio lo que le da ese halo de lugar con encanto que merece la pena visitar, y es elegido habitualmente para la realización de fotos de bodas o videoclips. Es un lugar increíble al que debes ir si estás por la zona, y que no encontrarás en la mayoría de las guías turísticas gallegas.
Eso sí, es muy peligroso y arriesgado adentrarse en su interior, y ya no digamos en las plantas superiores, por lo que es recomendable disfrutar de su belleza exterior y no sufrir accidentes innecesarios por ver un interior que no merece la pena.
Así fue como un lugar de esperanza y curación se convirtió en un ruinoso y abandonado paraje, pero que el tiempo convirtió en mágico y hermoso: El Sanatorio de Cesuras.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Top Inspira LinkedIn. Storyteller. Jefe de Compras.
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Referencias:
- elespanol.com/quincemil
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- laopinioncoruna.es
- diariodeunmedicodeguardia.blogspot.com
- personaldelchuac.blogspot.com
- galiciamaxica.eu
- locoviaje.com
- misteriosyleyendasdegaliciayasturias.wordpress.com
- abandonedespain.com
- saposyprincesas.elmundo.es
- ebriuterblog.worpdress.com
- galiciapuebloapueblo.blogspot.com