La temporada navideña ya se ha instaurado en Galicia, donde las calles comienzan a mostrar sus mejores galas entre alumbrados que alegran las noches y ambiente festivo allá donde miremos. Unas sensaciones que también se repiten en las casas gallegas, donde ya se preparan los belenes, se “montan” árboles de navidad, se planifican y preparan regalos y se cuenta con algún muñeco de Papá Noel colándose por las ventanas (si la lluvia y el frío se lo permiten, claro).
Se trata de una época especial, llena de reencuentros donde la mesa juega un papel protagonista. Una ocasión única para reivindicar (y disfrutar) de los mejores vinos gallegos y sus denominaciones de origen, que viven una época de esplendor con una magnífica cosecha durante esta última temporada. Ya hemos hablado de grandes D.O. como Rías Baixas, O Ribeiro o Ribeira Sacra. Sin embargo, existen denominaciones de origen que, aunque cuenten con un tamaño de explotación inferior, también se encargan de elaborar productos de alta calidad que llevan la marca Galicia con orgullo, como la D.O. Monterrei o Valdeorras, nuestra denominación protagonista de este texto.
Romanos y viñedos: nexo común
Valdeorras es la comarca más oriental de la provincia de Ourense, al lado de nuestros vecinos de León. Ha sido una tierra muy codiciada a lo largo de la historia por la gran riqueza de sus recursos naturales y la fertilidad de sus tierras, convirtiéndose así en el hogar y espacio de acogida de numerosas culturas y poblaciones. Como ocurre de manera similar con todas las plantaciones de uva de la zona, los principales impulsores de la producción de vino en la zona fueron los romanos, que aplicaron su estrategia de plantación de viñedos en Valdeorras sin dudarlo, al tratarse de una localización única entre su microclima (único en Galicia) y la grandísima variedad de tipos de suelo en una extensión tan reducida.
Sin embargo, el vino no fue lo único que introdujeron los romanos en Valdeorras. Su presencia allí modificó totalmente el aspecto del valle, ya que trasladaron las poblaciones a la zonas más llanas (y mas accesibles), propiciando la Vía Nova, que acabaría transformándose en el famoso Camino de Invierno del Camino de Santiago. Una vez más, el peregrinaje se convierte en uno de los vehículos más efectivos para dar a conocer los vinos de la zona, que comenzaron a ganar fama entre peregrinos de todo el mundo.
La producción de este vino fue aumentando gracias al buen hacer de diversas órdenes eclesiásticas que se erigieron en el siglo XVII, el Santuario de As Ermitas, rodeado de viñedos, se convirtió en uno de los lugares de culto más importantes de la zona (para los fieles al cristianismo y al buen vino).
El secreto está ¿bajo tierra?
Como comentábamos antes, el gran secreto de esta zona es su clima, más seco que en el resto de Galicia, con una influencia atlántica con rasgos de ambientes continentales. Esto se debe a que las zonas de producción del vino con D.O. Valdeorras ocupan gran parte de las cuencas de los ríos Sil, Xares y Bibei. Se trata de una superficie de viñedos menos grande que sus “hermanas” gallegas, con 1300 hectáreas de cultivo, pero que presenta una enorme diversidad en lo que a suelos se refiere.
Desde terrenos poco profundos, pizarrosos; otros con más arena, de carácter granítico e incluso aquellos que se asientan sobre sedimentos y terrazas. Sin embargo, esta denominación de origen destaca sobre todo por una particularidad en concreto, y es que existen cientos de bodegas de carácter tradicional en las que la elaboración, producción, cuidado y maduración del vino se realizaba en las propias entrañas de la tierra, en cuevas excavadas en barro (incluso algunas han llegado hasta nuestros días con apenas cambios). Uno de sus elementos más singulares son sus chimeneas, denominadas refugallo, que sobresalen de la orografía ourensana de manera particular, como si se tratase de la casa de un hobbit del mundo fantástico de Tolkien.
Hoy en día estas cuevas se han convertido en el escenario perfecto para revisitar y recordar parte de nuestra cultura e historia a través de enoturismo, ya que algunas bodegas siguen conservando con orgullo un símbolo único de la producción vinícola de la zona.
Valdeorras, tierra de éxitos de la mano del Godello y el Mencía
Actualmente, la labor vinícola de la D.O. corresponde a los municipios de A Rúa, Carballeda de Valdeorras, Larouco, O Barco, O Bolo, Petín, Rubiá y Vilamartín. El Consejo Regulador es el encargado de asegurar los estándares de calidad que han llevado a Valdeorras a ser considerado uno de los mejores productores del godello, uno de los vinos blancos gallegos más codiciados del mercado.
Valdeorras fue reconocida como D.O. en el año 1945 por Orden Ministerial, tras un largo y duro camino recorrido por multitud de generaciones de viticultores. Como cuenta Óscar Checa en “Valdeorras: los caminos del Godello”; esta zona fue “una de las primeras en sumarse en sumarse a un proyecto como RE.VI.VAL (Reestructuración de Viñedos de Valdeorras), puesto en marcha por la Oficina de Extensión Agraria de O Barco allá por los años setenta”. Esta decisión ayudó a que la variedad Godello no desapareciera de los viñedos gallegos, gracias meses de investigación y trabajo, luchando por recuperar una de las mejores variedades de la comarca.
Sin embargo, el godello no es la única joya de Valdeorras. Además del Godello, también producen Dona Branca (allí llamada Moza Fresca), Palomino o Jerez. Sin embargo, la revelación de los últimos años son sus tintos, donde triunfan el Mencía y Sousón, aunque su cultivo se amplia a la Brancellao, la Merenzao, la Garnacha Tintorera o la Grao Negro, entre otras.
Así, además de años perfeccionando un Godello único, de intensos aromas florales y frutales (dando lugar a fantásticos espumosos o a interesantes tostados), los viticultores de la zona apuestan por un Mencía elegante, con aromas a frutos del monte y un cuerpo suave y meloso. Prueba de este fantástico trabajo es el reconocimiento recibido para dos tintos de Valdeorras durante la Cata Oficial de los Vinos, Aguardientes y Licores Tradicionales de Galicia realizada este año. Por primera vez dos vinos tintos de Valdeorras han sido distinguidos con el Acio de Oro y con el Acio de Plata (las dos máximas distinciones) en la categoría de mejores vinos tintos elaborados con madera en Galicia (Bancales y Domus de la bodega Roandi).
Y, como tantas otras D.O. gallegas, Valdeorras no ha dejado de crecer en este 2021 de éxitos, ya que el último informe del Consello indica que durante esta temporada han exportado 67.471 litros de godello y de mencía, siendo la cifra más alta de su historia. El futuro, con una cosecha de siete millones de uvas, parece que seguirá regalando alegrías a los viticultores y a los afortunados que puedan contar con una de sus botellas en estas fiestas.