La arquitectura modernista de la Granxa Experimental de A Coruña
La Granxa Experimental fue un complejo construido en A Coruña, destinado a investigar en mejoras agropecuarias. Los logros de la granxa fueron impresionantes, y aunque sus piezas arquitectónicas eran escasas, el arquitecto modernista Julio Galán Carvajal desarrolla un edificio singular que explora la incorporación del lenguaje modernista sobre la arquitectura vernácula
9 marzo, 2022 06:00Luis XIV era un rey controvertido. Excesivo y pomposo, sus necesidades megalómanas estaban nutridas de pequeños “caprichos” que terminaron por convertirse en una práctica esencial que desbordó la paciencia de la ciudadanía francesa. El monarca justificaba sus antojos con un “es legal porque así lo deseo” definiendo un gobierno despótico que desembocó en un cambio de régimen a voluntad popular.
Dentro de esos deseos, caprichos o antojos se definían un rango de escalas variable en los que, los más llamativos son los pequeños detalles. Y es que el rey quería probar la fruta antes que el pueblo. Algo aparentemente imposible, ya que las manzanas o los higos (una de las frutas favoritas del rey) maduran a la vez en palacio y en el huerto de cualquier campesino. La exigencia del rey se transformó en una orden amenazante, por ello los jardineros de Versailles comenzaron a idear una forma de hacer madurar la fruta del huerto real de forma más rápida.
“El calor, tanto en la tierra como en el aire, solo puede venir con regularidad de los rayos del sol. Me atrevo a decir, aun así, que he tenido bastante éxito en imitarlo (a pequeña escala) en relación a algunos pequeños frutos: he conseguido hacerlos madurar cinco o seis semanas antes de tiempo, por ejemplo, fresas a finales de marzo, guisantes y verduras tempranos en abril, higos en junio, espárragos y lechugas en diciembre, enero…” Instruction pour les jardins fruitiers et potagers.
Los jardineros reales utilizaron una tecnología muy primaria para conseguir este sorprendente resultado. Dispusieron las plantas y los árboles entre muros capaces de retener el calor, y construyeron campanas de vidrio colocándolas en torno a algunos frutos para que la temperatura acelerase la maduración. El rey consiguió así su deseo, una vez más, de sentirse un dios.
Las granjas experimentales y la negación de Malthus
La tecnología del siglo XVII, puede parecer una tímida aproximación a procedimientos que hoy se han superado, pero es en realidad la continuidad de un camino hacia la mejora de la calidad de vida. No todo eran caprichos, tras la publicación de las teorías de Thomas Malthus como “ensayo sobre el principio de la población” en 1798 se veía como una amenaza la capacidad productiva del planeta con respecto al crecimiento de la población debido al boom de la revolución industrial: "El poder de la población es indefinidamente más grande que el poder de la tierra para garantizar la subsistencia del hombre". A pesar de ello, la investigación y la adaptación del ser humano al medio ha superado las teorías de malthusianas. La visión a través de la ciencia y la tecnología superó, afortunadamente, los postulados más dramáticos de Malthus: “El hombre que nace en un mundo ya ocupado no tiene derecho alguno a reclamar una parte cualquiera de alimentación y está de más en el mundo. En el gran banquete de la naturaleza no hay cubierto para él. La naturaleza le exige que se vaya, y no tardará en ejecutar ella misma tal orden.”
La mirada renovada sobre la ciencia y la tecnología llevó al desarrollo de las academias, y de los centros de investigación en España. Una de estas experiencias fue la fundación de “granjas experimentales”, que se constituían como centros de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a la ganadería y a la agricultura. Las granjas experimentales, se constituían como espacios mixtos que compartían edificaciones en las que se realizaban las investigaciones con campos, huertos y establos para los animales.
Cerveza, vacas y más
La granja experimental de Galicia conocida como “A Granxa Agrícola Experimental de Galicia” fue creada en 1888, y extendió su actividad hasta 1964. Ubicada en los terrenos que ocupa ahora parte de la Fase I de Elviña y Cuatro Caminos, este centro fue el primero que trató la experimentación y difusión de nuevas técnicas agrícola, dando servicio a Galicia y Asturias. Los trabajos de la Granxa fueron muy rigurosos y cuidados, dando como resultado avances fundamentales para la cultura y la economía gallega como la creación de la raza de vaca marela, el cultivo del lúpulo (traído en 1913 de Inglaterra y fundamental para el desarrollo de la industria cervecera) y la actividad de la Estación de Fitopatología (poniendo freno a algunas enfermedades de los cultivos).
Esta actividad tuvo también como consecuencia la formación especializada de personal y la difusión de novedades tecnológicas esenciales para la producción agropecuaria contemporánea. La complejidad de los proyectos desarrollados en la Granxa es amplia, y se enmarca dentro de un arco pluridisciplinar que va desde la investigación química y botánica a la veterinaria. La actividad de la Granxa ha sido analizada de forma pormenorizada en la publicación “A Granxa agrícola-experimental de A Coruña 1888-1928, Contribución ao estudio da renovación técnica da agricultura galega” de Lourenzo Fernández Prieto.
La arquitectura de la Granxa experimental
Los terrenos que ocupaba la Granxa experimental, conocida entonces como la Huerta del general (propiedad de Luciano Puga), suponían una superficie de 16 hectáreas. En la actualidad, no se conservan restos arquitectónicos de la misma, ni siquiera las trazas de su perímetro que tocaba la actual fuente de Pajaritas, la estación de tren y Monelos. Aunque en los rumores populares se dice que en la plaza Isaac Díaz Pardo aún hay unos sauces que formaron parte de la Granxa.
En términos arquitectónicos, la Granxa, era una actuación urbanística singular en la que la organización parcelaria responde a las necesidades de la investigación, pero queda lugar para una excelente construcción. Los edificios de la Granxa agrícola son obras de carácter regionalista, ya que se enmarcan dentro de una atmósfera agropecuaria, por lo que el lenguaje se adecúa a la identidad que en ese momento se asocia a Galicia.
Pero no es un regionalismo descuidado o tradicional, si no que sale de la mano de Julio Galán Carvajal (1875-1939), quien construye entre 1909 y 1910 la Casa del Director y algunas otras instalaciones, dando su particular visión de un regionalismo transformado en modernismo. La Casa del director es una pieza contenida, con una composición doble simétrica. La casa se estructura en dos plantas, siendo accesible a través de una escalera para separarse del terreno y evitar así la presencia de humedad. La casa incorpora huecos regulares, escapando de la tradicional galería, que se reserva para otras viviendas y edificaciones dentro del conjunto. En la fachada de la casa destacaba especialmente el uso de la cerrajería y las defensas, en la que la barandilla y la marquesina de acceso son trabajos en hierro de gran virtuosismo. El remate de contacto con la cubierta se define mediante una doble cornisa y pequeños frontones truncados que dotan de cierto movimiento al ritmo rígido del volumen contenido.
La casa muestra elementos compartidos con la vivienda que Galán Carvajal proyecta en la plaza de Lugo nº 22, una obra maestra del modernismo coruñés. El edificio de la plaza de Lugo, de mayor escala se proyecta y construye tan sólo un año después, por lo que puede entenderse la pequeña vivienda del director como un proyecto embrionario. La composición de la fachada en dos planos de forma que uno parece “excavado” del otro en la que la primera es limpia pero coloreada y la segunda es saturada en decoración, pero neutra en color a través del color blanco. Esta contraposición equilibrada en posiciones aparentemente no intuitivas trabaja el uso de la saturación a través del color y la forma en posiciones opuestas. El color blanco como superposición, define una percepción de extracción y elegancia propia del mármol o la escayola. La memoria de la imagen traiciona una vez más la percepción del observador, que interpreta en esta fachada modernista la elegancia del mármol y la delicada ornamentación barroca de forma inconsciente. La mezcla compositiva propuesta por Galán Carvajal crea una pieza modernista embrionaria y al mismo tiempo propositiva de lo que significará la obra de este arquitecto en A Coruña.
Experimentos arquitectónicos
Quizás la granja experimental no sólo supuso un laboratorio en términos agrícolas y ganaderos, si no que también se puede entender como una reflexión sobre la tipología arquitectónica y el lenguaje asociado a la arquitectura rural gallega de principios de siglo. Además, esta perspectiva pone en valor la tipología arquitectónica en el ámbito rural en una época en la que el campo era visto como algo romántico o denostado.
Galán Carvajal contribuye a través de su propuesta a poner en valor la tipología de la arquitectura rural. También experimenta la aplicación del lenguaje modernista a edificaciones no urbanas, sacando de la homogeneidad tradicionalista a la vivienda vernácula.
En términos urbanísticos, la Granxa no produjo una transformación profunda en la estructura de la ciudad, ya que su posición se encontraba dentro de los terrenos dispuestos para el crecimiento del tejido residencial. Además, la construcción de la gran vía de entrada de la ciudad sobre la antigua avenida de la Vedra, provocó un cambio de intensidad en los flujos de movimiento urbanos, por lo que la Granxa se vio obligada a trasladar su ubicación para garantizar la supervivencia de los proyectos que estaban desarrollando.
La ausencia no es la nada
La Granxa es, hoy en día, el testimonio del cambio urbanístico. Su rastro está aún presente, reside en la industria y el paisaje: fábricas de cerveza, vaca marela, producción de vino (con menos afección de plagas) y tantos otros iconos del patrimonio inmaterial contemporáneo. La arquitectura de la Granxa incorporaba el lenguaje del modernismo, probando el ensamblaje entre tradición y vanguardia en un contexto rural.
“No hay mayor error que creer que la ausencia es la nada. La diferencia entre ambas es cronológica (tiene que ver con una cronología que ellos no controlan). La nada es antes, y la ausencia es después. A veces es fácil confundirlas: de ahí algunos de nuestros pesares” John Berger, ‘De A para X. Una historia en cartas’, p103, Alfaguara, 2001
Berger, autor de "Puerca Tierra" y pensador de gran sensibilidad define la presencia de la ausencia. La distancia temporal que separa ambos conceptos y la confusión de términos, hacen ver la huella de algunas de las arquitecturas desaparecidas como un vacío infinito que no es tal. Las capas urbanísticas se suceden en consonancia con la vida de sus ciudadanos, cambiando la imagen, la percepción y la identidad de los lugares. El progreso de la Granxa no dejó la nada, tan sólo una pequeña ausencia que, sin embargo, está más presente de lo que parece… en una cerveza o en un vaso de vino.