1966: Unas "tetas" en la Plaza de María Pita de A Coruña
La historia de un escenario singular para las fiestas de Maria Pita realizado por un arquitecto internacional: Emilio Pérez Piñero
1 enero, 2020 06:00Cuando llegan las fiestas a la ciudad en el mes de agosto, hoy en día se construye un escenario, insustancial, carente de interés diseñado por un arquitecto que apenas nadie conoce. Sin embargo en 1966 ese escenario fue algo más, un icono de la modernidad arquitectónica que se presentaba por primera vez en A Coruña.
"Decir que la vanguardia ha muerto es una traición a la lucha para cambiar el mundo." Antoni Tapies
Quizás el actual escenario para fiestas que se construye en María Pita nazca de la absurda repetición de un proyecto carente de interés, pero afortunadamente hubo un momento en que la vanguardia no había sido traicionada deliberadamente por los arquitectos. Entonces había arquitectos, que tampoco eran demasiado conocidos, pero que eran capaces de emocionar con las construcciones más sencillas, buscando un resultado y rebasando la mera condición económica. En 1966 se inaugura en la Plaza de Maria Pita un escenario para conciertos, denominado "Teatro transportable para festivales de España". Su autor era un arquitecto joven con una trayectoria muy singular y desafortunadamente muy corta, con una capacidad privilegiada, Emilio Pérez Piñero.
Houston calling Calasparra: We have a problem
Emilio Pérez Piñero (Valencia 1935-Torreblanca 1972) creció en Calasparra, Murcia. Siendo hijo de un ingeniero militar republicano, compensó su situación complicada en la España de la dictadura (su padre estuvo encarcelado y su familia atravesó algunas penalidades derivadas de ello), con una carrera brillante. Siendo estudiante, cosechó numerosos premios consecuencia de su inteligencia y creatividad, una brillantez cultivada desde niño cuando se fabricaba sus propios juguetes asombrando a los vecinos.
Había ingresado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en 1957 y apenas cuatro años después participaba en el VI Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (Londres). El encargo de este congreso a los alumnos asistentes era el de presentar un proyecto para un "teatro ambulante". Pérez Piñero centró su atención en la estructura, concluyendo que la clave era la de fijar correctamente estos elementos para que el montaje y desmantelamiento del mismo fuese muy rápido y económico.
El proyecto llamó mucho la atención, ya que no se trataba de una estructura que se descomponía en piezas, sino que era una estructura desplegable que resolvía de forma excelente los encuentros en las articulaciones para reducir su tamaño y así poder ser transportada con mucha facilidad. Arquitectos de gran peso internacional como Félix Candela o Buckminster Fuller destacaron este proyecto como una gran aportación por encima de los demás. De esta forma su campo de trabajo se centró en las estructuras móviles y desplegables, convirtiéndose en una figura notable a nivel internacional, incluso antes de terminar su carrera en 1962.
Pérez Piñero realizaba complejos diseños que convertía en maquetas para probar su correcto funcionamiento. Aunque viajaba incansable mostrando sus estructuras y era profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid, el peso de sus raíces le llevó a montar su estudio-taller en su pueblo, en Calasparras. Allí trabajaba con artesanos y mecánicos locales para poner en marcha sus estructuras, a partir de materiales de deshecho. Su primera obra construida es el "Pabellón Transportable de la Exposición conmemorativa de los XXV Años de Paz" (Nuevos Ministerios, Madrid. 1964).
A este singular proyecto le seguirán otros de características similares como el Teatro transportable inaugurado en A Coruña (1966) que se describirá más adelante, y que e la génesis de una pieza arquitectónica curiosamente internacional: los Cinerama (1967). En 1969, su fama internacional le lleva a desarrollar una colaboración que lo convertirá en un icono. En dicho año trabajará con el pintor surrealista Salvador Dalí, para él diseñará la "vidriera hipercúbica" y la cúpula del museo Dalí de Figueras. En esta etapa recibe dos premios de gran prestigio: la "medalla de oro" de la XI Exposición Internacional de Patentes de Bruselas y el Premio Auguste Perret de la Unión Internacional de Arquitectos en 1972.
En aquella época recibió una carta remitida por el arquitecto y amigo Félix Candela, en la que le enviaba un plano de la luna y un encargo. La NASA, que se encontraba en plena carrera espacial y estaba estudiando en profundidad la viabilidad de un hábitat en la luna, deseaba contactar con Pérez Piñero para que este realizase un módulo lunar destinado a ser un invernadero para experimentos botánicos. Éste construyó una maqueta del módulo en su taller de Calasparra, y realizó también las pruebas de resistencia, enviando los resultados y el diseño, que obtuvieron una respuesta desalentadora "la NASA tenía dificultades económicas para llevar a cabo este proyecto".
Este episodio, aunque de final decepcionante, es digno de una película de Berlanga, aunque se describe casi como una escena del Milagro de Ptinto: el día en que el moderno módulo lunar de la NASA habría sido fabricado en Calasparra, posiblemente por unos tales Paco y Antonio (en realidad los artesanos de gran habilidad que trabajaban con él eran Diego García Donate, Juan López Vázquez, Pedro Torrente García, Isidoro García López y Francisco Valero. Su hermano Jose María trabajaba con él, ya que era un excelente calculista).
"Qué moderno todo, y qué bien pensao" Emilio Gavira en el Milagro de Ptinto (Javier Fesser, 1998)
Desafortunadamente, volviendo de una visita de obra al Museo Dalí de Figueras en 1972, Pérez Piñero muere en un accidente de coche, dejando una prometedora y brillante carrera sin acabar a los 37 años. España perdía a un arquitecto que podía haber alcanzado la luna.
Spain is different
El Ministerio de Cultura y Turismo, a cargo de Manuel Fraga, había popularizado como lema "Spain is different". Una forma optimista de hacer entender al resto del mundo la ironía de un país que se encontraba sometido a una dictadura y al mismo tiempo estaba cargado de interés cultural. Dentro de ese lema había actuaciones fuera del folclorismo más conservador que hacían ese lema real. Este es el caso del "Teatro Transportable para Festivales" que se inaugura en agosto de 1966 en la Plaza de Maria Pita.
Conocido popularmente como "las tetas" o "el corsé" de Maria Pita, esta estructura tan singular obra de Pérez Piñero, era una construcción itinerante para recorrer el país de fiesta en fiesta. El diseño era una solución de dos cúpulas reticulares de 31m de diámetro y 11m de altura que se estrangulaban en el centro maclándose. Al igual que el resto de sus proyectos, construyó una maqueta a escala real en Calasparra, que probó su correcto funcionamiento, y se desarrolló finalmente para ser utilizada como espacio público.
El recinto tenía un aforo de 1800 espectadores, incorporaba todos los elementos necesarios para efectuar representaciones, era desmontable con facilidad y estaba cubierto, lo cual permitía celebrar conciertos o actuaciones incluso los días de lluvia. La organización del teatro se había realizado a la italiana: en una de las cúpulas se situaba el escenario y los camerinos, mientras que en la otra se disponía el patio de butacas, es decir, el espacio del escenario era igual al del espacio ocupado por el público. Su acústica era perfecta, no sólo por su geometría sino por la inteligente elección de materiales, por lo que en ella re realizaban todo tipo de conciertos, teatro y espectáculos de humor. Además las butacas eran igualmente plegables, mediante un ingenioso sistema de barras que permitía recoger grupos de trece butacas en el espacio de una, para poder ser transportadas junto con el resto de la estructura.
Además estas cúpulas se transportaban con mucha facilidad, por lo que la estructura resultó ser todo un éxito. Las cúpulas de Coruña se trasladaron posteriormente a Vigo, Vallecas (Madrid) y Can Serrá Hospitalet (Barcelona). Las cúpulas se hicieron permanentes en esta última localidad dada su popularidad, se utilizaron de forma constante hasta que un vendaval las destruyó años después.
Más cine, por favor
La relevancia de este proyecto radica no sólo en la vanguardia que supone esta estructura y en el contraste con respecto a la solución actual para el mismo evento: pobre, falta de creatividad e interés, sino en que fue el germen de otro proyecto internacional casi al nivel del módulo lunar para la NASA. Un proyecto que pasa desapercibido, pero que aparece en muchas de las películas que se encuentran en el imaginario popular y que se ha convertido en un icono para la ciudad de Los Ángeles.
En 1967, recibe el encargo de Alfredo Matas en representación de Cinesa, para la construcción de un sistema de cúpula desmontable para proyecciones de cine, un trasunto de un cine de verano protegido. A partir de la experiencia del Teatro que se inauguraba en A Coruña en 1966, Pérez Piñero construye en su taller de Calasparra un prototipo de Cinerama, una estructura similar a la construida en Maria Pita, pero mejorada.
El sistema consistía en una cúpula formada por discos de forma hexagonal que se conectaban entre sí, al ir desplegando la base, unos rotaban sobre los otros cubriendo toda la superficie curva. Éste se promocionaba como la pantalla de cine más grande de Europa, lo cual era posible debido a un innovador sistema de proyección a partir de tres cámaras que componían la imagen, permitiendo un plano panorámico nunca visto hasta el momento (precursor del sistema Panavisión o cinemascope que utilizaban lentes anamórficas). El Cinerama recorrió numerosas ciudades españolas (A Coruña entre ellas) y algunas aún se conservan. Uno de ellos terminó siendo una estructura permanente adquirida por El Circo de los Muchachos, en Ourense.
Siguendo la historia de esta construcción, su patente cruzó fronteras, se exportó y llegó incluso a EEUU. En la última película de Quentin Tarantino, Once Upon a Time in Hollywood, el director americano rinde un homenaje a este edificio, realizando un plano completo del mismo y demostrando la veneración de éste como uno de los templos del cine en una ciudad en la que se respira el séptimo arte.
"Cuando alguien me pregunta a qué escuela de cine he ido, yo respondo: -No fui a ninguna escuela de cine, solo fui al cine". Tarantino
Será un homenaje al cine, pero eludiendo interpretaciones sensatas y verosímiles, quizás sea más bonito pensar desde ese egoísmo que da la poética de la identidad. En un atisbo de inocencia surrealista sería maravilloso ver en esa escena un trocito de arquitectura española, un guiño a A Coruña y una reverencia teatral a Pérez Piñero, un arquitecto que superaba la magia del cine a través del sueño constructivo de sus ingeniosas estructuras. Habrá que despertar, ya que sólo es una imagen, pero como dice la canción "cine, cine, cine, más cine por favor que todo en la vida es sueño y los sueños, cine son".