Mayo de 1589. El pirata Francis Drake, tras una expedición organizada por Isabel I de Inglaterra para desmantelar la Armada Española, quiso probar fortuna e invadir A Coruña. El asedio de los ingleses duró varios días. Terminarían fracasando después de que una mujer coruñesa jalease a las tropas al grito de: "Quien tenga honra, que me siga". Era María Pita.
Pero Nieves Abarca quiso recordar en su pregón inaugural de las fiestas de A Coruña a otra ilustre mujer que también estuvo en aquella batalla y no aparece en los libros de historia. Se llamaba Inés de Ben, estaba casada y tenía dos hijos. Su papel fue clave para que A Coruña resistiese el ataque de Drake, pero el destino no le depararía un final feliz.
Inés de Ben era una mujer humilde. Tenía una pequeña mercería y una tienda de quincallería (pequeños útiles metálicos) en la Pescadería coruñesa. Al comenzar el cerco inglés, como otras tantas mujeres de la ciudad, ayudó a reconstruir las murallas mientras las tropas contenían a los ingleses.
Pero su mayor aportación no fue esa. Cuando la munición escaseaba entre los coruñeses, Inés de Ben aportó suministros de su tienda para asestar el golpe final a los ingleses. Lo hizo en un momento personal muy duro, pues su marido había muerto el primer día de la batalla.
Inés siguió transportando sacos de arena y piedra para contener a las tropas cuando fue alcanzada por un arcabuz (un antiguo fusil bélico, similar al mosquetón). Recibió dos disparos: uno en la cabeza y otro en el muslo. La batalla había acabado para ella, que fue trasladada al hospital.
La fortuna no estaba de parte de Inés, que además de quedarse parcialmente ciega, se encontró con su tienda en la antigua Pescadería totalmente desvalijada. Esta coruñesa, de familia humilde, se quedó viuda en aquella batalla y con dos hijos a su cargo.
Un pleito inutil
Tal y como cuenta el periodista José M. Fernández Caamaño para el Ideal Gallego, esta coruñesa no se cruzó de brazos ante su infortunio. Se pleiteó contra la administración durante los años siguientes a aquella triunfal batalla. Solo pedía una indemnización acorde a los servicios que prestaron ella y su difunto esposo, Sebastián Fernández.
Todos los testigos del juicio apoyaron su versión: corroboraron que había donado materiales de importante valor para las tropas y su carácter heroico para reconstruir las maltrechas murallas coruñesas junto a otras trabajadoras de la Pescadería.
Pese a que todo estaba a su favor, nunca se supo como acabó aquel pleito. Lo que sí se conoce es que Inés de Ben murió en la indigencia y fue enterrada en una fosa común. Un triste final para la heroína desconocida de A Coruña.